En la medida en que la guerra continúa en Ucrania, los países de la OTAN están mandando miles de millones de dólares en armas al gobierno de Zelensky. Estos envíos de armas han generado simpatía en países de occidente, incluso entre sectores de la izquierda.
Domingo 3 de abril de 2022 12:24
Este artículo fue publicado originalmente en el sitio Left voice, parte de la Red Internacional de La Izquierd Diario
La invasión rusa de Ucrania ha obligado a millones de personas a huir de sus hogares y ha matado a miles de ucranianos y rusos. El ejército ucraniano ha conseguido frustrar una rápida victoria rusa, pero a medida que la guerra se alarga, Rusia ha recurrido a tácticas más brutales, como el bombardeo de zonas civiles y la toma de rehenes.
Las potencias imperialistas occidentales se han opuesto a la invasión, pero hasta ahora han evitado un enfrentamiento militar directo con Rusia. En cambio, los gobiernos de los países de la OTAN, y Estados Unidos en particular, han estado enviando armas valuadas en miles de millones de dólares al gobierno ucraniano. Esto forma parte de un esfuerzo por reforzar su alianza política y estratégica con el gobierno de Volodymyr Zelensky.
Muchos sectores obreros de Estados Unidos y Europa, incluidos muchos de izquierda, apoyan esta ayuda militar: según las encuestas, entre el 60 y el 70 % de los habitantes de los principales países de la OTAN están a favor de estas políticas. Pero esto no es algo que los socialistas deban apoyar. Como socialistas, nos oponemos a la invasión reaccionaria de Putin, pero eso no significa que apoyemos al gobierno proimperialista de Zelensky. Tenemos que plantear una orientación obrera independiente.
Los trabajadores de todo el mundo, incluida la clase obrera rusa, deben organizarse para poner fin inmediatamente a la guerra, en contra de los intereses de nuestros propios gobiernos. Pero en las famosas palabras del teórico militar prusiano Carl von Clausewitz, la guerra es sólo la continuación de la política por otros medios. Si queremos detener el derramamiento de sangre en Ucrania, debemos oponernos a todas las políticas imperialistas que han conducido a ella, incluyendo la mayor expansión de la OTAN y la semicolonización de Ucrania a través de instituciones imperialistas como el FMI.
Esto también significa oponerse a más envíos de armas a la región, incluyendo acciones directas para detener los transportes, ya sean suministros rusos que llegan por ferrocarril a través de Bielorrusia o cohetes Javelin estadounidenses que llegan a través de Polonia y Rumanía.
Posiciones confusas en la izquierda
Entre las masas, el apoyo a los envíos de armas es comprensible. Vemos imágenes horribles de tropas rusas bombardeando edificios de apartamentos y familias acurrucadas en estaciones de metro. La gente quiere hacer algo, cualquier cosa, para acabar con esta destrucción sin sentido. Los gobiernos y los medios de comunicación de la burguesía presentan una única opción: enviar armas.
Pero la izquierda debería ser capaz de ver a través de tales afirmaciones: los envíos de armas son, sobre todo, una subvención masiva para los fabricantes de armas occidentales. La OTAN nunca ha estado interesada en garantizar la democracia o la autodeterminación del pueblo de Ucrania. Todo lo contrario: han dirigido una campaña durante décadas para someter a Ucrania bajo su control.
Aun así, un intelectual socialista como Gilbert Achcar, aunque opina que se opone a la intervención militar directa y es neutral en la cuestión de las sanciones, ha dicho: "Estamos sin dudar a favor de la entrega de armas defensivas a la resistencia ucraniana". Esta posición es compartida por diferentes tendencias socialistas, incluida la revista Tempest de Estados Unidos, [1] el Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional, así como la UIT-CI, la LIT-CI y el MST-LIS de América Latina. [2]
A los defensores del envío de armas al ejército ucraniano les gusta citar un pasaje concreto del ensayo de León Trotsky "Aprendan a pensar", escrito en 1938, en el que esboza un caso hipotético:
Supongamos que mañana estalla una rebelión en la colonia francesa de Argelia bajo la bandera de la independencia nacional y que el gobierno italiano, motivado por sus propios intereses imperialistas, se prepara para enviarle armas a los rebeldes. ¿Cuál debe ser la actitud de los obreros italianos en este caso? Intencionalmente he tomado un ejemplo de rebelión contra un imperialismo democrático con la intervención a favor de los rebeldes de un imperialismo fascista. ¿Deben los obreros italianos evitar el envío de armas a los argelinos? Dejemos que los ultraizquierdistas se atrevan a contestar afirmativamente esta pregunta. Cualquier revolucionario, junto con los obreros italianos y los rebeldes argelinos, repudiarían tal respuesta con indignación. Aunque al mismo tiempo estallase una huelga general marítima en la Italia fascista, los huelguistas deberían hacer una excepción en favor de aquellos barcos que llevasen ayuda a los esclavos coloniales en rebelión; de otra forma no serían sino viles sindicalistas, no revolucionarios proletarios.
Se expresó de igual forma con un caso hipotético diferente en otro ensayo de 1939:
Si mañana Hitler se viera obligado a enviar armas a los indios insurrectos, ¿deberían oponerse los trabajadores a esta acción concreta mediante huelgas o sabotaje? Por el contrario, deberían asegurarse de que los revolucionarios recibieran las armas lo antes posible.
En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Trotsky subrayaba la centralidad de las luchas antiimperialistas y anticoloniales para la revolución mundial. La guerra que se avecinaba no era un enfrentamiento entre la democracia y el fascismo, sino una guerra entre diferentes potencias imperialistas para repartirse el mundo. Trotsky exigía que la clase obrera de los países imperialistas apoyara incondicionalmente a los movimientos de liberación nacional, incluso si estos movimientos se veían obligados a aceptar algún apoyo limitado de los gobiernos reaccionarios.
Trotsky entendía que cualquier victoria contra una potencia colonial debilitaría el control del imperialismo sobre el mundo entero. Si una colonia era capaz de liberarse del imperialismo francés o británico, esto acabaría debilitando también al imperialismo italiano y alemán. Así, una hipotética ayuda de Hitler al movimiento independentista indio acabaría debilitando a la Alemania nazi, que por cierto, esta es la razón por la que los casos descritos por Trotsky siguieron siendo completamente hipotéticos: los gobiernos alemán e italiano no dieron prácticamente ningún apoyo a los movimientos contra el colonialismo británico o francés. Los fascistas entendían que cualquier victoria antiimperialista acabaría perjudicando sus propios intereses).
Ahora podemos preguntar: ¿esta analogía se aplica a la guerra actual en Ucrania? Zelensky está siendo comparado con el Che Guevara (y en una portada de una revista que parece sacada de La Guerra de las Galaxias), además, algunos izquierdistas han dicho que sus demandas de armar al gobierno ucraniano son iguales a las que se hicieron hace 50 años, cuando los movimientos antiguerra pedían armas para el Viet Cong.
Pero hay una persona que seguramente se opondría a tales comparaciones: El propio Volodymyr Zelensky. A finales del mes pasado anunció la prohibición de todos los partidos incluso aquellos remotamente izquierdistas o socialistas. Los grupos abiertamente fascistas y nazis, por su parte, siguen formando parte de la guardia nacional ucraniana. El programa de Zelensky ha sido durante mucho tiempo integrar a Ucrania en estructuras imperialistas como la OTAN, la Unión Europea y el FMI. Las riquezas del país ya están siendo explotadas despiadadamente por el capital imperialista. Zelensky, un representante de un puñado de oligarcas, quiere intensificar ese sometimiento.
Es ridículo describir la política de Zelenskyy como "antiimperialista". Es explícitamente pro-imperialista. Si es posible hacer alguna analogía con Vietnam, entonces el gobierno ucraniano es como el de Vietnam del Sur, que también recibió innumerables armas de Estados Unidos.
Como discutimos en un debate con Stathis Kouvélakis y Gilbert Achcar, una victoria de Ucrania debilitaría a Rusia, pero también fortalecería a la OTAN y, por tanto, al imperialismo. El propio Achcar ha admitido que Estados Unidos está tratando de convertir a Ucrania en un "estado vasallo", o régimen títere, del imperialismo estadounidense, y una victoria ucraniana llevaría a esta "vasallización". En un caso clásico de patriotismo social, Achcar sostiene que la dominación occidental es preferible a la "esclavización" por parte de Rusia.
En los dos casos hipotéticos que Trotsky mencionó, se refería a movimientos genuinamente anticoloniales. Imaginemos otro caso hipotético en el que los "indios insurrectos" fueran nacionalsocialistas que lucharan por convertir el país en una colonia alemana. ¿Alguien cree que Trotsky los habría apoyado? La principal consigna de Trotsky para asegurar la libertad de Ucrania era:
La completa independencia del partido proletario como vanguardia de los trabajadores.
Esto sigue siendo fundamental hoy en día. Sin embargo, los socialistas que están a favor del envío de armas expresan su total apoyo a la política central de sus gobiernos.
El carácter de la guerra
La izquierda está confundida porque esta guerra es compleja. No es un simple conflicto interimperialista, y no sólo porque las tropas de la OTAN se abstengan hasta ahora de cualquier confrontación directa con Rusia. Además, es engañoso incluir a Rusia y a las potencias de la OTAN en la misma categoría de "imperialismo". El presupuesto militar de Estados Unidos es 10 veces mayor que el de su homólogo ruso, y el gasto militar total de toda la OTAN es más bien de 15 a 20 veces mayor que el de Rusia.
Las fuerzas de la OTAN han sido responsables de guerras reaccionarias en todo el mundo, incluyendo los ataques a la antigua Yugoslavia, Afganistán e Irak, al tiempo que apoyan la actual masacre de Arabia Saudí en Yemen. Las intervenciones reaccionarias de Rusia, por el contrario, se limitan a su periferia, principalmente en la antigua Unión Soviética. Las fuerzas de Putin han sostenido dictaduras reaccionarias en Kazajistán, Bielorrusia y Siria. Pero su destreza militar, mucho más débil, se pone de manifiesto con su incapacidad para derrotar a las fuerzas ucranianas, que son inferiores, tras un mes de combates.
La debilidad económica de Rusia es mucho más dramática, como ha demostrado su vulnerabilidad a las sanciones occidentales. La economía rusa depende de la tecnología y la financiación de Occidente, y las principales exportaciones del país consisten sobre todo en materias primas. Así, en la lucha por controlar Ucrania con inversiones, Rusia no puede competir con el capital de Estados Unidos y la UE, y esto es lo que hizo que Putin creyera que una invasión militar era de interés estratégico para el país.
La agresión de la OTAN ha ampliado el perímetro de la alianza hasta la frontera rusa. Sin embargo, los políticos imperialistas han tratado de presentarse como si todos estuviéramos bajo la amenaza inminente de Rusia. Un punto álgido de la hipocresía proviene de la ex secretaria de Estado Condoleezza Rice, que difundió mentiras sobre las "armas de destrucción masiva" para justificar la invasión asesina de Irak. Ha condenado la invasión de Ucrania como un "crimen de guerra", como si ella no fuera personalmente responsable de crímenes mucho mayores.
Ahora los países imperialistas están utilizando la guerra reaccionaria de Putin como excusa para realizar aumentos históricos en el gasto militar (a pesar de que estos estaban previstos antes de la invasión de Putin). El gobierno alemán quiere gastar 100,000 millones de euros más en la Bundeswehr, mientras que el nuevo presupuesto de Biden pide 31,000 millones de dólares más en gastos militares. Los socialistas deben oponerse a todas las formas de militarismo: "ni un hombre ni un centavo", como decía Wilhelm Liebknecht. Las armas para el gobierno de Ucrania están sirviendo como puerta de entrada para vender el militarismo a una población que, por lo demás, es escéptica.
Un argumento desde la izquierda contra la ayuda militar a Ucrania
La invasión rusa de Ucrania es injustificable y debe ser resistida y condenada por los socialistas de todo el mundo. Independientemente de las acciones de la OTAN, no hay excusa para la invasión rusa de Ucrania. Los que hacen apología de la invasión, los que culpan exclusivamente a la OTAN o afirman que Rusia no tenía otra opción, los que afirman que los socialistas deberían apoyar a Rusia contra la OTAN o contra Ucrania, esas personas sólo confunden los intereses de los trabajadores con los de sus gobiernos y se ciegan al hecho de que la lucha contra el imperialismo es fundamentalmente una lucha de las clases trabajadoras por una solución socialista a los horrores perpetrados por sus gobiernos.
Asimismo, los socialistas deben condenar las provocaciones de la expansión de la OTAN y los intentos, de Estados Unidos en particular, de utilizar los conflictos en países como Ucrania para debilitar a Rusia y convertir a Ucrania en un apéndice del imperialismo estadounidense. Y esto incluye rechazar la falsa idea de que los trabajadores deben apoyar a cualquiera de los actores de este conflicto, política o militarmente. Apoyar los envíos de armas a Ucrania puede parecer la mejor manera de ayudar al pueblo ucraniano a resistir la invasión de Rusia, pero tales argumentos oscurecen el verdadero origen del conflicto y las verdaderas soluciones que realmente están disponibles para el pueblo trabajador o Rusia y Ucrania.
Para Estados Unidos y la OTAN, la ayuda militar al gobierno de Zelensky no tiene nada que ver con la autodeterminación ucraniana ni con la protección de las vidas de los civiles, y sí con el avance de los intereses estadounidenses en la región. Estados Unidos ha estado tratando de convertir a Ucrania en un régimen títere desde al menos 2014, y los más de 13,000 millones de dólares en ayuda recientemente aprobados por el Congreso —aproximadamente la mitad de los cuales son en forma de envíos directos de armas— son efectivamente un pago inicial de esa compra.
Como una forma de guerra por otros medios, esta ayuda militar no ayudará a los ucranianos, sino que, por el contrario, sólo fortalecerá los intereses del imperialismo estadounidense, haciendo simultáneamente que Ucrania sea más dependiente del apoyo de Estados Unidos y debilitando a Rusia como potencia regional. Como quedó claro en el último discurso de Biden en Varsovia, esta es la guerra de Washington tanto como la de Ucrania.
Aunque el estallido de la guerra ha sido terrible para los ucranianos (y tampoco muy bueno para la clase trabajadora rusa), ha sido genial para la OTAN. La guerra no sólo ha reforzado los deshilachados lazos entre países de la OTAN como Alemania y Estados Unidos, sino que también ha dado a la organización una legitimidad renovada a los ojos de muchos europeos. De hecho, varios países que antes rechazaban la pertenencia a la OTAN, como Suecia y Finlandia, ahora están considerando la idea de unirse a ella.
Además, en contra de las esperanzas pragmáticas de una parte de la izquierda, es probable que esa ayuda haga muy poco para terminar la guerra a favor de Ucrania. Inundar el país con armas avanzadas de Estados Unidos, como los misiles antitanque Javelin, puede causar más bajas rusas, pero no hará que Rusia se sienta más inclinada a negociar un alto el fuego. Por el contrario, un suministro interminable de armas sólo conducirá a un sangriento estancamiento. Eso no beneficia a los ucranianos ni a la clase trabajadora rusa, pero las potencias occidentales tendrán una mayor influencia geopolítica, mientras que los fabricantes de armas verán cómo se disparan sus acciones.
Los que apoyan el suministro de armas a Ucrania responderían que, sin el apoyo occidental, los ucranianos estarían indefensos. Estos argumentos, por muy bienintencionados que sean, hacen pensar que la clase trabajadora sólo tiene dos opciones en este caso: ponerse del lado de Rusia o del lado de Ucrania. Pero no es así. Podemos ponernos del lado del pueblo trabajador tanto de Ucrania como de Rusia y, al mismo tiempo, rechazar los intereses de los Estados Unidos, de Ucrania y de Rusia. De los muchos resultados posibles, simplemente no hay un resultado "menos malo" que pueda lograrse apoyando la ayuda militar, las sanciones u otras formas de intervención occidental.
Consideremos, por ejemplo, lo que los partidarios de una victoria ucraniana llamarían el mejor de los casos: es decir, una rápida derrota y retirada rusa que ponga fin rápidamente a la guerra. En primer lugar, ese resultado es muy improbable y aún más improbable que se determine sólo por los envíos de armas. Incluso si este escenario decididamente improbable ocurriera, sólo envalentonaría a Estados Unidos para militarizar aún más a Ucrania como una posición avanzada de los intereses estadounidenses en Europa del Este, lo que llevaría a una mayor expansión de la OTAN y a más conflictos con Rusia y los estados circundantes.
En tal escenario, el pueblo trabajador ucraniano estaría cada vez más sujeto al control occidental en forma de más deuda del FMI y del Banco Mundial y de reestructuración de la deuda que llevaría a una mayor explotación de los ucranianos de clase trabajadora. En otras palabras, no hay resultados buenos que puedan crearse armando al gobierno ucraniano. La única solución real al conflicto que está en el interés del pueblo trabajador es una que implica la acción revolucionaria del pueblo trabajador en todo el mundo, una solución que rechaza tanto la interferencia rusa como la estadounidense en Ucrania.
Por la acción independiente de la clase obrera
Por supuesto que los ucranianos tienen derecho a resistir la invasión rusa y a proteger a sus familias. Por supuesto que los ucranianos tienen derecho a su propia soberanía, libre de la violencia y la interferencia política rusa (y estos derechos a la autodeterminación democrática también deben aplicarse, naturalmente, a los habitantes de Donbás y Crimea). Pero por muy horrible que sea la guerra, actualmente no hay ninguna solución militar que responda a los verdaderos intereses del pueblo ucraniano o de la clase trabajadora ucraniana.
La verdadera autodeterminación sólo es posible expulsando a Rusia, a la OTAN y a todos los imperialistas. Esto sólo puede lograrlo la clase obrera, superando las fronteras nacionales. Los trabajadores de Ucrania, Rusia y los países imperialistas necesitan constituirse como una fuerza política independiente, luchando por una perspectiva socialista. Como ya decía Trotsky en vísperas de la Segunda Guerra Mundial,
El programa de independencia de Ucrania en la época del imperialismo está directa e indisolublemente ligado al programa de la revolución proletaria.
Los socialistas que apoyan los envíos de armas dicen que apoyan la "autodeterminación" de Ucrania. Pero, ¿cómo puede haber autodeterminación en un país gobernado por oligarcas, explotado por el capital imperialista y controlado por una alianza militar reaccionaria? La verdadera autodeterminación sólo se logrará en una Ucrania socialista independiente que expropie a los capitalistas.
La clase obrera, aunque actualmente esté desorganizada, puede desempeñar un papel en esta guerra. Recientemente, se ha informado de que los trabajadores ferroviarios de Bielorrusia se han puesto en huelga para sabotear la logística rusa y los trabajadores de los aeropuertos de Italia se negaron recientemente a cargar armas disfrazadas de ayuda humanitaria para Ucrania.
En las redes sociales, muchos izquierdistas criticaron esta acción de los trabajadores: "¿no están estos trabajadores saboteando la defensa de Ucrania?", dijeron. Pero el hecho es que la clase obrera tiene otros medios más eficaces para oponerse a la guerra que apoyar las intervenciones de sus "propios" gobiernos. Dar más armas al gobierno derechista de Zelensky (incluyendo las unidades abiertamente fascistas del estado ucraniano) no hará nada para traer la paz. En su lugar, la clase obrera necesita organizar la solidaridad internacional, fomentar la confraternización con los desmoralizados soldados rusos y organizar huelgas para interrumpir la maquinaria de guerra.
Como socialistas, exigimos la retirada inmediata de todas las tropas rusas de Ucrania, así como la retirada inmediata de las fuerzas estadounidenses de Europa y el fin del expansionismo de la OTAN. Esta perspectiva incluye la organización de los trabajadores y sus organizaciones en Rusia para movilizarse con huelgas y manifestaciones masivas contra la guerra y el régimen bonapartista de Vladimir Putin. Y significa construir una alternativa política revolucionaria en Ucrania que denuncie el nacionalismo, luche contra la derecha reaccionaria ucraniana y rechace la injerencia tanto de Rusia como de la OTAN.
Traducción: Óscar Fernández
[1] La formulación de la revista Tempest es bastante oblicua: "Debemos defender el derecho de los ucranianos a conseguir armas de donde puedan para defenderse".
[2] La LIT-CI, por ejemplo, ha explicado detalladamente por qué cree que los socialistas deben apoyar los envíos de armas e incluso algunas sanciones.
Nathaniel Flakin
Periodista freelance e historiador. Escribe en Left Voice, EE. UU. y Klasse gegen Klasse, Alemania. También ha escrito bajo el seudónimo de Wladek.