Millones de manifestantes se han movilizado a lo largo de todo el país, una de las exigencias que se escucha es que salgan los militares de las calles y la renuncia del presidente de la república Sebastián Piñera.
Lunes 21 de octubre de 2019
Las demandas se escuchan en cada uno de los rincones del país, un malestar que recorre millones de almas, que viven con un sueldo mínimo, más del 70% de los trabajadores gana un sueldo inferior a $350.000 mensuales, más de 5 millones de familias endeudadas, el 91% de los jubilados reciben pensiones que no superan los 150 mil pesos y que incluso unos 400.000 reciben 86 mil pesos, una cesantía que no baja del 7%, 40.541 familias viviendo en campamentos, el alza de los servicios básico como la luz, el agua y el transporte y jornadas laborales extenuantes, donde en promedio se trabaja entre 10 y 12 horas diarias.
Esto mientras que el 1% más rico acumula el 33% de las riquezas gracias al saqueo de los recursos del país, y es que las masivas privatizaciones, en dictadura y democracia, entregaron el país a grandes empresas transnacionales y a las 10 familias más poderosas del país, los Luksic, Matte, Angelini, y la misma familia Piñera, generando una crisis medio ambiental. Siendo dueños de las AFP, que administran un “fondo previsional” de más de 200.000 millones de dólares, esto es, cerca del 70% del producto nacional, acumulando los últimos 25 años, más de $90 "billones" y se han gastado en pensiones sólo $30 "billones".
Es este el legado de la dictadura, que ha sido profundizado en esta “democracia para ricos” por los gobiernos de concertación y de derecha. Protegiendo este legado se muestra Piñera intransigente, haciendo oídos sordos a las demandas del pueblo trabajador y pobre, criminalizando la legítima protesta nacional, declarando “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie, que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite”.
Es esta intransigencia, autoritarismo y criminalización de Piñera, con medidas de la dictadura como el toque de queda y el estado de excepción, y la rabia de millones movilizados en las calles, trabajadores y trabajadoras organizados en sus sindicatos y lugares de trabajo, estudiantes y diversas organizaciones sociales y políticas, lo que hoy pone en jaque a su gobierno de derecha empresarial, situación que deja planteada la necesidad de una Asamblea Constituyente basada en la movilización de los trabajadores y el pueblo pobre.
La chispa encendió la llama: jornadas revolucionarias, gobierno jaqueado y quiebre del “consenso”
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