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Red Internacional
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UN MES DE LA ERA TRUMP. Los trabajadores contra Trump

La lucha de clases es, como lo ha sido siempre, la fuente central de conflictos en nuestra sociedad. A un mes de la presidencia de Trump, necesitamos luchar desde la perspectiva de la clase obrera.

Martes 21 de febrero de 2017

DOSSIER Un mes de la era Trump

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en el sitio Left Voice , parte de la red internacional La Izquierda Diario

La Ofensiva

Donald Trump no espero para ir a la ofensiva. Quería moverse rápido para mostrarse decidido respecto a sus promesas de campaña (al menos, aquellas promesas que no estaban destinadas a "limpiar el pantano" -en referencia a eliminar la corrupción de Washington).

Su primer mes al mando dejó en claro que su agenda tiene el propósito de atacar a los trabajadores, dirigidos en primer lugar a los sectores más oprimidos, y no contra Wall Street o los políticos de establishment. Su ataque contra los inmigrantes es principalmente un ataque contra los trabajadores inmigrantes. Silicon Valley y otras empresas de tecnología y comunicación se quejan porque estas empresas dependen en gran medida del trabajo de inmigrantes calificados. Pero son los trabajadores inmigrantes más pobres y no calificados los que sufrirían el peso de la prohibición de la inmigración por parte de Trump y ya están sufriendo los efectos del aumento de redadas de la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés)

Cuando los derechos en relación al aborto se encuentran en peligro, las mujeres trabajadoras son las que se ven más afectadas. En los Estados Unidos, como en casi cualquier parte del mundo, las mujeres más ricas acceden a abortos, incluso cuando son ilegales, en condiciones seguras. Cuando se niegan los derechos al aborto, quienes pagan el precio son mujeres de la clase obrera, y suelen pagar con sus vidas.

Resulta igualmente anti obrera la amenaza de aprobar una ley federal de "derecho al trabajo" en el Congreso. La autorización para reanudar la construcción del oleoducto de Dakota (Dakota pipeline), que está siendo anunciado como un proyecto de creación de empleo, pisotea los derechos de los pueblos nativos que se reúnen en el área de Standing Rock, y envenenará su agua y la de las áreas circundantes.

La respuesta

La reacción a las órdenes ejecutivas de Trump fue rápida y masiva, y energizante. La Marcha de Mujeres de 3 millones de personas, las protestas generalizadas en los aeropuertos y la cantidad de acciones de los trabajadores inmigrantes mostraron una voluntad de lucha no vista en muchos años. Estas movilizaciones son todavía algo amorfas y en gran medida espontáneas, sin embargo han sido impresionantes demostraciones de fuerza.

La caótica puesta en marcha de la ’prohibición musulmana’ y posteriormente su suspensión temporal, la abrupta renuncia del asesor de seguridad nacional Michael Flynn sólo 24 días después de ser nombrado, y las muchas grietas dentro de un Partido Republicano que está cada vez más en modo "control de daños". Todo parece indicar que estamos frente un bloque gobernante inestable. La aparición de Trump en su conferencia de prensa el jueves fue un espectáculo grotesco. Sus respuestas evasivas se intercalan con ráfagas de delirante grandilocuencia -una arrogancia que no resulta nada convincente.

Ahora el riesgo principal sería permitir que la energía de las movilizaciones sea capturada y canalizada para revitalizar al Partido Demócrata. La verdad es que sin un programa independiente, las difusas protestas "Anti-Trump" naturalmente beneficiarán a los demócratas.

Si el próximo presidente del Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) es del ala pro-Hillary o un candidato más hacia la izquierda como Keith Ellison, el Partido Demócrata seguirá siendo financiado y controlado por el capital. Su agenda se ve diferente a la de Trump, pero sigue siendo una agenda 100% pro-capitalista. Por lo tanto, un movimiento que es anti-Trump lisa y llanamente puede fracasar en el intento de lograr ganancias sostenidas y significativas para los trabajadores. Los demócratas pueden recuperar el Senado y tal vez incluso la Casa Blanca en el 2018, pero los empleos seguirán siendo de bajos salarios y precarios, la policía continuará matando a negros y latinos con impunidad y el sangriento sistema penitenciario seguirá generando beneficios a los ricos, mientras que arruina la vida de millones. Volveremos a empezar de cero.

Una agenda de los trabajadores

El desafío para el movimiento anti-Trump hoy es levantar un conjunto de demandas que podrían consolidar una mayoría de la clase trabajadora, y plantearse objetivos por la positiva. Alex Gourevitch, en la revista Jacobin señala correctamente que necesitamos ir más allá de la resistencia. Sin embargo, su énfasis en la "libertad" como principio fundamental para la política de izquierda es problemático.

La libertad es uno de esos términos vagos, de definición variable, con significado errático que pueden ser utilizados por fuerzas políticas diferentes, incluso opuestas, para expresar valores muy distintos. De hecho, la libertad es la palabra favorita de los ideólogos neoliberales del "libre mercado". (La Biblia de Von Hayek "Camino a la Servidumbre" es un ejemplo negativo de esto).

Lo que necesitamos es un programa para que la clase trabajadora desafíe al gobierno de Trump en las calles y en los lugares de trabajo, esto va más allá de aceptar las migajas que los demócratas están dispuestos a ofrecer. Tal programa equivale nada menos que al socialismo a largo plazo. Pero para las luchas inmediatas, un conjunto de consignas que podrían reunir a los trabajadores y los jóvenes que luchan detrás de la misma bandera podría ser una brújula para escapar de la trampa del Frente Popular. Como hemos argumentado previamente, en una coalición poli clasista, los dueños del capital son los que dirigen, y los que cosechan los beneficios.

Necesitamos construir un polo de clase obrera dentro del movimiento anti-Trump, no para dividir las filas, sino para luchar por una dirección más radical. Este polo de la clase obrera rechazaría explícitamente a los dos partidos del capital y construiría la solidaridad a través de todas las luchas obreras.

Este polo de la clase obrera no sólo luchará contra las expresiones más indignantes de sexismo que Trump legitima, sino también contra el feminismo liberal encarnado por Hillary Clinton y los demócratas, que fracasaron en una lucha para garantizar los derechos reproductivos, redujeron los beneficios para las madres pobres, y han puesto a cada vez más mujeres detrás de rejas.

Del mismo modo, debemos luchar por la ciudadanía y los derechos civiles plenos para todos los trabajadores inmigrantes, algo que los demócratas nunca han perseguido. De hecho, el récord histórico de 2,5 millones de deportaciones de Obama sentó las bases para el sentimiento anti-inmigrante que Trump explotó y desarrolló. Necesitamos unirnos con los trabajadores de ambos lados de la frontera.
Los trabajadores y los sindicatos pueden y deben luchar para acabar con el racismo, la opresión y la xenofobia. Algunos ejemplos son la huelga del sindicato ILWU 10 local, para manifestarse contra la brutalidad policial, así como la resolución aprobada por los grupos latinos y negros del sindicato SEIU local 721 para expulsar a los policías de sus sindicatos, o las acciones de sindicatos como UNITE-HERE local 7 alrededor del asesinato de Freddie Gray. Standing Rock es otro buen ejemplo de cómo los trabajadores pueden apoyar efectivamente a los oprimidos, en este caso quienes se identifican con las Siete Naciones en el campamento de Oceti Sakowin, en la lucha por su tierra, su cultura y su supervivencia.

Un frente anti-Trump de la clase obrera, podría presentar un conjunto de demandas económicas tales como trabajo, un salario digno y mejores condiciones de trabajo; respondiendo a las necesidades de los trabajadores más golpeados por el capitalismo financiero ("los perdedores de la globalización"). Aquellos trabajadores que votaron a favor de Trump pronto se darán cuenta de que no tiene nada bueno para ellos y se abre la posibilidad de que adhieran a una plataforma de la clase trabajadora, siempre sobre la base de una lucha implacable contra el racismo y el sexismo. Con el programa adecuado y a través de la experiencia en luchas comunes, los trabajadores verán el potencial de combatir a nuestro enemigo de clase codo a codo con nuestros hermanos y hermanas de clase sin importar su color de piel, género, sexualidad o nacionalidad.

El gigante dormido

El movimiento obrero aún no han salido a la cancha. Sólo unos pocos sindicatos participaron en las protestas el día de la asunción de Donald Trump, aunque varios miles de miembros del sindicato asistieron a las movilizaciones. El secretario nacional de la AFL-CIO, Richard Trumka, y el secretario de la Unión de Trabajadores de la Construcción, Sean McGarvey, se reunieron de forma vergonzosa con el presidente y ofrecieron su asistencia.

Sin embargo, hay una luz de esperanza, el descontento está latente entre los trabajadores y algunos ya están saliendo a las calles. Los sindicatos de los trabajadores de la educación AFT y NEA organizaron acciones en la víspera y el día de la toma de posesión de Trump; los trabajadores portuarios del sindicato ILWU local 10 fueron al paro el día de la asunción presidencial; Unite-Here publicó una declaración y se movilizó contra la prohibición a la entrada de personas de países de origen musulmán y han liderado varias acciones contra Trump; los trabajadores de Comcast en Filadelfia abandonaron sus puestos de trabajo para salir a las calles (aunque con el consentimiento de la dirección).

Más impresionante aún, cientos de miles de trabajadores inmigrantes participaron en el Día Sin Inmigrantes que arrasó la nación. Todavía no está claro qué forma adoptarán estas movilizaciones, pero podemos decir con certeza que la clase obrera -y en particular su sector inmigrante- puede estar durmiendo, pero no está muerto.
Tal vez la alineación del liderazgo sindical con el presidente, que es aborrecida por la gran mayoría de los trabajadores, es lo que se necesitará para comenzar a ver un comité de oposición creciendo dentro de los sindicatos. Estos comités podrían desafiar la insensible burocracia sindical de todos los grandes sindicatos, que a pesar de las repetidas traiciones y la colaboración con los jefes, ha logrado hasta ahora mantener el statu quo e impedir el surgimiento de militancia de las bases entre sus filas.

Al mismo tiempo, si el proyecto de ley federal sobre el derecho al trabajo es impulsado en el Congreso, los burócratas sindicales verán sus beneficios personales seriamente amenazados. Un último esfuerzo para evitar un rápido desgaste de su base puede empujarlos a tomar acciones más audaces, como ir a la huelga o movilizar a sus filas de una manera que no han hecho en décadas. Tal despliegue de fuerzas reales pondría en marcha un poder que eventualmente podría escapar a su control. Los dirigentes sindicales lo saben, así que intentarán evitarlo, pero el gobierno de Trump ha demostrado ser torpe y exagerado: nos pueden tomar por sorpresa.

La izquierda estadounidense puede plantearse la construcción de este tipo de corrientes radicales dentro del movimiento obrero. Las organizaciones socialistas como la ISO y Socialist Alternative, The militant IWW y los miembros del DSA que decidan unirse a la actividad sindical deben impulsar resoluciones, disputar la dirección sindical, construir la solidaridad y proponer un activo plan de lucha para construir una resistencia obrera a Trump. Estas organizaciones tienen algunas carencias. Por ejemplo, el cortejo del DSA al ala izquierda del Partido Demócrata y el plan para presentar candidatos en sus boleta es precisamente lo contrario a lo que se necesita. La exigencia de Socialist Alternative al Alcalde de Seattle para "desplegar la policía de Seattle para proteger a los inmigrantes de las incursiones del ICE" es lo opuesto a una política de clase y fomenta las ilusiones en una institución que sólo existe para proteger al capital y al orden capitalista. Como regla general, los miembros de la izquierda organizados en los sindicatos deben tomar la lucha contra la burocracia sindical más en serio, porque tiene consecuencias estratégicas.

Pero a pesar de estas importantes diferencias, estas organizaciones están hoy en la mejor posición para forjar un activismo militante en los lugares de trabajo y dentro de nuestros sindicatos que podría transformar significativamente el movimiento anti-Trump, consolidar un polo de clase obrera y revitalizar un movimiento obrero osificado.

Traducción: Gloria Grinberg

DOSSIER Un mes de la era Trump


Juan Cruz Ferre

Editor de Left Voice y columnista en La Izquierda Diario. Médico, actualmente vive en Estados Unidos y cursa Sociología en la City University of New York.