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Red Internacional
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Editorial. La voz de la calle sacude el escenario político

La marcha universitaria y sus consecuencias. Convergencias y diferencias con la anterior movilización de abril. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite todos los jueves de 22 a 24 por Radio Con Vos 89,9.

Fernando Rosso

Fernando Rosso @RossoFer

Jueves 3 de octubre 23:27

Ph: Enfoque Rojo

Ph: Enfoque Rojo

  •  La calle volvió a hacer oír su voz este 2 de octubre en la movilización en defensa de la universidad pública. La marcha fue masiva en todo el país y se destacaron ciudades como Rosario o Córdoba (las dos más importantes después de Buenos Aires) porque congregaron la misma cantidad de personas (o más) que la primera manifestación del 23 de abril.
  •  Aunque la comparación numérica en sí misma no nos aporta demasiado si queremos entender el significado de la jornada callejera, siempre partiendo de que fue una movilización masiva. La aritmética de contar gente tiene que ser complementada con el álgebra de la dinámica política.
  •  Lo primero es el contexto: en abril, el Gobierno de Milei tenía apenas cuatro meses, había más expectativas (por lo menos entre sus votantes) y todavía no se habían experimentado en toda su magnitud los resultados de su hoja de ruta económica. Eso se veía reflejado en las cifras de las encuestas que hoy muestran un escenario muy distinto.
  •  Existen algunas otras diferencias: en abril se instaló la idea de que las universidades podían cerrar y que esa posibilidad estaba cerca, por lo tanto, la cuestión parecía más urgente, más inminente. En esta última marcha el énfasis estuvo puesto en lo salarial, que es tan esencial para el funcionamiento de las universidades como todo lo demás, pero que puede ser percibida como más mediada por parte de los estudiantes.
  •  Pero, además, en aquel tiempo todavía existía cierta fantasía (sobre todo en los adherentes del Gobierno y que venía de la campaña electoral) que consideraba que muchas de las cosas que Milei decía que iba a hacer, finalmente “cuando entrara en razón” no las iba a llevar adelante, que las decía de loco o de sacado que era nomás. Entonces, muchos participantes de la marcha de abril (sobre todo entre los que respaldaron al Gobierno) lo hicieron con el espíritu de “vamos a marcarle al Gobierno que por acá no es y va a entrar en razón”. En cierta medida, el retroceso del Gobierno en aquel momento (y la no continuidad del proceso de movilización por parte de las direcciones oficiales del mundo universitario dejando que se derrumbe el salario, entre otras cosas) tornaron verosímil esa idea. Ahora con el veto al aumento del presupuesto, Milei demostró que había hecho un retroceso táctico, pero que pretende mantener la ofensiva estratégica contra todo lo público y contra las universidades también.
  •  Por último, también hay que tener en cuenta que durante todo este tiempo hubo represiones muy duras llevadas adelante por Patricia Bullrich y sus fuerzas de seguridad, incluyendo las detenciones y el traslado de personas a cárceles federales con acusaciones insólitas (algunas permanecieron meses ahí) en la manifestación contra la “Ley Bases”, pero también otras represiones que dejaron como saldo a personas que perdieron un ojo o que fueron gaseadas recurrentemente como los jubilados etc. etc.
  •  ¿Qué nos revela todo esto? Que la movilización del 2 fue mucho más “consciente” para decirlo de alguna manera, fue más claramente de oposición al Gobierno y con otra fuerza moral: con mayor consciencia de que el enfrentamiento puede traer consecuencias políticas y de otro tipo y, pese a eso, fue masiva. Esto hace que una eventual diferencia de “cantidad” haya sido superada por una enorme distancia en la “calidad” de la manifestación.
  •  Esta dinámica también se venía reflejando en algunos estudios de opinión más cualitativos, es decir, aquellos que indagaban no sólo sobre la “imagen” o el “apoyo” en general, sino sobre las medidas concretas: el universo opositor se mostraba como más homogéneamente opositor (con más fundamento e intensidad) y el oficialista era más “gaseoso”, más dudoso y esas dudas fueron aumentando con el paso del tiempo y en muchos casos implicó un alejamiento (por eso la caída en las encuestas). Están cambiando, esto es una hipótesis, las placas tectónicas sociales sobre las camina el Gobierno con los opositores a la ofensiva y los “oficialistas” (cada vez menos oficialistas) y a la defensiva.
  •  Vimos reflejado esto también en la composición de la marcha: por un lado, con la presencia de otros sectores sociales afectados por el ajuste de Milei (trabajadores, despedidos, jubilados) muy bien recibidos por los manifestantes. Y, por otro lado, por la presencia de referentes de la política tradicional que, de alguna manera u otra, le dieron gobernabilidad a Milei durante todo este tiempo (ya sea por acción y omisión).
  •  Finalmente, también percibimos el cambio en el impacto que está teniendo la movilización en los bloques cuasioficialistas del PRO y de la UCR que no saben hoy si pueden garantizarle el tercio de legisladores que le permita a Milei sostener el veto contra los dos tercios que pueden voltearlo (la sesión sería el miércoles que viene).
  •  Todo esto demuestra lo que desde este espacio dijimos muchas veces: la “infalibilidad” del Gobierno estaba más en su discurso que en su realidad y su fuerza la sacaba del quienes le garantizaban la aprobación de las leyes o regulaban el conflicto social.
  •  Ahora bien, aquellos que decían que “había que esperar los tiempos de la sociedad”, bueno acá tuvieron una nueva demostración de “la sociedad” (o de una parte considerable de ella, no solo en el Amba, sino en todo el país). Me refiero menos a la dirigencia política (que pretende entrar en modo campaña electoral) que a la dirigencia sindical, social o estudiantil que debería tomar nota de la nueva situación para darle un duro golpe al plan del Gobierno e iniciar una ofensiva para revertir los agravios que sufrimos durante estos diez meses.
  •  Esto implica, en una batalla táctica absolutamente abierta, la posibilidad de voltear en veto, jugarse con todo para que el Gobierno sufra una derrota política y que este cambio que percibimos en lo social, tenga una expresión política.
  •  En segundo lugar, utilizar esa posibilidad para cuestionar todo el plan (en estos días, Milei regimentó la reforma laboral que de afirmarse es un retroceso tremendo en los derechos de los trabajadores).
  •  Por eso, el dilema central vuelve hacer el mismo que se presenta cada vez que ocurren acontecimientos como la movilización universitaria: o se utiliza el hecho para descomprimir, para negociar migajas, para “mejorar” o hacer más digerible el plan del Gobierno o se lo toma como un punto de partida para derrotarlo.
  • Fernando Rosso

    Periodista. Editor y columnista político en La Izquierda Diario. Colabora en revistas y publicaciones nacionales con artículos sobre la realidad política y social. Conduce el programa radial “El Círculo Rojo” que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs. por Radio Con Vos 89.9.

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