Textil.com produce para grandes marcas como Mimo, Grisino, Topper, Penguin . Cuando bajaron un poco las ventas en el sector textil decidieron patear a la calle a 150 familias. Pero las obreras evitaron la escandalosa maniobra y ocuparon la fábrica. La policía está presente en el lugar. El emocionante momento en que una de ellas arenga a sus compañeros contra “los empresarios que se llenan los bolsillos con subsidios”. Difundamos y apoyemos su lucha.
Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2
Martes 21 de mayo 20:39
“¡¿A dónde está la “inclusión laboral”’, a dónde?! Los empresarios se llenan los bolsillos con los subsidios, dos años los financió el gobierno. Defendamos nuestro trabajo. Tomamos la fábrica, sí. Las maquinas no son de los empresarios… ¡son nuestras, las máquinas son nuestras! ¡Esto es nuestro!”. La mujer que habla es más grande que muchas de sus compañeras. Entre las líneas de producción, toma la posta y les habla. Está llena de bronca pero tiene todo muy claro.
Otro de sus compañeros le explica a uno de los medios locales. “Somos 143 personas que nos vamos a quedar sin trabajo. Y queremos una solución, porque no puede pasar. Ayer hubo un permiso “extraoficial” donde el dueño decía que no nos estaba pagand, entonces entendía que no podíamos viajar y nos daban un permiso para quedarnos en casa. Y resulta que había una movida: estaban preparando todo para llevárselo. Estaban todas las máquinas preparadas para llevárselas. Así que nos enteramos y vinimos todos”.
La maniobra no puede ser tan escandalosa: no te pago así que si querés mañana no vengas, así me puedo llevar las máquinas y dejarte en la calle como un perro. Ese fue el plan de la empresa, propiedad de Carlos Villariño. Ya hablaremos de él.
Lo cierto es que las obreras fueron corriendo hasta la fábrica y la ocuparon. Se sentaron en sus máquinas. En sus overlocks, sus rectas, sus tableros, como un día normal. Entre todas, entre todos, definieron que se iban a quedar ahí exigiendo una respuesta. Van a defender sus puestos de trabajo.
La tristeza te la debo
El tema se conoció en las últimas horas, y los medios locales intentaron hablar con empresarios y funcionarios.
Jorge Robles, gerente de planta, habló con lágrimas de cocodrilo. “La gente no está bien, está disgustada por la situación que estamos viviendo, lamentablemente están en un contexto en el cual no hay solución viable hasta el momento. Pero la realidad hoy es que, económicamente, no está dando la situación para sostener la empresa. Esto sería un cierre definitivo” había anticipado con visible tristeza” comenta el diario El Esquiú.
Las obreras eligieron la bronca y la acción a la “visible tristeza” de quedarse en la casa. “¡Tomamos la fábrica, sí. Las maquinas son nuestras!”. El eco de la obrera resuena.
Otro que dio su parece fue el director de Relaciones Laborales de la provincia, Diego Romero. “Hablé con el gerente de la planta y me manifiesta que efectivamente la decisión es cerrar la fábrica en la provincia”. El funcionario lo dice sin ponerse colorado. Una empresa que fue subsidiada por el Estado Nacional y Provincial, ganó fortunas, quiere estafar a 150 trabajadores dejándolos en la calle con un engaño, y Romero se limita a reproducir las decisiones del gerente.
El relato del “emprendedor”
El dueño de Textil.com es Carlos Villariño. La empresa produce prendas terminadas y se dedica al “servicio de confección” para grandes marcas. Entre sus principales clientes figuran: Mimo, Grisino, Topper, Penguin, Cristobal Colon, 47 Street, y Sporting, entre muchos.
La empresa se afincó en Villa Lugano, igual que otras empresas textiles como RA Intertrading. La explicación es sencilla: allí pueden obtener “mano de obra” de las comunidades inmigrantes que conocen el oficio y viven en las barriadas de la zona sur.
Pero hace algunos años Villariño vio una veta: además de pagar sueldos bajo y en condiciones precarias, se colgó de la “teta del Estado”. Se hizo planero. Hizo un acuerdo con el Ministerio de Trabajo en 2020 para la “reconversión de programas sociales”. ¿Cómo funciona? Las trabajadoras son contratadas un año bajo convenio textil, el Estado paga una parte del sueldo (a través del Programa de Inserción Laboral del Ministerio de Trabajo). Hay que reconocer que es un cambio para trabajadoras desocupadas que cobraban el Potenciar. Lo que no dicen es que están “a prueba” un año (el patrón decide si siguen) y que las escalas salariales textiles son de pobreza: apenas superan los 200 mil pesos para empresas que facturan millones. En definitiva, un programa que entrega como mano de obra barata, flexible e inestable a los "empresarios nacionales”.
En la inauguración de la fábrica Textil.Com, el gobernador Rubén Jalil (PJ) contó junto al empresario cómo se sirvieron de un tercio de las trabajadoras de la planta de Catamarca a través de programas del Ministerio de Trabajo. Además, como denuncia la trabajadora, las máquinas que la empresa se quería llevar las había comprado con beneficios estatales.
Un ejemplo a seguir
Las obreras textiles siguen, en estas horas, sentadas en sus máquinas. Mientras reciben presiones de la gerencia y algún funcionario de turno, discuten entre ellas cómo seguir. Quizás no lo saben, pero están siguiendo el mismo camino que las obreras de Brukman, que tomaron la planta de Once un 18 de diciembre de 2001. O de las obreras de Textil Traful Newen, que fundaron su gestión obrera en noviembre de 2017. Sus patrones habían hecho lo mismo que Villariño. Cada clase tiene sus “mañas”.
Ante la recesión industrial, que marcó 20 puntos solo en los últimos meses, los empresarios siempre eligen el mismo camino: descargar esa crisis sobre sus "esclavos". Ante eso, quedan distintos caminos. Uno, resignarse a quedar en la calle, con “suerte” con una indemnización que “no alcanza para poner un Uber”. La otra, plantarse. Como hicieron las obreras de Textil.com. Ocupar la fábrica para que no se lleven las máquinas, no les dejen un galpón vacío. Exigir los puestos de trabajo. Si la decisión empresaria sigue siendo el cierre definitivo, hay que exigir la expropiación sin pago y que la planta funcione bajo administración de la clase trabajadora.
Las ganancias de unos ricachones no pueden estar por encima de la vida de la única clase que produce.
Lucho Aguilar
Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.