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Red Internacional
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Libertades Democráticas. Liliana Mazea “Con Macri, los militares tienen la esperanza de ser amnistiados o conseguir domiciliaria”

A días de un nuevo aniversario del golpe genocida, conversamos con Liliana Mazea, histórica abogada en juicios de lesa humanidad y ex integrante de Justicia YA!

Jueves 23 de marzo de 2017 10:17

Una recorrida por las causas más emblemáticas de lesa humanidad, el devenir de la causa a los integrantes de la Triple A, su perspectiva del balance de todos estos años de juicios y la lucha de sobrevivientes y organismos es el resultado de este encuentro con una luchadora incansable que participó en la causa contra Miguel Etchecolatz, contra el cura Von Wernich, “Mansión Seré”, “Circuito Oeste”, “ESMA” entre muchos otros juicios.

El derrotero de la causa Triple A

La causa que se sigue contra los crímenes de la Triple A ocupó un lugar central en las evocaciones de Mazea, dejando en claro que desde su nacimiento la causa tenía un destino contrario a la memoria, verdad y justicia.

Lo primero que menciona Liliana es la impunidad para con Isabel Perón: “Isabel fue quién consintió, con todo el aparato estatal, los crímenes de la Triple A, pero no hubo tiempo de hacerle juicio político porque la derrocaron”, al recordar la ley 23.062 que fue el salvavidas jurídico de la viuda de Perón. También mencionó con énfasis que “se hicieron muchos sacrificios estos años para que el resultado hasta el momento, sea una condena a 3 años y 2 meses para solo cinco acusados y encima por ser simples integrantes de una asociación ilícita”. Explicando que esto es el resultado de la maniobra judicial de no elevar previamente la causa a juicio por ningún caso especial. Luego agrega que “en la causa Triple A hay una decisión política de no investigar. La Triple A actuó con la aquiescencia del Estado, por eso todo el equipo de Isabelita debería haber estado procesado, todo el gabinete. Acá no hubo voluntad política y la vemos con la pena de 3 años y 2 meses de condena”.

Mazea agrega otros elementos como que “con todos los nombres que se fueron denunciando con las aperturas y los cierres de la causa, nunca se investigó o procesó a nadie, salvo a los muertos, o se desvalorizaron los testimonios; por el resultado que tenemos hoy nos damos cuenta que desde el inicio estaba destinada al fracaso, a pesar que la Triple A fue la antesala del genocidio”. Al respecto mencionó lo que desde el Ceprodh venimos sosteniendo en las distintas presentaciones judiciales: “En Triple A vemos un plan sistemático, que era aniquilar, desde la óptica de los criminales, a los que consideraban comunistas, ese era su objetivo”.

En este sentido compara esta causa con el resto de las causas por lesa humanidad y refiere que: “En las causas de lesa humanidad cuyos juicios orales transcurren a partir del 2006 fue diferente, porque ya se venía trabajando con los organismos, con las víctimas y sus familiares, no así en Triple A. Con el devenir histórico a partir del juicio a las juntas militares genocidas se fueron reconociendo más centros clandestinos, que llegan a más de 600, con reconocimientos de lugares y represores por parte de las víctimas, como surgió por ejemplo en los Juicios por la Verdad, que sirvieron de prueba en los juicios que tramitan actualmente. Cuando se derriban las leyes del perdón a los genocidas ya había una parte de los juicios instruida. Por ello en las reaperturas de las causas, los organismos de DD.HH se presentaron como querellantes y esto produjo apelaciones interminables por parte de los defensores de los imputados”.

“Debemos reconocer a esta altura, que los juicios comenzaron fragmentados, ya que no se sustanciaron en un marco conjunto. Atento la existencia de la masividad, planificación e interrelación de los gravísimos delitos que se juzgaban, no hubo sin embargo un único proceso para juzgar a todos los hechos acontecidos en un mismo circuito o centro clandestino. Y aquí nuevamente la complicidad del Poder Judicial para prolongar la impunidad, porque imputando a unos pocos responsables en cada juicio, se diluía el plan sistemático de exterminio, y conspiraba contra el análisis de los esquemas de responsabilidades de los imputados”.

Esta última reflexión que nos hizo, la llevó a la siguiente: “la dictadura estaba pensada de antemano, no se puede decir que desde el 24 de marzo de 1976 recién se planificó un sistema de represión, por ejemplo ya a fines de febrero se levantaban paredes de ladrillo en las comisarías para alojar a las víctimas en la clandestinidad…”

Luego volvió sobre el sistema de impunidad de la causa Triple A: “¿Qué posibilidad hay de que las víctimas o familiares reconozcan por fotografía, después de 41 años, a sus agresores? Si hubiera existido voluntad política en cada etapa de investigación, sin esperar a que los imputados tengan 80 años o los denunciantes se rindan, hoy la cantidad de condenados sería notoriamente mayor. Es oportuno recordar que uno de los cierres de la causa la propició el Dr. Strassera quien después fue fiscal en el juicio a las Juntas”.

Jueces y empresarios sin banquillo

En otra parte de la charla recordó también la impunidad para los jueces cómplices de la dictadura, lo que oculta detrás de un velo de impunidad el rol del poder judicial a partir del año 1976: “Muy poco se han metido con los jueces de la dictadura, como Brusa o Hooft, que como premio se lo estudia en la facultad”.

Pero también hizo un diagnóstico contundente sobre el rol de la justicia actual: “Por la ESMA pasaron 5 mil detenidos-desaparecidos, los casos judicializados son 800 ¿Dónde están los otros 4.200 que faltan?. Por Vesubio hay cerca de 300 casos judicializados, todos dicen que por ahí pasaron más de 2000 compañeros. Por eso ahora me da bronca cuando hablan de cuántos son, si 8000 o 30.000. Hay gente en Tucumán por ejemplo que actualmente tiene miedo, lo que ha pasado con la escuelita de Famaillá es brutal, no todos los familiares denunciaron las desapariciones de sus hijos o parejas. También mencionó la estrategia actual de los abogados defensores de los militares: “las defensas de los militares hacen la plancha y alargan sus alegatos, esperando que Macri propicie una amnistía, o hasta indultos, pero el retroceso actual es que la mayoría está con prisión domiciliaria, esa es la esperanza de ellos, el desgaste de los juicios”.

Con respecto a los empresarios, la pata civil del genocidio, y artífices del golpe, Liliana Mazea señala: “Fíjate por ejemplo todas las trampas o chicanas jurídicas, por ejemplo de Blaquier para salir airoso, también en Acindar lo mismo, en esa causa no pasa mucho en términos de sanción penal, y las víctimas de la empresa Ford todavía esperan el comienzo del juicio oral. Por eso los abogados querellantes de víctimas particulares o de organismos sentimos gran decepción, sin embargo nuestra presencia en los juicios fue, es y será en honor a los compañeros desaparecidos”. “La justicia llega bien tarde para muchos represores militares o civiles, o nunca llega” concluye.

Julio López

El recuerdo de la desaparición de Julio López se nota que aún la afecta, su tono de vos reflexivo y con un dejo de tristeza lo expresa, respecto a esto nos refirió que: “El día de los alegatos en un cuarto intermedio nos fuimos a hacer la denuncia de que lo habían secuestrado.” ¿Lo de Julio López es lo peor que viviste?, le preguntamos, a lo que sin dudar nos dijo “Si, fue lo peor que me tocó. Para los sobrevivientes fue como un ’déjà vu’”.

Para qué seguir la lucha contra la impunidad

Esta reflexión fue la que más nos impactó: “Mientras no haya justicia plena siempre estaremos al borde de volver al pasado, si no hay conciencia de lo que pasó podemos ser victimas otra vez por eso solicitamos que se falle por el reconocimiento judicial de Genocidio por parte de la Justicia argentina, que permitiría a toda la sociedad no sólo prevenir, rearticularse y solidarizarse con hechos que ofenden a toda la humanidad, sino que también posibilitaría la resistencia firme a cualquier intento de reinstalación de estas prácticas”

Mensaje a las nuevas generaciones

Para finalizar, nos deja un mensaje a las nuevas generaciones: “Que estudien y luchen. Que se sensibilicen por el oprimido, que traten de cambiar el sistema. Hay que retomar la tradición de los abogados de los ´70”.