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Red Internacional
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Literatura. Lo marxista en lo kafkiano: A 100 años de la muerte de Franz Kafka

El 3 de junio de 1924, muere de tuberculosis el escritor Franz Kafka, nacido en Praga en 1883, a sus 40 años. 100 años después recordamos sus escritos que han sido reclamados por marxistas a lo largo del mundo, por la pasada y presente sintonía entre la alienación y angustia de sus personajes y la del proletariado.

Jueves 7 de noviembre

Portada: Radio Praga

Portada: Radio Praga

Antes de adentrarnos en su crítica de la sociedad moderna, es importante notar que, a diferencia de muchos autores que han escrito ficción sobre la enajenación y la situación del proletariado como Máximo Gorki o Upton Sinclair, Kafka jamás fue activo políticamente. Pero esta contradicción no era nada extraña en Kafka, sino que todo lo contrario.

A lo largo de sus 40 años, vivió principalmente una “doble vida”. Un judío separado de su identidad espiritual y asimilado al lenguaje y cultura alemana, que contradictoriamente era el lenguaje minoritario en Praga. Excelente y obediente estudiante, quien internamente odiaba las instituciones educativas por deshumanizar y ser autoritarias. Autoproclamado socialista y ateo, a pesar de que nunca participó activamente en la política. Un trabajador respetado por su jefe y admirado por sus colegas, quien odiaba el trabajo y lo que le hacía a los seres humanos. Uno de los escritores más influyentes y leídos en la actualidad, pese a que le pidió a su amigo (antes de morir) que quemara todos sus escritos. Tal vez son estas muchas contradicciones en la vida de Kafka lo que han permitido su interpretación de múltiples formas: desde lo simbólico y lo absurdo, el existencialismo y surrealismo, hasta el marxismo.

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Es esta última interpretación de la obra de Kafka la que ha demostrado ser una de las venas más valiosas para analizar sus escritos. La lucha de clases y alienación atraviesan como eje principal La metamorfosis. En esta historia, un trabajador, llamado Gregorio Samsa, se convierte en un escarabajo mientras duerme. ¿Cuál es la primera preocupación cuando se levanta y se da cuenta de su transformación? ¿Su pérdida de humanidad? No. Que no puede moverse y va a llegar tarde al trabajo. Por lo menos la preocupación de su familia, a quienes ha apoyado por cinco años, es diferente, ¿no es así? No. Lo rechazan hasta su muerte.

¿Qué significa todo esto? La alienación del propio trabajador con su humanidad en el trabajo asalariado capitalista. Alienación que te convierte en un insecto, un dron más explotado hasta su agotamiento físico, mental y espiritual, que cuando ya no puede continuar, es desechado. Pero Kafka también nos recuerda, a través del amor del protagonista por la música antes y después de su transformación, que fuimos creados para más que esto.

Esto continúa en la novela El Proceso, donde Josef K. es arrestado por un crimen que desconoce. A lo largo de todo el proceso judicial, nuestro protagonista se enfrenta a un surreal mundo legal donde todo mundo sabe que es culpable, pero nadie le puede decir de qué. Esto culmina abruptamente con su ejecución. Esta novela es conocida principalmente por su crítica a la excesiva burocracia de la sociedad moderna (experiencia compartida por cualquier persona intentando realizar un trámite en el gobierno o buscando que el seguro valide un accidente). Sin embargo, la historia también se puede leer a partir de cómo la justicia se encuentra fuera del alcance de un trabajador común y corriente que no puede moverse, y mucho menos sobrevivir, dentro de las restrictivas reglas que la ley y el trabajo le imponen.

A pesar de sus críticas a la modernidad y a la situación del trabajador en la primera mitad del siglo XX, Kafka históricamente ha tenido una aceptación tibia por varios sectores del marxismo, especialmente el social demócrata y etapista. Esto es debido a dos razones: su género literario (por combinar el realismo con elementos fantásticos, surrealistas y absurdos contrario al realismo socialista) y su pesimismo sobre la condición humana y el progreso. Esto llevó a muchos a pensar que Kafka y su literatura daban por hecho que el capitalismo era inevitable. De tal manera que ni los dioses podían escaparse, como se expresa en su historia sobre Poseidón y su esclavitud al trabajo, obligado a realizar cálculos y papeleo de los mares hasta el fin de los tiempos. De igual manera, varios grupos tanto de izquierda como de derecha utilizaron su crítica a la burocracia para desafiar el estalinismo, lo que llevó nuevamente a divisiones sobre su recuperación marxista.

A pesar de esto, sus historias indudablemente muestran lo absurdo y decadente de la sociedad capitalista de sus tiempos, situación que no ha mejorado 100 años después de su muerte, además de una clara simpatía con el sufrimiento del proletariado. Y es esto lo importante de él, que incluso si no militaba o tenía una teoría marxista desarrollada, su obra permite ver la absurda alienación del proletariado en nuestra sociedad. Y es en nuestra comprensión de lo absurdo del capitalismo donde podemos empezar a rebelarnos contra éste.