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Los pueblos originarios y el saqueo imperialista en sus territorios: ¿qué hacer para vencer?

Natalia Morales

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Los pueblos originarios y el saqueo imperialista en sus territorios: ¿qué hacer para vencer?

Natalia Morales

Ideas de Izquierda

El Tercer Malón se levantó contra el régimen en Jujuy y el plan de saqueo en sus territorios. Su ejemplo resuena en el triángulo del litio y en el sur donde avanza el fracking en Vaca Muerta en territorio mapuche. ¿Qué alianzas se pueden tejer para enfrentar el consenso extractivista ahora con la ultraderecha en el Gobierno? Primeras reflexiones.

Uno de los objetivos del Gobierno de Gerardo Morales con la reforma parcial de la constitución en Jujuy fue dar más garantías a las multinacionales que avanzan con el saqueo de los bienes comunes naturales en el país y en latinoamérica. Regimentando la protesta social con la prohibición de cortes, a medida de lo requerido por la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson, quién pretende militarizar territorios donde existan resistencias protagonizadas por los pueblos originarios o movimientos socioambientales en la zona andina, en el sur, o en la amazonia donde se encuentra el acuífero guaraní.

El triángulo del litio compartido con Chile y Bolivia es un territorio donde viven pueblos como el kolla y atacama desde tiempos ancestrales más allá de las fronteras nacionales y vienen resistiendo al extractivismo desde hace algunos años. Lo mismo ocurre en Neuquén, en territorio mapuche donde la multinacional Chevrón en un acuerdo con YPF extrae petróleo y gas con permanentes tensiones y conflictos desde el año 2013.

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En Argentina se sostiene una estructura legal y jurídica colonialista, heredada del menemismo que permite el saqueo a cielo abierto del sector privado (la mineras pagan en concepto de regalías hasta el 3% de lo que declaran en boca de mina, y en el caso de los hidrocarburos, entre el 8 y el 12 %]), al mismos tiempo que se agregan modificatorias para favorecer el negocio verde que es parte de un nuevo ciclo de acumulación capitalista a nivel mundial en nombre de la transición energética corporativa, que no ataca los problemas de la crisis ecológica actual y más bien los agrava.

Los intereses geopolíticos y el avance de las corporaciones y empresarios locales en el negocio de la energía renovable y no renovable, chocan contra los intereses de los pueblos originarios y sus peleas pasadas y presentes. También con quienes son garantes de ese consenso extractivista hoy con un negacionista del cambio climático como el recién elegido presidente Javier Milei, en alianza con Bullrich y Macri, y gobernadores de oposición de derecha y del peronismo como Morales (Jujuy), Saenz (Salta) y Jallil (Catamarca) nucleados como Norte Grande, o de Arcioni (Chubut) y Gutierrez (Neuquén) y un Estado que históricamente avasalló a los pueblos originarios.

Arriba las Whipalas, abajo el saqueo en los territorios

La conformación del Estado capitalista fue a costa de sangre y fuego, y de un genocidio hacia los pueblos originarios. Reclutados por la fuerza para el trabajo en enclaves productivos y desposeídos de sus tierras, soportaron masacres y el accionar racista durante décadas. Los asesinatos recientes de Lucas Gonzalez, como también de Rafael Nahuel, Elias Garay, y tantos otros hermanos y hermanas indios, o la violencia estatal reciente en Jujuy, es sólo un nuevo capítulo de una larga historia de lucha por el reconocimiento de sus derechos sociales, culturales y políticos y de resistencia en los territorios.

En el levantamiento contra la Reforma en junio de este año en Jujuy las comunidades originarias tuvieron un importante protagonismo.

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La emergencia del Tercer Malón por la Paz, nucleando a comunidades indígenas de toda la provincia, logró -radicalizando las acciones que había en ese momento- poner como agenda, como parte de la confrontación a la Reforma, la lucha que vienen dando en estos años en defensa del agua y sus territorios ancestrales ante el avance del saqueo de bienes comunes como el litio y otros negocios. Sumado a eso, la deuda histórica (que se expresó en el Primer y Segundo Malón por la Paz) de entrega de títulos comunitarios que ningún gobierno garantizó en más de un siglo.

Con esta enorme fuerza desplegada y la unidad de diferentes sectores con sus demandas específicas en la lucha común contra la Reforma, ¿qué faltó para hacerla caer? ¿Qué lecciones deja la lucha para pensar hacia adelante ante un Gobierno de extrema derecha? Si los problemas no resueltos siguen latentes, ¿cómo fortalecer la pelea para no sólo resistir o defenderse ante los ataques del gobierno y los planes de saqueo imperialistas?

¿Qué hacer?

La alianza entre las comunidades indígenas del Tercer Malón cortando las rutas en territorios, con las y los docentes que estuvieron a la cabeza de las masivas movilizaciones sosteniendo paros por más de 30 días, a la que se sumaron trabajadores estatales, jóvenes e integrantes de organizaciones sociales. Se generaron las condiciones para tirar la Reforma, donde el Gobierno tuvo que retroceder quitando artículos antiderechos e incluso otorgando aumento considerable a las y los docentes. Estaba planteado, en los días más álgidos tras las represiones cuando se multiplicaron los piquetes, que las direcciones de las centrales sindicales como la CGT y la CTA, dirigidas por el PJ, convoquen a la huelga general para que pare la minería (cuyo sindicato AOMA se solidarizó con la lucha y los trabajadores, muchos indígenas, iban a los cortes en solidaridad con la pelea de sus mismas familias), el transporte y los ingenios.

La lucha desde los territorios confluyendo con las luchas en los principales sectores productivos y de las grandes ciudades manejadas por trabajadores es clave. Si se frena la producción desde afuera - cortes de ruta que impidan el transporte de bienes y mercancías- y desde adentro - con paro o huelgas - se pone en jaque la ganancia de las multinacionales y grandes empresas, el corazón de la disputa por el poder económico, lo que puede verdaderamente torcer el poder político en favor de los sectores populares.

El proceso de lucha fue retrocediendo y quedaron aislados sectores que mantuvieron medidas como las comunidades que definieron continuar las mismas en Buenos Aires. A la par que sectores vinculados al Gobierno Nacional impusieron una política de desvío y confianza en las instituciones del Estado como la Justicia, el accionar del mismo presidente, y de salidas por arriba como el planteo de intervención de la provincia. El Gobierno de Morales y su socio Rivarola quedaron debilitados pero continuaron los ataques y persecuciones.

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Los problemas estructurales de una provincia y un país sumido en la pobreza y la dependencia, profundizando el extractivismo, siguen abiertos, más aún cuando Milei ya marca los lazos de su Gobierno con el imperialismo yanky. La experiencia realizada en la lucha contra la Reforma dio muestras de qué sectores y sujetos son claves, tanto en el manejo de los resortes de la economía como en el control territorial.

Otra muestra de la fortaleza de esta unidad se vieron en Neuquén en el 2021, en la lucha histórica de trabajadores de salud, a los que llamaron “los elefantes”, donde comunidades mapuches junto a trabajadores de la salud cortaron las rutas de acceso a Vaca Muerta en solidaridad con las y los esenciales, pero también con sus demandas, y lograron torcerle el brazo al poderoso Movimiento Popular Neuquino, a favor de las demandas de la salud.

Una pelea internacionalista

Los pueblos originarios han sido protagonistas de importantes luchas en latinoamérica ante gobiernos reaccionarios y serviles a los planes del imperialismo, como la guerra del gas-y el agua, y contra la dictadura en Bolivia, en Perú, Ecuador, Brasil.

Así como los pueblos indios se reconocen más allá de las fronteras impuestas por el Estado, la clase trabajadora, como sujeto clave, tiene el enorme desafío de romper las mismas y tomar esta pelea internacionalista en sus manos. En Argentina, Chile o Bolivia quienes trabajan en la actividad litífera y de otros minerales, o de los hidrocarburos, claves de la economía y los servicios.

También en países imperialistas como Estados Unidos o Alemania, donde llegan las materias primas extraídas de latinoamérica para la industria, como la automotriz. Recientemente en esos países los trabajadores, denunciando las pésimas condiciones laborales y el negocio de la transición energética empresarial, se unieron con sectores ecologistas por sus derechos y en defensa del ambiente, y ven con buenos ojos la resistencia indígena en las zonas de sacrificio.

Superando las divisiones corporativas, sectoriales e incluso las fronteras nacionales, la lucha se fortalece. Con instancias de coordinación y organización que permitan encontrarnos desde diferentes sectores y movimientos como el socioambiental y el de mujeres, se pueden discutir y confrontar acciones para la resistencia, pero también para construir una salida colectiva y mucho más democrática, donde se atiendan las necesidades de la mayoría de la población.

Territorios y bienes comunes: ¿para qué?, ¿para quiénes?

La alianza de la clase obrera y las comunidades originarias es estratégica porque compartimos los mismos enemigos. Un Estado - y sus gobiernos - que oprime a los pueblos originarios, a las mujeres, que explota a las y los trabajadores, y degrada y destruye la naturaleza, al servicio del capitalismo. Pero además, la clase trabajadora junto a los sectores oprimidos, puede comandar una nueva forma de producción y reproducción que ya no sea en función de la ganancia privada, como es bajo el capitalismo.

¿Podemos pensar en una sociedad organizada desde abajo de “productores libres asociados” donde se respete la cosmovisión y derechos políticos, sociales y culturales de las comunidades indígenas, donde cada avance sea en común acuerdo entre trabajadores y pueblos originarios en los territorios para el cuidado y uso de los bienes comunes naturales? Donde se pueda planificar la misma de forma integral y diversificada al servicio de las mayorías y no del despojo, saqueo y contaminación capitalista. Donde cada bien común de ser necesario sea socialmente aprovechado, con el conocimiento y técnicas que puedan desarrollarse para un uso racional y ecológico de los mismos, como parte de una verdadera transición energética? ¿Donde el transporte, la energía, el agua, los alimentos, la tecnología, dejen de ser negocios y si derechos a los que todas y todos tengan acceso?

Desde el PTS y nuestra organizaciones hermanas nucleadas en la Fracción Trotskista Cuarta Internacional opinamos que sí. Por eso construimos una herramienta política de las y los trabajadores, independiente del Estado y de los gobiernos capitalistas, que pueda plantear y proponer en cada proceso de lucha y en los movimientos que se desarrollan una perspectiva antiimperialista, anticapitalista y socialista ante la crisis actual que vivimos las mayorías y los planes de ajuste y saqueo sobre nuestras vidas y los territorios.

Así como lo hicimos en la importe lucha contra la Reforma en Jujuy, con nuestras humildes fuerzas, llevando a la práctica el parlamentarismo revolucionario desde la Constituyente, impulsando la más amplia unidad, como la Coordinadora contra la Reforma de la que fuimos parte, y desde las agrupaciones de docentes y la juventud, o lugares conquistados como la Seccional Rural de la UATRE 877 Ledesma. Como también poniendo en pie organismos que nuclearon a los sectores más conscientes de la lucha como fue la Asamblea del Pueblo en la capital jujeña.

Mientras seguimos acompañando y apoyando la lucha de los pueblos originarios de Jujuy y del Tercer Malón en la provincia y con más de tres meses de permanencia en la Plaza Lavalle, al frente de la Corte Suprema, en la Ciudad de Buenos Aires, queremos profundizar el debate e intercambio que venimos realizando junto con Raúl Godoy*, con nuestras hermanas y hermanos originarios sacando lecciones de las peleas dadas y sumar fuerzas para futuros embates.

El triunfo presidencial de la derecha de Javier Milei junto a Victoria Villarruel aceleran tareas preparatorias. Proponen la derogación de la Ley 26.160 de Emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que habitan las comunidades indígenas desde tiempos ancestrales, tildándolas a las mismas de usurpadoras. Sumado, al apoyo del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden y del embajador Marc Stanley, y el ex presidente Donald Trump, que profundizará el plan de sometimiento de los pueblos latinoamericanos al imperialismo yanky. Son ellos o nosotros.

* Reflexiones realizadas al calor del proceso de lucha contra la Reforma y en Plaza Lavalle de CABA junto a Raúl Godoy, dirigente del PTS FIT y de la fábrica recuperada Zanón.


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Natalia Morales

Diputada provincial PTS-FIT, Jujuy | @NatuchaMorales