El 3 de junio se cumplieron 9 años de la primera vez que hicimos temblar la tierra al grito de “Ni una Menos”. Con un gobierno nacional que abiertamente plantea ser misógino, proponiendo anular la ESI, derogar el aborto y prohibiendo el lenguaje inclusivo, tenemos que retomar las banderas del movimiento feminista pero, ¿qué desafíos tenemos hoy?
Viernes 7 de junio 15:00
Pañuelos en la calle
La semana pasada fuimos espectadores de la alfombra roja de dinosaurios que recorrió el gabinete, la semana anterior vimos por tv el show musical de Milei que no logró llenar ni medio Luna Park, un gobierno de se define abiertamente misógino, que hizo campaña hablando de anular nuestros derechos. Y que así habilita, reproduce e instala discursos de odio que tienen por consecuencia ataques terribles como el triple lesbicidio de Barracas hace unas semanas.
La nueva Ley de Bases (que de nueva no tiene nada) que quiere pasar el gobierno por el Congreso la semana que viene, y que se vote el 12 de junio en el Senado, es un paquete de ataques directos a las mujeres y diversidades.
No más jubilaciones, elimina la moratoria por lo que 9 de cada 10 mujeres no podrían jubilarse.
Las pibas deberíamos laburar hasta 10 días antes del parto, y legalizan que nos puedan despedir por nuestra orientación sexual, ideología o religión. Aplazan a 1 año el periodo de prueba, y abaratan los costos para echarnos. Sacan impuestos a los más ricos y nos ponen nuevamente más impuestos a lxs laburantes.
Entre muchos ataques podemos destacar estos que son de los más terribles ataques a las mujeres y diversidades, pero este es un gobierno que no solo nos odia a nosotras, tiene un plan de conjunto contra toda la clase obrera, pretende privatizar la educación y la salud, privatizar empresas estatales y dejar sin jubilaciones a nuestros abuelos.
Mientras tanto los diputados de la UCR y el PRO, levantan la manito para votarles todas las leyes, y los que se pasean por la tele hablando de derechos y ganaron sus bancas haciendo demagogia, se dan vuelta entre gallos y medianoche para que las leyes de este gobierno hambreador pasen. Los sindicatos y centros de estudiantes que dirige el peronismo, también dejan pasar el ajuste callándose la boca y usando como papel mojado para negociar las enormes movilizaciones y muestras de fuerza que fueron el paro nacional del 24 de Enero, 8M, 24M, y la última enorme expresión de la fuerza que tenemos para defender la educación: el 23 de abril.
La cuestión es dónde se pone esa fuerza: el último enorme movimiento que todas recordamos fue la mera verde, post Ni una Menos, en 2019 el peronismo nos dijo a todas las pibas que volvamos a casa y nos quedemos trank porque ellos “volvían mejores” prometiendo llenar la heladera, y la realidad nos mostró que no sólo lejos de llenar la heladera, fue cada vez más difícil llegar a fin de mes, si no que el rol que cumplen hoy para cuidar al gobierno de Milei, paralizando los sindicatos y centros de estudiantes y votandole las leyes mediante actings de rupturas.
Pero hay dos alternativas para enfrentar (o no), al gobierno. Una es negociar con la fuerza de lxs pibxs, y esperar a 2027 para volver sobre tierra arrasada. La otra es organizar la resistencia, y desarrollar la fuerza que YA ESTÁ EN PIE en Misiones, con las docentes que dieron vuelta la provincia luchando por sus derechos, fuerza que se empezó a fogonear en la fábrica textil de Catamarca al grito de las trabajadoras que se plantaron diciendo que las máquinas son suyas. Y lo son!
Nosotras vamos por la segunda, estamos profundamente convencidas de que nuestros derechos no pueden esperar ni un segundo más, es este el momento para defenderlos y conquistar más en la calle. La primera parada es cómo enfrentamos la Ley de Bases, por eso exigimos al peronismo a que convoque paro y movilización el día que se trate, pero también queremos ser las impulsoras de nuevas instancias de debate donde discutir qué desafíos tiene nuestro movimiento feminista hoy, y cómo preparar la resistencia en tiempos de Milei. Para eso, en la facultad de humanidades, lanzamos la cátedra feminsita, con Celeste Murillo y Yamila Balbuena.
Lecciones de los años de pañuelos verdes
Las calles eran verdes. Y eran nuestras. En las aulas se escuchaban discusiones y los pasillos de colegios, facultades, hospitales y fábricas se teñían de la pelea que llevábamos todos los días atada en la mochila, la cabeza y el corazón como pañuelo y bandera. El odio visceral y el nudo en la garganta pero también la fuerza para pelear por más. ¡Por nuestros derechos No Pasarán!
Somos muchas las pibas que nacimos a la vida política al calor de la pelea por el aborto legal y la plena implementación de la educación sexual integral. Y si algo entendimos es que los derechos se conquistan y se defienden en la calle y organizadas, no hay otra.
Pero la pelea por el aborto legal no empezó en 2018, empezó muchos años antes, cuando todo el arco politico, peronistas y radicales estaban contra nuestro derecho a decidir. Cuando Cristina Fernández aseguraba que la sociedad “no estaba preparada para discutir la legalidad del aborto”. Entonces a nosotras nos decían que esperemos, que había que seguir discutiendo y darle tiempo, que había otros problemas.
Pero no esperamos. No había nada que esperar, las cifras de mujeres muertas en abortos clandestino daban asco, por eso con un nudo en la garganta y con la sangre hirviendo de la bronca fuimos a las aulas, en todos los pasillos de los colegios y facultades retumbaban discusiones y las cenas de todas las casas tenían gusto a debate. No quedó nadie sin saber que nosotras peleabamos por el aborto, las redes inundadas de fotos, carteles, las calles pintadas de verde. Millones de pañuelos verdes copamos el congreso al grito de aborto legal.
La primera vuelta todavía algunos dinosaurios se atrevieron a decirnos que esperemos. Y volvimos a las aulas, a los hospitales, a las fábricas. En 2020 lo conquistamos a fuerza de convicción y con la efervescencia de saber y de sentir que estábamos ahí en donde había que estar, y que se nos iba la vida en esa pelea. Porque así era. Yo nunca me había sentido así, fue la primera vez en que muchas sentimos en la sangre el poder de fuego, la fuerza que se siente en el corazón y en las venas cuando ves que coordinando mujeres, diversidades, docentes, médicxs, obrerxs y estudiantes, tenemos la fuerza para darlo vuelta todo. Y para poner en pie algo distinto.
Esa noche que la pantalla enorme del congreso se pintó de verde, todas estallamos en llanto y nos abrazamos y supimos que si lo habíamos conquistado era completamente gracias a nuestra fuerza, porque nadie nos había regalado nada. Nos prometimos nunca más dejar que nos dijeran que teníamos que esperar. Por el aborto no pasarán. Somos más pueblo que milicos.
Y como sabemos que la fuerza está, y que lo expresan todas las peleas que dimos desde el 10 de diciembre que asumió el gobierno, pero también sabemos que para que NO PASEN, tenemos que ser miles copando las calles, apostamos a la organización obrero-estudiantil, que como en el cordobazo, es la clave para pelear contra todos los planes de ajuste.