Crónica de las que le pusieron el cuerpo al paro
Cecilia Rodríguez @cecilia.laura.r
Lunes 25 de junio de 2018
Fotos: Enfoque Rojo
Son las 8:19 de un lunes 25 de junio. Patricia Bullrich tuitea: “Por el Puente Pueyrredón se puede circular”. Estoy en Puente Pueyrredón: no se puede circular.
Por cierto: tampoco hay tanta gente que quiera circular. Si no me creen miren las fotos que publicó la ministra, hora pico, Avellaneda-Capital: ni un alma. Lo que sí hay, claro está, son prefectos (y un par de prefectas no muy sororas). De esas hileras uniformadas, los tipos son los únicos que llevan armas largas y algunos las tienen incómodamente colgadas en el centro del cuerpo: media escopeta les sobresale para abajo, entremedio de las piernas. Hablemos de imágenes primitivas...
Apenas al lado de la prefectura, apenas rozando los escudos, un apretado grupo de bufandas y gorros alza las manos para agitar pañuelos verdes.
“Las fuerzas federales están garantizando que aquellos que ingresan puedan ir a trabajar”, tuitea la ministra, desde su casa o su oficina.
“Somos mujeres trabajadoras, y venimo a gritar: paro general”, cantan las otras, desde la calle, al ritmo de A bella chao.
Ellas están al frente de las columnas de la izquierda y el sindicalismo combativo que, desafiando el mandato de paro dominguero de la CGT, decidieron cortar los accesos a la Capital Federal y realizar acciones en las principales ciudades del país.
“Con el último hilo de voz”
“Con el último hilo de voz, te contesto”, me dice Paola, ferroviaria despedida del Sarmiento. Tiene un poco tomada la garganta desde la fría jornada del 13J, pero igual te la agita: “Se ganó la media sanción del aborto legal porque las mujeres ganamos las calles y así lo exigimos. Por eso ahora estamos al frente, contra el FMI, el pago de la deuda y la crisis que nos quieren hacer pagar a todas y todos los trabajadores”.
Valentía de mujeres incansables, que vienen de un primer triunfo y quieren doblar la apuesta: eso se respira. Por ejemplo, en Agustina Chaves, trabajadora del Subte, uno de los sectores que eligió el gobierno para atacar especialmente. “Si la fuerza que demostramos en las calles el 13J la ponemos acá para luchar con nuestros compañeros y compañeras, podemos derrotar a este gobierno”, me dice mientras se acomoda sus dos pañuelos: el verde por el derecho a decidir, el lila por la agrupación de mujeres Pan y Rosas.
A su lado está Marilina Arias. Debajo del pulóver negro se le adivina guardapolvos de maestra. “Estamos en primera fila para enfrentar el ajuste de Macri porque sabemos que va a implicar una mayor carestía de vida para las familias trabajadoras, familias que sostenemos fundamentalmente las mujeres”.
“Somos las que más sufrimos el ajuste, somos las primeras que despiden”, dice Andrea, vistiendo su pechera de la agrupación aeronáutica El despegue. “En mi caso me echan porque siempre estuve al frente de la organización junto con mis compañeros. También me despiden porque frente a jefes acosadores organizamos la Comisión de mujeres aeronáuticas y logramos pararles la mano a los abusos. Es totalmente persecutorio mi despido. El sindicato no hace nada, pero tenemos nuestros delegados que fueron votados por nosotros, discutimos todo en asamblea y ellos me están acompañando. Por esto estamos todos juntos hoy en el corte”.
“Yo estuve acá en el 2001”
“Creo que si hay algo que sabemos las mujeres es de lucha. Siempre en la historia hemos estado a la vanguardia”, dice Myriam Bregman con orgullo y con memoria. “Yo estuve acá en el 2001. Yo vi a las mujeres de los barrios salir a pelear por el pan para sus hijos, en este mismo puente, en esta misma zona sur, asolada por la desocupación y por el hambre. Vi la represión de aquel gobierno. Vi como mataron, en este mismo lugar, a Maxi y a Darío. Ahora quieren hacer un saqueo como ese. Estamos acá porque queremos evitarlo”.
Muy cerca de la legisladora del Frente de Izquierda se encuentra Catalina Balaguer, que también recuerda muy bien el 2001. Por esos años ella fue despedida de Pepsico. Una lucha ejemplar logró su reincorporación y se convirtió en un caso emblemático que sentó jurisprudencia para beneficio de miles que han enfrentado despidos desde entonces. La era macrista la encontró despedida otra vez, por la misma Pepsico: la primera gran represión de este gobierno fue a mujeres como Caty y sus compañeros. Así se fueron cebando las fuerzas represivas de Bullrich, que después desaparecerían a Santiago y lo matarían a él y a Rafael Nahuel. Por eso Caty no podía no estar al frente.
“Le queremos decir a las dirigencias sindicales que si las mujeres pudimos conseguir la media sanción movilizándonos en las calles, ¿cuánto más podríamos conseguir si los sindicatos movilizaran a los millones de trabajadores para parar este ajuste?”.
Festejando sus palabras, las compañeras cantan: “Que lo vengan a ver, que lo vengan a ver, las mujeres cortamos y que lo vea la CGT”.
“La CGT quería un paro para desahogar. Nosotros no queremos desahogar, queremos terminar con el ajuste”, retoma Myriam Bregman. “Queremos evitar un nuevo saqueo como el del 2001. Por eso me parece muy importante que hoy nuestro partido, el PTS, junto con el Movimiento de Agrupaciones Clasistas y las mujeres de Pan y Rosas, estemos en la calle. Esta es la unidad que hay que construir: mujeres, jóvenes, trabajadoras, trabajadores. Así podemos derrotar a este gobierno. Yo espero que este gran movimiento de mujeres, que empezó a expresarse en Argentina con el grito de ‘Ni una menos’ y luego se transformó en una gran lucha por el derecho al aborto, se transforme ahora en una gran pelea contra el FMI y contra todas las políticas de ajuste de este gobierno”.
Son las 10:19 de un lunes 25 de junio. Patricia Bullrich ya no tuitea contra el paro. La prefectura se retira. Las mujeres avanzan.