Le llueven críticas a la UNAM al compartir declaraciones sobre los que compran libros piratas, pues “financian a quienes no respetan el estado de Derecho”.
Miércoles 24 de febrero de 2021
En el marco de la XLII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería se llevó a cabo una mesa que abordaba el tema de la piratería editorial, encabezada por la gerente Legal y de Derechos de Autor del grupo editorial Penguin Random House, Quetzalli de la Concha. Durante la mesa se discutió el problema de los libros pirata y cómo afectan al mercado editorial. De la Concha, al formar parte de la industria privada editorial, no sorprende con estas declaraciones, sin embargo, la UNAM por medio de su cuenta de twitter compartió el documento de la mesa.
Las reacciones en redes sociales, por parte de alumnos, no se hicieron esperar
Unas oleadas de creativos memes inundaron el tuit, junto con comentarios de alumnos y ex alumnos criticando a la UNAM por compartir ese contenido cuando, es bien sabido que, la mayoría de los estudiantes no pueden costear comprar todos los libros que son necesarios para cursar una carrera. Incluso, en todas las bibliotecas de la UNAM, hay un centro de copiado donde se pueden fotocopiar libros enteros a un precio razonable.
Ésta, también es una práctica extendida dentro de los docentes, pues en muchas ocasiones, son quienes deben proporcionar las fotocopias de los libros para que sus alumnos puedan reproducirlas y cumplir con sus tareas, ya que saben que muchos de ellos no podrán acceder a la compra de los textos requeridos en la materia.
Los que hemos cursado por una carrera universitaria, sabemos que los estudiantes sobreviven de copias, y en últimos años, también se ha recurrido a los libros electrónicos o a los PDF de esas mismas fotocopias, pues es irreal que la precaria economía familiar de la mayoría, alance para comprar libros todas las semanas. Sobre todo, con precios que, algunas carreras, como las de medicina, sobre pasan los mil pesos por ejemplar.
Por otro lado, las bibliotecas de la institución tampoco dan abasto con su reducido número de ejemplares para una población estudiantil de cientos de miles de alumnos.
Ahora bien, sabiendo todo esto, ¿por qué la UNAM decidió publicar una nota de esas características?
Elitización de las universidades
Si bien la UNAM no realizó de manera directa estas declaraciones, no es fortuito que las comparta. La máxima casa de estudios, durante muchos años, fue la única alternativa para que cientos de miles de hijos de trabajadores pudieran tener acceso a la educación universitaria. Con un costo de inscripción que no rebasa el peso, por lo que, quien haya sido seleccionado, puede tomar clases.
Sin embargo, en los últimos años, la gratuidad de sus servicios educativos se ha puesto en duda, con facultades que cobran mucho más por la inscripción, diplomados que rebasan los 10 mil pesos y, en general, con una población distinta que se puede ver a lo largo del campus, pues, cada vez es más notorio que, alumnos provenientes de familias acomodadas optan por la UNAM como la encargada de sus estudios.
Ya es una realidad inocultable que, la situación económica precaria que padece la mayoría de la población repercute directamente en el grado académico al que puede aspirar una persona. Por muy “gratuita” que pueda ser una universidad, ser estudiante, siempre implica gastos: de transporte, comida, vivienda.
Ante esta realidad, muchos estudiantes han tenido que definir abandonar sus carreras o no iniciarlas, por tener que laborar y aportar a sus familias. Y lo que han podido sortear a duras penas las problemáticas en los hogares, a diario, tienen que decidir entre comprar algo que mitigue el hambre o sacar un juego de copias para una materia. Pasan horas buscando entre cientos de sitios electrónicos para encontrar ese texto en específico para sacar adelante un trabajo. Estas situaciones, que son bien sabidas por la institución, no las aborda en su nota.
Por el contrario, criminaliza de manera desproporcionada la práctica de la piratería editorial, diciendo que, sus ganancias, terminan en las mismas manos de secuestradores y traficantes de drogas, haciendo al consumidor de libros apócrifos, un cómplice delictivo.
Hay que dejarle claro a los directivos de la casa de estudios más importante de Latinoamérica que, la educación pública y gratuita significa mucho más que cobrar 1 peso la inscripción, ya que, es necesario contar con los recursos económicos para poder sostener a un estudiante durante toda su carrera, como contar con dinero para manutención integral. Pasa también por pagar un salario digno a los maestros encargados de guiar a los alumnos, y pagarles en tiempo y forma, no como a los casi 600 profesores de la Facultad de Ciencias a los que se les deben salarios atrasados e incompletos.
En verdad, las preocupaciones de la máxima casa de estudios deberían ser otras, como, por ejemplo, erradicar los procesos antidemocráticos de selección de directivos que excluyen a los alumnos, profesores y trabajadores de la toma de decisiones; basificar a los más de 40 mil profesores y profesoras que cobran por hora salarios mínimos y sin contratos que defiendan sus derechos laborales. Debería también, preocuparse por garantizar todas las condiciones materiales para enfrentar la violencia de género, poniendo todos los recursos financieros y materiales para evitar las deserciones escolares, para financiar la investigación independiente de las autoridades y a cargo de familiares, organismos de DDHH y organizaciones feministas, frente a los casos de feminicidio y denuncias de violencia género, en lugar de implementar medidas cosméticas y punitivas que refuerzan su aparato represivo y garantizan cientos de expulsiones estudiantiles y despidos injustificados.
Estos son solo algunos de los problemas sobre los que debería declarar la UNAM y no sobre las fotocopias que sacan sus estudiantes, o bien, si quieren hablar de ellas, que sea sobre la realidad que vive la comunidad educativa, de la que, al parecer, está muy distanciada.