Los 34 mandatarios asistentes a la cumbre firmaron un ampuloso documento denominado “Acuerdo de Lima” con 57 medidas para “acabar” con la corrupción. Gran paradoja en un escenario político donde casi nadie se salva de vínculos con la traslatina de la corrupción “Odebrecht”. Lo que deja claro esta cumbre sin embargo es: la vocación injerencista de EEUU en América latina.
Martes 17 de abril de 2018 11:45
La Cumbre de las Américas, es un espacio esencialmente político que reúne a los 35 presidentes de América. Se dio por primera vez del 9 al 11 de diciembre de 1994 en Miami-EEUU y en sus primeras versiones tuvo como objetivo central buscar la aprobación del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas ALCA, el cual era promovido por los EEUU y tenía un carácter imperialista ya que buscaba consolidar los niveles de dominación económica y política de la potencia norteamericana sobre el resto del continente. Sin embargo, esta iniciativa recolonizadora no llegó a concretarse dando vida a partir de ello a los Tratados de Libre Comercio TLC como nueva forma de dominio bilateral promovida por EEUU.
Esta VIII Cumbre de las Américas, desarrollada en Lima-Perú del 13 al 14 de abril de este año, tuvo un carácter deslucido ya que no contó con la presencia del presidente de los EEUU Donal Trump y del presidente venezolano Nicolás Maduro, quien fuera excluido de la misma por el ex presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski en su calidad de anfitrión de la cumbre (luego Kuczynski fue obligado a renunciar por verse envuelto en temas de corrupción). La conflictiva situación internacional, que se evidenció con claridad con el bombardeo a Siria por parte de los EEUU, Francia y Gran Bretaña y que motivó la ausencia de D. Trump a esta cumbre, contribuyó también a restarle importancia a este evento.
Sin embargo, EEUU no desaprovechó la oportunidad para poner en la palestra y potenciar, a través de los presidentes que le son afines y de su vicepresidente Mike Pense, la estrategia injerencista que vienen ensayando para América y que se sostiene en la supuesta lucha contra la corrupción, razón por la cual la cumbre se denominó “Gobernabilidad Democrática frente a la Corrupción”.
Para, supuestamente, bajar a tierra esta vocación anticorrupción, los 34 mandatarios asistentes a la cumbre firmaron un ampuloso documento de ocho páginas, denominado Acuerdo de Lima que contempla 57 medidas, con las cuales se pretende acabar con la corrupción desde los espacios institucionales del Estado, los mismos que han sido funcionales a los intereses de los grandes empresarios capitalistas.
Los ejes en los que se sostiene este documento son: el “fortalecimiento de la gobernabilidad democrática”, lo cual implica fortalecer las instituciones judiciales y legitimarlas socialmente, tomando como base lo que viene sucediendo en Brasil con el juez Moro; otro punto fue la promoción de “la transparencia y el acceso a la información así como la protección a los denunciantes y el respeto a la libertad de expresión” con lo cual se busca crear un sistema judicial basado en colaboradores eficaces que ayuden a sancionar a quienes sean considerados hostiles, esto se evidencia con mucha claridad a través de Lava Jato y del papel que viene cumpliendo Marcelo Odebrecht preso en los EEUU; otro de los ejes trabajados tiene que ver con “fiscalizar el financiamiento de organizaciones políticas y de campañas electorales” por parte del Estado para de esa manera condicionar directamente a los actores políticos de la región.
A pesar que la Cumbre pretendió, en todo momento, mostrarse muy crítica a la corrupción y al autoritarismo, no dijo nada sobre la reciente caída de Pedro Pablo Kuczynski por temas de corrupción, tampoco se pronunció sobre el indulto al ex dictador Alberto Fujimori quien fuera condenado por delitos de lesa humanidad y ahora está libre, o sobre la situación del golpista Temer quien no solo fue protagonista directo de un golpe institucional en Brasil, sino también está involucrado en temas de corrupción.
Así también, pese a que en la madrugada del sábado 14 de abril se dieron los bombardeos en Siria por parte de los EEUU, la cumbre mantuvo un silencio cómplice sobre estos hechos que, una vez más, ponen de manifiesto la política imperialista de los EEUU, la cual fue defendida y justificada en este evento por el vice presidente norteamericano Mike Pense quien, en su intervención, dijo: “Consideramos que el régimen sirio fue responsable de aquel ataque y que se usaron armas químicas (refiriéndose a los ataques ocurridos a principios de abril)”, cuando todos sabemos que hasta ahora no existe un informe fidedigno que pruebe esta versión y que nada justifica el bombardeo por parte de la armada norteamericana, la cual actuó en complicidad con Francia y Gran Bretaña.
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La cumbre también sirvió para que los diversos presidentes conservadores como Mauricio Macri de Argentina o Juan Manuel Santos de Colombia, se pronuncien contra el gobierno de Nicolas Maduro. Sin embargo el más enfático en este tema fue Mike Pense de los EEUU, quien agradeció al presidente Martín Vizcarra por la “fuerte” posición adoptada por Lima contra el Gobierno de Nicolás Maduro y prometió que “Washington seguirá presionando política y económicamente a Caracas…estamos absolutamente decididos, en esta conferencia y en el futuro, a imponer toda la fuerza de nuestro poder diplomático y económico hasta que las libertades y la democracia se restauren en Venezuela”. A confesión de parte relevo de pruebas. Queda demostrado así la vocación injerencista de los EEUU en América latina.
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