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Red Internacional
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Opinión. Lecturas: bestiarios y fuerzas del cielo

Lunes 25 de diciembre de 2023 08:00

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Las fuerzas del cielo

La verborragia inflamada de Javier Milei y su acelerada lapicera enredan con facilidad las definiciones sobre su gobierno y lo que deberíamos esperar de ellas. La propia empresa del nuevo presidente propone escaparse de todo encuadramiento previo, más allá de elogios selectivos a pasados gobiernos que admira. Se declara como el primero de su género: el primer outsider sin partido que llega a la presidencia argentina, el primer economista liberal libertario que gana unas elecciones en el mundo, el primer candidato que gana diciendo que va a ajustar y expresando a viva voz lo que cree ser políticamente incorrecto, un “nuevo” régimen.

Es cierto que la historia no ha privado a muchos de ser primeros o adelantados, fundadores o refundadores, outsiders o restauradores. El pormenor es que muchas veces aparecen para interpretar papeles conocidos, papeles que buscan reducir a la servidumbre a los mismos. Hablan y deciden por sí, son preocupados administradores negocios comunes de su clase más allá de lo improvisadas que puedan ser sus respuestas y decisiones. Pero son también actores movilizados por fuerzas sociales que exceden ampliamente su horizonte de autonomía.

En ese sentido, Milei tiene razón cuando afirma con total convicción ser movido por fuerzas extrañas que lo empujan sin haberle dotado siquiera de un ejército provisto de numerosos soldados. Pero “el secreto de la teología es la antropología” [1] decía Ludwig Feuerbach. Y entre fuerzas del cielo o violentos automatismos de relaciones sociales que se reproducen en una economía pantanosa y se transan en el mercado de la política por manos que te suenan de algún lado, hay bastante por discernir todavía.

Antonio Labriola decía que “la mediación de las causas a los efectos, de las condiciones a los condicionados, de los precedentes a las consecuencias, no es nunca evidente al primer vistazo, de igual modo que todas estas relaciones no son nunca evidentes en seguida en el determinismo subjetivo de la psicología individual”. Pero “post factum, y a largo plazo de no premeditados efectos, la historia de los móviles efectivos que fueron causas íntimas de la Reforma, en gran parte desconocidos de los mismos actores, aparece clara” [2] .

Lo evidente del momento económico y el cambiante sentido de la coyuntura política, son también parte de una totalidad concreta mucho menos evidente. Lo nuevo de esta crisis orgánica, sea probablemente una mónada cuyo sentido irreductible no se nos ha revelado todavía porque es una sustancia en pleno obrar. Su presente está efectivamente preñado de porvenir, no por un fin que explique su noción de sí, sino porque el momento de la praxis es todavía acto generador.

Por eso Gottfried Leibniz advertía a quienes creían que los personajes de la historia estaban sometidos a irremediables decisiones externas o la presunción de que el fin que se les había asignado para cruzar el Rubicón era el único posible, ya que encontrará que esta demostración, que este predicado de César, “no es tan absoluta como las de los números o de la geometría”, que las imperfecciones deciden muchas veces antes que las imposibilidades y que “nada es necesario si su opuesto es posible” [3].

Buscar un desarrollo del conocimiento que nos permita comprender los giros y contrastes de esta nueva transición política como una singularidad que expresa tanto procesos más amplios y orgánicos como particularidades empíricas y evidentes, no es fácil. Pero tampoco es algo que debamos resignar. Como explica Manuel Sacristán, “La tesis leibniziana de la existencia de una noción completa de la substancia singular es la expresión más cargada de este tipo de teoría del conocimiento que vive de la pasión por la inteligibilidad de los singular concreto" [4] , una pasión que compartía Karl Marx, para quien el desarrollo dialéctico de la historia (Entwicklung) no sólo buscaba tener una relación tecnológica con la práctica como la que establece la ciencia, sino también otra en la que la reconstrucción de la realidad procure hacer asible el complejo objeto de la actuación política.

No podemos prever si habrá un paralogismo entre el desarrollo histórico y el desarrollo lógico del conocimiento de lo singular, en su sentido aristotélico donde se anudan lo universal y lo particular, un sentido por el que debemos luchar igualmente con todas nuestras energías para intentar escapar de las trampas del empirismo pragmático y los análisis a priori de las relaciones de fuerzas; que en muchos ámbitos se ha convertido en una insoportable ontología del no-da-la-relación-de-fuerzas.

Comprender lo singular de la compleja situación política que atravesamos es imposible sin valorar en ella los horizontes posibles de nuestra práctica y sus fronteras. Una práctica que no puede ser ni espera pasiva, ni resignación pragmática ante las dificultades del cálculo estratégico para actuar en la historia. “La ‘situación’ no es solamente singularización de lo universal y materialidad ofrecida a la acción, ella es también intrínsecamente: conflictualidad interindividual atravesada por la normatividad difundida por la estructura de proyecto de todo actuar de la praxis” dice Emmanuel Barot siguiendo los pasos de Jean-Paul Sartre, para quien “la Historia es un tipo de realidad tal que nada exterior a la Historia puede actuar sobre la Historia. La única forma de acción de una idea o de una ley, es surgir en la historia”. Es que “en la Historia también la existencia precede a la esencia” [5] .

El giro que está tomando el espíritu del país, está vinculado -por supuesto- al espíritu social de la época tan anquilosado como implacable [6], pero también a una necesidad orgánica del espíritu en gestación de las nuevas generaciones de la clase trabajadora y su enorme conflictividad intrínseca. La verdad contingente en el presente la sustancia política tiene un opuesto posible que es proyecto estratégico. Mientras que su verdad necesaria como espíritu finito tiene todavía como principio de razón suficiente la la etapa superior de crisis, guerras y revoluciones.

No vivimos una distopía. No existe una correlación de fuerzas determinada que se imponga a la voluntad de los hombres sin que esta voluntad determine recíprocamente la propia relación de fuerzas. Las masas y la clase trabajadora son extensión de condiciones materiales y subjetivas, pero también de una lucha decisiva de proyectos estratégicos. La extensión de lo que los marxistas llamamos la lucha de clases, recíprocamente condicionada por la economía y las formas de pensar (muchas de ellas subalternas), puede tener todavía algo para decir en la génesis de esta nueva totalidad concreta. Las masas pueden ser polvo social en sobrevalorados sufragios, pero también multitud, columna, acontecimiento, acción independiente, o poder constituyente auto organizado como clase, partido y dirección para tomar en sus manos las riendas de sus propios destinos.

Bestiarios

Mientras el nuevo gobierno toma forma Milei imposta y transpira por ser reconocido como el león de las constelaciones políticas. La calle no parece haber bautizado todavía al advenedizo con un apodo realmente transversal, uno que trascienda el entusiasmo de sus seguidores o el objeto postizo que acicala su cabeza. Es posible y probable que finalmente cuente con uno cuando su imagen en el palacio tome valores más concretos para la calle. Brujos, morsas, tortugas y gatos ganaron su referencia en esta tradición nacional a costa de superar el estado de significantes vacíos capaces de representar cosas antagónicas según a quién le preguntes. Mejor fortuna y virtud que otros tuvo Julio Roca, conocido en sus tiempos como el zorro y como presidente de la primer potencia mundial entre los contemporáneos de la ucronía que profesa el actual mandatario.

Nicolás Maquiavelo advertía que para la particular combinación de fuerza y astucia que se requería para llegar y sostenerse en el poder, era necesario - “ser zorra para conocer las trampas y león para amedrentar a los lobos. Los que solamente hacen de león no saben lo que se llevan entre manos” [7].

Una lectura interesante del teatro zoo antropolítico que presenta Maquiavelo, la encontramos en Jaques Derrida y su libro La bestia y el soberano [8]. En “esta multiplicidad de protagonistas animales, hay por lo menos tres” y “en primer lugar, el enemigo, aquí, el enemigo declarado, es siempre un lobo”. Si el león por sí solo no basta para espantar a los lobos, es preciso el “saber-hacer del zorro”. Por ello Maquiavelo insiste más en la astucia del zorro que en la fuerza del león “una fuerza que ni siquiera nombra” -dice Derrida- “mientras que sí nombra y renombra la astucia: la astucia, es decir, el saber y el saber-hacer como saber-engañar, saber-mentir, saber-perjurar o saber-disimular, el saber-no-hacer-saber del zorro”.

Sobre estos lobos que desafían al soberano, Derrida recuerda también que debajo de las convencionales lecturas sobre el estado de naturaleza, el “Homo homini lupus se encontraba, en su literalidad, mucho antes de Montaigne y de Hobbes, en Plauto”. (…)“«Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non nouit » [9], lo cual se podría traducir -dice Derrida-, como en la traducción de la que dispongo (Alfred Ernout) por «cuando no se lo conoce, el hombre no es un hombre sino un lobo para el hombre»”. Y “no hay que descuidar que esa frase de Plauto se sitúa en boca de un mercader (mercator) y que se trata ahí de una escena capitalística de mercado, de solvencia o de crédito. El mercader no quiere conceder crédito, confiar o prestar dinero a alguien a quien no conoce y que, por lo tanto, podría comportarse como un lobo”.

Este autor recuerda también que “relato de Herodoto dice que la ciudad de los lobos, la polis de los lobos, se disuelve siempre muy deprisa, que el vínculo social se deshace de inmediato, pero que la disolución del vínculo social entre los lobos se confunde en este caso con la hospitalidad ofrecida a Athamas, es decir, a un joven más lobo que ellos y que, por lo tanto, al sentarse a su mesa, ocupa un lugar del que ellos son expropiados. Como si (arriesgo e improviso esta interpretación) la hospitalidad desembocase en un final del vínculo social para la ciudad hospitalaria que, al renunciar a sí misma, en cierto modo, al disolverse, abdicase a manos del huésped que se torna soberano. Éste es asimismo el paso de la bestia a lo propio del hombre”.

No olvidemos la advertencia de Labriola: “Los historiadores, aunque hayan sido tan ingenuos como lo fue Herodoto, nacieron y se formaron siempre en una sociedad nada ingenua, antes bien, muy complicada y compleja” [10]. La polis de los lobos, como la de hombres, es en todo caso un artefacto tan natural como histórico.

Esos pasos seguía Karl Kautsky al buscar los vínculos antropológicos de la conciencia y el sentido del deber con los instintos sociales de los animales. El socialista alemán se apoyaba en Charles Darwin para debatir con ética platónica de Immanuel Kant y -en particular- con los neokantianos. Y veía en la concepción materialista una interpretación ética de distintos fenómenos de la lucha de clases: “es fenómeno conocido que en una asamblea con muchos participantes se respira una atmósfera totalmente distinta que en una asamblea con pocos participantes, y que la masa más grande, por sí sola, también inflama a los oradores. Los hombres en masa no sólo resultan más valientes -lo cual podría explicarse por el mayor apoyo que cada un cree encontrar en el compañero-, sino también son más altruistas, más dispuestos al sacrificio, más entusiastas. Y por cierto, con demasiada frecuencia, más miedoso, más viles, más egoístas, si se vuelven a sentir solos. Esto no vale únicamente para los hombres, sino también para los animales sociales" [11].

Ese sujeto colectivo que resulta una amenaza al instable soberano, puede encontrar entre esas constelaciones un desarrollo muchos más ético y estratégicamente potente del que considera el limitado horizonte burgués. La clase trabajadora decidida a luchar ha sido muchas veces señalada como animal salvaje o criatura mitológica. Confundir la realidad con las cualidades o límites de estas figuras imaginarias resulta de un idealismo estéril. Ningún sujeto histórico tiene en una sola naturaleza. Las masas pueden ser pasivas, manipulables o ingenuas tanto como una fuerza colectiva arrolladora, auto organizada y creadora.

La teoría política clásica también tiene un doble valor para esto, necesario y contingente a la vez. Como dice Eduardo Grüner, Maquiavelo es nuestro contemporáneo porque una izquierda crítica puede interpretar que “esos ‘insumos’ de la política moderna (el instrumentalismo, la ‘pasividad’ de las masas) constituían no sólo una descripción ajustada de los males de la política, sino la contrapartida de otra política posible” [12].


[1Feuerbach, Ludwing; La esencia del cristinanismo; pág. 10; 2006; Claridad.

[2Labriola, Antonio; Del materialismo histórico; págs. 24 y 25; Sempere y compañía Editores. Esta cita puede encontrarse en su idioma origina en la pág 143 de “La concezione materialistica della storia” 1947; Gius.Laterza & Figli.

[3Leibniz, Gottfried; Monadología y Discurso de metafísica; págs. 88 y 89; 1985; Sarpe.

[4Sacristán Luzón, Manuel; El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia. Para profundizar en el tema se recomienda el libro de Juan Dal Maso y Ariel Petruccelli “Althusser y Sacristán. Itinerarios de dos comunistas críticos”, 2020, Ediciones IPS

[5Barot, Emmanuel; Sartre frente a Hegel y Trotsky: los fines y los medios del socialismo revolucionario; 2018; Versiones.

[6“Pero el “espíritu” de una época ¿no actúa de modo indivisible e independiente de la voluntad subjetiva? Evidentemente, en última instancia este espíritu se refleja en todos; tanto en quienes lo aceptan y encarnan como en aquellos que luchan desesperadamente contra él o en quienes se esfuerzan por librarse de él; quienes le vuelven la espalda mueren poco a poco; quienes se resisten a él pueden, a lo más, reanimar tal o cual llama arcaica: el arte nuevo, al plantear nuevos jalones y ensanchar el campo de la creación artística, sólo podrá ser creado por aquellos que se identifiquen con su época.” Trotsky, León. Literatura y Revolución. En https://ceip.org.ar/Introduccion-746

[7Maquiavelo, Nicolás; El Príncipe; pág. 119; 2014; Alianza.

[8Derrida, Jacques “Seminario La bestia y el soberano : volumen I : 2001-2002”; 2010; Manantial.

[9Plauto: Asinaria, II, 4, 86, verso 495.

[10Labriola, Antonio; Del materialismo histórico; pág 13; Sempere y compañía Editores. Esta cita puede encontrarse en su idioma origina en la pág 135 de “La concezione materialistica della storia” 1947; Gius.Laterza & Figli

[11Kautsly, Karl; Ética y concepción materialista de la historia; pág 66; Cuadernos de Pasado y Presente.

[12Grüner, Eduardo; La filosofía política clásica. De la Antigüedad al Renacimiento; pág. 181; 1999; Clacso.