Entre 2012 y 2015 se duplicaron los patrulleros; se creó la Policía Local inaugurada por Scioli; se formaron 600 efectivos; todo con el discurso de brindar seguridad, sin embargo, son las fuerzas que organizan el gran delito.
Janos Sedi Boka @janossedi
Sábado 1ro de octubre de 2016 18:41
Durante el transcurso de este año sucedieron diversos escándalos y cambios relacionados a la cúpula policial de Lanús. Primero, el de la acusación a Rubén Baca -asesor de Grindetti en la Policía - por proteger prostíbulos-, y su posterior renuncia como Secretario Académico en la policía local. Luego, la detención de un jefe policial y tres efectivos involucrados en proteger un prostíbulo. Grindetti en ningún momento brindó explicaciones al respecto y continuó con el fortalecimiento del aparato policial.
Se incorporaron 35 móviles nuevos con tecnología de avanzada, 40 motos de policía nuevas y 40 patrulleros nuevos. Además, el intendente anunció la incorporación de 550 policías locales para fin de año; que en un mes comenzará a funcionar el destacamento de policía local con 250 policías federales, y que se sumó la presencia de Gendarmería Nacional en los barrios más pobres. Por lo visto, Grindetti está transformando Lanús en un verdadero cuartel militar, siguiendo exactamente los mismos pasos que su predecesor Darío Díaz Pérez del FPV.
Frente a esta multiplicación de efectivos de policía, armamento, equipos y móviles el único saldo inmediato que vemos es que Lanús se transformó en uno de los municipios con mayor índice delictivo del Gran Buenos Aires.
Esto no es casualidad, ya que justamente es la misma Policía la que organiza el gran delito: obligan o extorsionan a pibes de los barrios más pobres para que salgan a robar para ellos; distribuyen armas ilegales; les abren las puertas al narcotráfico; desaparecen personas; amedrentan a los jóvenes en las plazas cuando se reúnen para realizar alguna expresión artística o, simplemente, se juntan para fumar un faso y tomar una birra; protegen prostíbulos y colaboran con las redes de trata; transan con políticos o comerciantes de la zona interviniendo en internas, realizando cobros de dinero a golpes. El 14 de septiembre se divulgó la detención de una banda de boqueteros en Pompeya, que la formaban 5 gendarmes (algunos retirados y otros en actividad) cuyo jefe, Mario Andino, era el supervisor general de Protección Ciudadana de Lanús. En síntesis: son una verdadera mafia, relacionada al poder político y económico de la región.
El caso reciente del albañil que la policía mató a golpes en Villa Diamante, por una averiguación de antecedentes, es el ejemplo más brutal de qué pasa cuando se le otorga semejante nivel de impunidad a un aparato podrido como es la Bonaerense.
Pero semejante campaña contra la inseguridad, promocionada por el mismísimo Grindetti, hace que en Lanús lleguemos a tener hasta a nuestro propio “carnicero”, un camionero que, en Valentín Alsina, mató a un ladrón a tiros por la espalda y después salió libre por haber “actuado en defensa personal”. ¿Desde cuándo es legal la pena de muerte?
En resumidas cuentas, la policía es de hecho la inseguridad, y si hay algo que lo demuestra y se relaciona estadísticamente en Lanús, es la proporción entre el aumento de personal policial y el aumento del delito. Justamente durante el último año la policía aumentó su capacidad tres veces, y el delito también se incrementó tres veces más que el año pasado (datos proporcionados por el Ministerio de Seguridad Bonaerense).
Evidentemente, si queremos mayor seguridad llegó la hora de manifestar: ¡fuera la policía de los barrios!