La enorme concentración dejó en evidencia dos cosas. Por un lado, que el impacto del dólar a $ 60 no es nada "razonable" para las grandes mayorías, y por el otro, la miserable actitud de la burocracia sindical que ignora las demandas de los sectores más empobrecidos. Que la solidaridad obrera una lo que la burocracia sindical ignora.
Miércoles 28 de agosto de 2019 22:55
Foto: Cetep
Mañana movida de miércoles. Al mismo tiempo que el dólar subía y pasaba los $ 60 , y el Banco Central liquidaba reservas a lo loco para tratar de contenerlo, una masiva movilización de organizaciones sociales y de desocupados protagonizó una jornada de lucha que culminó en el Ministerio de Desarrollo Social. Dos imágenes de la crisis nacional abierta: por un lado, el accionar despiadado de los grandes bancos, fondos de inversión y especuladores y por el otro, la irrupción de los que menos tienen, obligados a vivir con ingresos miserables, como el salario de los cooperativistas que es de $7.500.
De la jornada formaron parte varias organizaciones como el Frente de Organizaciones en Lucha, Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional, MTD Aníbal Verón, Frente Popular Darío Santillán, Cetep, CCC, Polo Obrero y Barrios de Pie, entre otras. Bajo las consignas “Urgencia para enfrentar el Hambre” y “La deuda es con el pueblo, no con el FMI”, reclamaron aumento del salario social complementario y la implementación de una ley de emergencia alimentaria, entre algunas medidas urgentes, ademas de trabajo genuino para los trabajadores desocupados.
Los convocantes además anunciaron que el próximo viernes, cuando el Gobierno nacional convoque a la reunión del Consejo de Salario para discutir su propuesta oficial de llevar el salario mínimo, vital y móvil de $ 12.500 a $ 16.250. Un poco más de la mitad del sueldo de un cooperativista, pero muy lejos de la canasta básica que el Indec estima en $31.934,44. Vale aclarar que la Junta Interna de dicho organismo estimó que una familia necesitó en julio $ 48.000 para cubrir sus necesidades, ya que tiene en cuenta otros bienes y servicios básicos, además de los alimentarios.
Unir lo que lo burocracia ignora
La dirigencia sindical ya anunció que pedirá $ 31.000 en la reunión del Consejo, pero que no piensa hacer nada para conseguirlo. Alberto Fernandez, el candidato a presidente al que el dólar a $ 60 le parece razonable (aunque hunda a la mayoría en la miseria), por las dudas la semana pasada le pegó un tubazo a Héctor Daer y le pidio que se queden tranquilos, un pedido inecesario teniendo en cuenta la pasividad extrema que viene demostrando la burocracia ante el plan de ajuste de Macri y el FMI.
Pero si para la burocracia sindical las penurias de los trabajadores no ameritan ninguna medida de lucha, menos lo ameritan las penurias de los trabajadores en negro, los desocupados, los cooperativistas, los jubilados. De esos millones ni hablan.
Frente a la profundización de la crisis y la inacción total de la burocracia, la izquierda plantea algunas medidas de emergencia entre las que se encuentra, la ocupación de toda empresa que cierre o despida para garantizar que no se pierdan puestos de trabajo,como los trabajadores de Ran-Bat que vienen de obtener un triunfo y que los salarios aumenten por cada punto que sube la inflación y no queden por debajo de la canasta basica. Junto a estas medidas también levanta la anulación de los tarifazos (y vuelta a los valores de 2016) y la nacionalización de los bancos para evitar el accionar de los especuladores. Y le exige a la dirigencia sindical (CGT, CTA y moyanismo) la convocatoria a un paro nacional activo de 36 horas para lograr estas demandas elementales y como inicio de un plan de lucha para derrotar el plan de ajuste en curso.
Hasta el parque industrial de Burzaco, donde los trabajadores de Ran-Bat resistían los despidos, llegó Raul Godoy, diputado provincial en Neuquén por el PTS-FIT y dirigente de Zanón, fábrica puesta a producir por sus trabajadores en el marco de la crisis del 2001. El proceso de recuperación no sólo permitió conservar las fuentes de trabajo de los trabajadores ceramistas de ese momento, sino la creación de nuevos puestos de trabajos que fueron cedidos a movimientos de desocupados provinciales con quienes lo ceramistas compartían una experiencia de lucha.
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“En Zanón no solo peleabamos por nosotros, también tomabamos las demandas de los demás, como los movimientos de desocupados que nos bancaban en la lucha. Pediamos trabajo genuino para todos”, le contaba Godoy a los obreros de Ran – Bat.
Hoy toma más actualidad nunca esa perspectiva y la solidaridad obrera, entre ocupados y desocupados, se impone ante la miserable actitud de la burocracia sindical.