El diputado y referente de las listas del PJ bonaerense dijo que el referente del SMATA logra que haya inversiones automotrices "sin entregar derechos ni salarios". ¿Es así? Breve reseña del rol de Pignanelli y el PJ en los conflictos automotrices de los últimos años.
Miércoles 12 de julio de 2023 10:52
El PJ bonaerense sigue en campaña hacia las elecciones primarias de agosto. Y Máximo Kirchner, líder de la lista de Diputados, esta vez sentó a sus principales aliados en el escenario. Por un lado, a los barones del conurbano, simbolizados por Fernando Espinoza y Verónica Magario, amo y señora de La Matanza. Por otro, la cúpula sindical del SMATA. Ricardo Pignanelli, Francisco “Paco” Manrique y Julián Domínguez (que aunque nunca haya trabajado en una automotriz es un hombre fuerte del SMATA).
El libreto era esperable. Desde el escenario hubo críticas al macrismo, un elogio del gasoducto y un llamado a que los trabajadores del SMATA se comprometan en la campaña. Porque, según Máximo, “en esta elección se define si la Argentina quiere volver a perder tiempo o empezar realmente a construir uno nuevo”.
La frase es muy similar a la que repetía el peronismo en 2019, cuando buscaba recuperar el poder ante un macrismo cuestionado por su gestión. Lo que sorprende es que la use ahora también, después de haber gobernado con el tridente Fernández-Kirchner-Massa durante 4 años.
Pero el momento más aplaudido fue cuando el diputado nacional agradeció a Ricardo Pignanelli y lanzó un elogio: “un dirigente sindical que se preocupa también para que hayan inversiones para su país y al mismo tiempo lo hace sin entregar derechos y el salario de los trabajadores y trabajadoras”. A su lado sonreían Domínguez y también Débora Giorgi, ex Ministra de Industria del kirchnerismo.
La aclaración viene a cuento de que Domínguez y Giorgi conocen de cerca la historia del SMATA. Por ejemplo, durante la anterior gestión kirchnerista, fueron los encargados de atacar a los trabajadores que enfrentaban a las multinacionales que “hacían sus inversiones” pero a costa de rebajar derechos y salarios. Los conflictos de Lear y Gestamp, en 2014, fueron expresión del modelo de “inversiones automotrices” que habían pactado Ford, VW, Renault, FIAT y el peronismo político y sindical.
Los trabajadores, con delegados o activistas combativos al frente, rechazaron que los nuevos trabajadores ingresaran con menos derechos, así como la flexibilización de sus condiciones de trabajo o los despidos. En el caso de Gestamp la cúpula del gremio y la ministra Giorgi actuaron para derrotar el conflicto tras varias semanas de lucha. En el caso de Lear, denominado “el conflicto del año” en una encuesta empresaria, al ataque del SMATA se sumó el de Domínguez (que habilitó los insultos de la patota del SMATA a Nicolás del Caño en pleno Congreso) pero también el de Sergio Berni que con sus gendarmes caranchos y una decena de represiones.
El gremio de Pignanelli y Manrique decidió no solo atacar el conflicto sino además expulsar a los delegados de base del gremio, para que luego sean despedidos.
El SMATA además ha sido un adelantado de las reformas laborales que el peronismo dice rechazar. En sus convenios por empresa ha destrozado el convenio de 1975 y negociado derechos a pedido de gerentes japoneses, norteamericanos o alemanes. El caso de Toyota, que acordó cambiar la jornada laboral, es el más reciente. Pero si uno recorre cada fábrica queda claro cómo las patronales manejan a piacere las condiciones de trabajo, los ritmos, e incluso los salarios obreros, donde los “nuevos”, los contratados y los tercerizados tienen menos derechos que los efectivos.
Sobre ese modelo se gestó el “boom automotriz” durante el primer kirchnerismo pero también las “recuperaciones” de los años siguientes. El salario relativo, o sea la relación entre lo que aumentan las ganancias empresarias y el salario obrero, no paró de caer. Por eso el reparto de la torta de la riqueza generada en la industria registró, en los últimos 6 años, un aumento de la transferencia de los bolsillos obreros a las cuentas empresarias de un 18%.
Otro pasaje del discurso de Máximo llamó la atención. Fue cuando dijo que "entre 1976 y 1983 se llevaban las comisiones internas enteras de muchísimas fábricas de compañeros y compañeras como pasó en la Ford". Lo que no dijo fue el rol de la conducción del SMATA de entonces. Por ejemplo de José Rodríguez, el histórico jefe de la Lista Verde del SMATA. "Pepe" atacó al activismo combativo de los años 70. Por ejemplo en La Matanza, donde ayer se realizó el acto, decidió la expulsión de los paritarios de base y todo el activismo de Mercedez Benz. Muchos de ellos luego serían desaparecidos y el líder del SMATA fue acusado de complicidad. Cuando le preguntaron sobre las desapariciones Rodríguez dijo que "se enteró por la Conadep". Un delegado de base que había estado desaparecido, justamente en la Ford, lo desmintió: "sabía muy bien que había gente desaparecida".
Esa es parte de la historia del SMATA que los candidatos de Unión por la Patria pretenden ocultar.