En una Argentina cruzada por distintas velocidades y realidades, los especuladores viven su mayor fiesta del año. Pero las calles dicen presente y pueden meter ruido en los planes de los de arriba. Este miércoles paro de gremios estratégicos del transporte con adhesión de otros sectores y movilizaciones. También se vienen nuevas medidas de lucha de la universidad. La interna del peronismo, alejada de la realidad de millones. La izquierda que no especula sino que se prepara para superar a las burocracias exigiendo que no sea un paro aislado sino que haya continuidad de las medidas, y plantea una estrategia para vencer.
Fernando Scolnik @FernandoScolnik
Miércoles 30 de octubre 00:14
Sobre un polvorín de pobreza, se está desarrollando una fiesta. Los mercados la vieron. Leyeron una secuencia de noticias y dijeron “ésta es la nuestra”, para darle rienda suelta a los negocios especulativos.
Amantes como son de la película libertaria, tenían hasta ahora -y en parte las siguen teniendo- algunas dudas sobre el guión. Las intenciones siempre las valoraron, pero las debilidades de origen y la incierta musculatura política para conducir el barco, los hacían dudar. Las derrotas políticas legislativas que el oficialismo tuvo hace no tanto tiempo, las internas farandulescas de La Libertad Avanza o las idas y vueltas con el macrismo, se retroalimentaban con una situación social delicada y una economía navegando en la precariedad para que primen más las dudas que las certezas.
Hoy -al menos por un tiempo- le abrieron un crédito al gobierno y eligen creer. El oficialismo y su casta de amigos en el Congreso Nacional les dieron como ofrenda el veto a los jubilados y al financiamiento universitario, como prueba de la lealtad y de su amor incondicional hacia el ajuste y hacia el capital financiero. Y, sobre todo, como una muestra que busca dar la idea de que a pesar de ser minoría en las dos cámaras, La Libertad Avanza podría llegar a mantener el rumbo prometido.
Encadenaron también esas pruebas con regalos. Un blanqueo de capitales extremadamente generoso; un mercado cambiario, tasas de inflación y de interés aceitados para la bicicleta financiera; y un leve repunte de las reservas del Banco Central que vienen subiendo desde el décimo subsuelo. Esos elementos se combinaron con anuncios de préstamos por parte del Banco Interamericano de Desarrollo y del Banco Mundial, así como con promesas de financiamiento mediante Repo, para que los mercados quieran creer que hay buenas perspectivas para cumplir con los abultadísimos pagos de deuda de los próximos meses y se desinhiban para entregarse a la fiesta de la especulación. El riesgo país, los bonos, las acciones, todos los indicadores de los lobos de Wall Street y sus amigos locales, dan positivo durante estos días.
La duración de la fiesta, sin embargo, no está programada. Mientras se embriagan de carry trade, son muchos los que saben que habrá que aprovecharlo mientras dure, porque aún quedan demasiadas cosas por resolver. Un shock externo, una reversión del flujo de capitales, una cantidad de divisas insuficiente para sostener simultáneamente la salida de la recesión y los pagos de la deuda, una crisis política o divisiones entre los de arriba por temas que aún están abiertos -como el levantamiento del cepo o la devaluación que exigen el FMI y otros actores-, podrían ser señales que en algún momento indiquen que es hora de terminar con el negocio. También lo conocen a Luis Caputo: aunque en condiciones distintas -ahora hay cepo- este mismo funcionario fue el que incentivó una fiesta especulativa -con principio y fin- durante el gobierno de Macri.
El cisne negro que acabe con la fiesta, sin embargo, puede venir también desde la lucha de clases. Confiadas en dos o tres triunfos tácticos del gobierno, las fuerzas del capital financiero pueden subestimar que su jolgorio se desarrolla sobre un polvorín de un 52 % de pobreza que incluye a todos los agraviados por un interminable plan de ajuste y las consecuencias de las políticas de los gobiernos anteriores. Los números financieros contrastan con la caída descomunal del consumo interno (lo cual a su vez preanuncia posibles divisiones dentro de las clases dominantes). En agosto, por ejemplo, las compras en supermercados fueron de un 10,1 % menos que en el mismo mes del año anterior. Como contracara, dentro de la élite las empresas más grandes que cotizan en la Bolsa de Comercio quintuplicaron sus ganancias en el último año, de acuerdo a un informe del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP), que lidera el ex diputado Claudio Lozano.
En este marco, ni siquiera las burocracias de la CGT y la CTA, de los movimientos sociales o del régimen universitario pueden evitar que se cuele en la escena la creciente conflictividad social.
En la universidad, luego del veto y en contra de las camarillas que quieren conducir y desviar todo hacia el poroteo del presupuesto 2025 en el Congreso Nacional, emergió un poderoso movimiento de extensión nacional con movilizaciones multitudinarias en algunas ciudades, tomas de facultades, asambleas e instancias de coordinación que, más allá de la lucha en sí misma, expresa el surgimiento político de una nueva generación y actúa como una caja de resonancia que anticipa y amplifica las contradicciones de una sociedad sometida a una profunda y larga crisis desde hace años.
Más allá de sus posibles flujos y reflujos, este movimiento ya da cuenta de una enorme potencialidad como sujeto de lucha que a la vez está entrelazado con la clase trabajadora -por cientos de miles de estudiantes que trabajan o son hijos de familias trabajadoras-. Son múltiples las anécdotas que cuentan la gran simpatía que viene causando el movimiento universitario en fábricas, escuelas, hospitales y distintos establecimientos. "Universidad de los trabajadores" es un grito cada vez más popular.
Desde este miércoles veremos también renovadas acciones de sectores importantes de la clase trabajadora. El paro del transporte -sin la UTA, que divide y traiciona evitando lo que sería con su participación casi un paro general- apunta a ser una acción importante a la que se sumen también estudiantes, jubilados, movimientos sociales y sectores de la docencia y de estatales, entre otros gremios, y se potencia asimismo con luchas en curso como las de la salud en el Hospital Bonaparte, el Garrahan, el Posadas, la de los trabajadores de AFIP, la de Córdoba contra los despidos en petroquímicos de Río Tercero, así como muchas otras en distintos lugares del país, que se combinan también con un nuevo ánimo que se insinúa en elecciones de delegados en distintas comisiones internas.
Desde los sectores combativos y de la izquierda se exige de todos modos a las cúpulas sindicales, que llaman a estas medidas para negociar sus propios intereses y obligadas por el malestar que hay con el ajuste, en muchos gremios sin movilización y sin asambleas serias de preparación en los lugares de trabajo, que se convoque a instancias democráticas para discutir cómo seguir la lucha y cómo coordinar entre todos los sectores, bajo un programa que unifique todos los reclamos del pueblo trabajador. En la perspectiva de que lo de este miércoles no sea una medida aislada sin objetivos claros, sino parte de un plan de lucha con continuidad para derrotar los planes de Milei y los empresarios. No se puede confiar en los burócratas que dirigen estos sindicatos, que vienen siendo cómplices de Milei y dejaron pasar hasta acá sus planes de ajuste y la Ley Bases. Al mismo tiempo, se denuncia la obscena ubicación de los sectores mayoritarios de la CGT alineados con Héctor Daer, que están en una colaboración aún más total con el gobierno de Milei.
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Restará por verse si se mantiene también el paro de colectivos para el jueves. Con la UTA nunca se sabe. Lo que sí es seguro es que en los próximos días habrá también nuevas acciones universitarias, como un corte anunciado en el Obelisco para el día viernes, a la vez que se exige una nueva marcha federal educativa para el 12 de noviembre, todo lo cual de conjunto refleja un nuevo estado de ánimo que tiene su expresión en las calles.
Distintas políticas emergen frente a este escenario. El régimen político está enfocado en la preparación de las elecciones legislativas de 2025. Mientras el oficialismo intenta llegar en las mejores condiciones posibles -dada la impopularidad de sus políticas- y discute una posible alianza con el PRO, otros sectores desperdigados -como la UCR que atraviesa sus propias divisiones, el "pichettismo" o el "larretismo"- intentan crear un nuevo espacio "de centro".
Sin embargo, la nota en los últimos días la dio sobre todo la dirección del peronismo, que se encuentra inmiscuída en una interna partidaria completamente alejada de los intereses de los sectores populares, dirimiendo tan solo cuotas de poder. Mientras que desde el sector de Ricardo Quintela su apoderado Jorge Yoma protagonizó una polémica visita a Casa Rosada, presuntamente en busca de apoyo, también es cierto que las listas de Cristina Kirchner están plagadas de personajes reaccionarios como Juan Manzur, Felipe Solá, Julián Domínguez o Ricardo Pignanelli, y que desde el kirchnerismo incluso se ha reivindicado como legítimo el poder de veto de Javier Milei, cuando lo cierto es que se trata de un mecanismo completamente antidemocrático contra el cual decenas de miles están en pie de lucha. Por su parte, Axel Kicillof -con sus idas y vueltas- se encuentra sumergido en sus propias contradicciones respecto de cómo sostener durante largos años su anticipadísima candidatura hacia 2027, y Juan Grabois se alineó con la postulación de la ex presidenta. Todos tienen en común darle la espalda a una salida al ajuste hoy impulsando la resistencia mediante la lucha de clases, y la ausencia de un programa que pueda ofrecer algo distinto a lo que ya fue el fracaso del último gobierno peronista.
Muy por el contrario, desde el PTS y el Frente de Izquierda Unidad, junto con una gran actividad de agitación política planteando otro programa de salida a la crisis, propaganda y debates socialistas impulsados desde los referentes públicos, las redes sociales, jornadas de discusión y todas las publicaciones impulsadas por nuestro sistema de medios que viene en crecimiento, se apuesta con todo a la confluencia con los miles de trabajadores y estudiantes que están saliendo a la lucha, bajo una perspectiva de no transar ni especular, sino de superar a las burocracias y derrotar hoy el plan de Milei. Así lo atestigua la gran presencia del PTS en las facultades y los lugares de trabajo donde hay lucha en todo el país, aportando a la organización desde las bases contra las burocracias para desplegar todas las fuerzas, peleando por coordinar a los sectores en lucha y ofreciendo el debate para un planteo para que la crisis la paguen los grandes empresarios.
Esta ubicación se da bajo la convicción de que la articulación de las fuerzas desde abajo, prefigurando la alianza entre trabajadores y estudiantes como en las mejores tradiciones del Cordobazo, y en un contexto de enorme descontento social que contrasta con la fiesta de los de arriba, puede superar a las burocracias e imponer un plan de lucha que pueda derrotar el experimento liberfacho, en el camino de la huelga general y la construcción de una alternativa socialista y revolucionaria para dar vuelta la historia.
Fernando Scolnik
Nacido en Buenos Aires allá por agosto de 1981. Sociólogo - UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001.