La extensa denuncia de Emilio Lozoya señala a ex presidentes y altos funcionarios del PRI y el PAN. Mientras, Pío López Obrador, hermano del presidente, es protagonista de un nuevo videoescándalo.
Viernes 21 de agosto de 2020 21:09
Emilio Lozoya, el símbolo de la corrupción que unió a trasnacionales y funcionarios públicos en los sexenios pasados, presentó una denuncia que señala a varios connotados priistas y panistas. Allí están nombrados los ex presidentes Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, así como Luis Videgaray, Ricardo Anaya, Miguel Osorio Chong y David Penchyna, entre una multitud de senadores, diputados y gobernadores señalados.
Según la declaración del ex director de Pemex, la participación y los negociados de Odebrecht con el gobierno federal iniciaron en el 2006, cruzando los dos sexenios.
Marca en particular el acuerdo entre el gobierno de Calderón y Braskem, filial de Odebrecht, que adquiere etanol de Pemex a un costo inferior en un 30% del valor de mercado.
Luego, la empresa de origen brasileño financió la campaña presidencial del 2012 de Peña Nieto, mediante depósitos realizados en un banco suizo a nombre de la empresa Latin Asia América Capital Holding. Así, mediante la gestión de Lozoya, se habrían “aportado” 6 millones de dólares a esta campaña priista, aunado a otros sobornos millonarios utilizados para comprar los votos de los legisladores de todos los partidos del Pacto por México, a favor de la reforma energética.
El ex director de Pemex cínicamente dice que “entre Odebrecht y el Estado mexicano no era una relación de contratos, sino de poder.”, de la cual por supuesto, el era cómplice y participante, como parte de la llamada “clase política”. Esta denuncia -convenientemente filtrada a los medios de comunicación- se da en el marco de los procesos penales que enfrenta el ex director de Petróleos Mexicanos (Pemex), como parte de su acuerdo con la fiscalía, como "testigo colaborador”.
“Moches” al por mayor
En su intento de salvarse de la cárcel ─lo cual hasta ahora logró─ Emilio Lozoya repartió acusaciones a diestra y siniestra. Dijo incluso que los sobornados eran “agresivos”: que amenazaban con no votar las leyes que favorecen a Odebrecht si no se les entregaban los “moches”.
En ese marco, mientras el presidente López Obrador llamó a “leer la denuncia de Lozoya”, algunos de los señalados se deslindaron rápidamente de la misma.
En ese marco, mientras el presidente López Obrador llamó a “leer la denuncia de Lozoya”, algunos de los señalados se deslindaron rápidamente de la misma.
El panista Ricardo Anaya acusado de recibir 6,8 millones de pesos, respondió con una denuncia por daño moral. El ex presidente Calderón, también de ese partido, definió como ridículas las acusaciones y dijo que obedecen al espíritu vengativo de AMLO.
De lado priísta, Penchyna, Videgaray y Osorio también salieron a desmentir los hechos, argumentando su “mala relación” con Lozoya y que por eso éste los denuncia. Otros diputados y senadores que recibieron abultados “moches”, afirman haber sido señalados injustamente.
Ahora resulta que quienes entregaron los recursos energéticos a las transnacionales y gobernaron ─priistas y panistas─ al servicio de los grandes empresarios extranjeros, son inocentes y se dan baños de pureza.
El caso Lozoya está mostrando, una vez más, y sin duda con mucho ruido y escándalo, la podredumbre de la democracia degradada mexicana. Así como los profundos vínculos que existen entre los políticos patronales y los empresarios capitalistas, y cómo aquellos están al servicio de garantizar sus negocios, obteniendo a cambio, importantes beneficios económicos. Honrando así aquella frase de Carlos Hank González de que “un político pobre es un pobre político”. Esa es la esencia de la corrupción característica de cualquier régimen capitalista, no sólo del mexicano.
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Los sobres del hermano del presidente
El caso Lozoya profundiza la crisis de los partidos de la oposición de derecha (en particular del PRI y del PAN) y su descrédito ante la población. El gobierno evidentemente pretende utilizar esto para legitimarse y fortalecerse de cara a las elecciones intermedias del 2021.
Pero, mientras esto sucedía, emerge un nuevo escándalo, pero esta vez afectando directamente a la familia presidencial.
El periodista Carlos Loret de Mola difundió ─también muy convenientemente─ una investigación y unos videos del año 2015 que muestran a Pío López Obrador ─hermano del presidente y su operador político en el estado de Chiapas─ mientras recibía abultados sobres con dinero y negociando la entrega de “un millón”.
El objetivo de estas “aportaciones”, presumiblemente sería apoyar a la campaña política de Morena. Su interlocutor (y portador del sobre en cuestión) es David León, en ese momento era “consultor privado” y asesor del gobierno de Chiapas. Es importante resaltar que León recientemente fue propuesto por AMLO como coordinador de la empresa que distribuirá medicamentos. Ante el videoescándalo, declaró que, por ahora, no asumirá el cargo.
López Obrador, por su parte, afirmó que se trata de aportaciones, y que “esos recursos se usaban para la gasolina” de quienes en ese entonces impulsaban el Morena en el estado. Este nuevo escándalo, y la difusión que le han dado los medios vinculados a la oposición de derecha, pretende afectar al gobierno de AMLO y contrarrestar su ofensiva con el caso Lozoya. Esto mientras los medios oficialistas guardan conveniente silencio.
Aunque AMLO llamó a los implicados a “aclarar la situación ante la justicia”, estos sucesos golpean su imagen de “combate contra la corrupción”.
Aunque AMLO llamó a los implicados a “aclarar la situación ante la justicia”, estos sucesos golpean su imagen de “combate contra la corrupción”.
En los videos se evidencia que se trata de una importante cantidad de dinero, entregados para la campaña de Morena por un “consultor privado” Y es notoria la insistencia en que “el licenciado sepa de este apoyo” por parte de David León, el mismo que bajo este gobierno obtuvo un nombramiento en un puesto vinculado a la adquisición y el reparto de medicamentos.
La podredumbre de este régimen no tiene límites. El conjunto de los partidos del Congreso son parte de eso, aún aquellos que se reclaman “progresistas” como el Morena, cuyas filas fueron engrosadas por funcionarios y políticos priistas, panistas y perredistas. La corrupción y el trafico de influencias, “moches” y “aportaciones” que van y que vienen, muestra que los partidos patronales están subordinados a los intereses de los grandes capitalistas y que a ellos se deben.
Pablo Oprinari
Sociólogo y latinoamericanista (UNAM), coordinador de México en Llamas. Interpretaciones marxistas de la revolución y coautor de Juventud en las calles. Coordinador de Ideas de Izquierda México, columnista en La Izquierda Diario Mx e integrante del Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas.