El 17 de octubre se cumplió un nuevo aniversario de la aparición del cuerpo sin vida de Luciano Arruga, el pibe de La Matanza que se negó a robar para la policía. El mismo distrito donde Lucas Verón fue asesinado por la Bonaerense. El intendente es un férreo promotor de acrecentar las filas de fuerzas de seguridad y persecución de los jóvenes.
Sábado 22 de octubre de 2022 00:07
Las calles hablan. Y las de La Matanza recuerdan a Luciano y Lucas. Sus rostros dibujados en paredes con revoque descascarado, imágenes construidas de fotos familiares que sus madres o hermanas hicieron conocidas las largas horas de búsqueda y pedidos de justicia por los chicos.
Enfurece el brutal contraste entre esas imágenes en los barrios y distintas fuerzas de seguridad caminando de esquina a esquina, parando motos con conductores de viseras para atrás y tez oscuras, desfilando sus armas largas y chapas. Los mismos policías que fueron pasados de una comisaría a otra por tal o cual denuncia, sin mayor característica que la impunidad.
No es un policía, es toda la institución
El gatillo fácil es un fenómeno que existe a nivel internacional y su función es el control social preventivo, porque mete miedo a los jóvenes y sus familias. En los últimos años del Gobierno kirchnerista las fuerzas represivas del Estado llegaron a asesinar a una persona cada 24 horas. Las víctimas, siempre, fueron y son predominantemente jóvenes y pobres: entre 2016 y 2021 hubo 436 asesinatos de gatillo fácil solo en la Provincia de Buenos Aires (informe Correpi). Hablar de “gatillo fácil” en nuestro país, como en muchas otras partes del mundo, es también hablar de política, de Estados y gobiernos, del Poder Judicial, de negocios ilegales y crimen organizado con participación directa del Estado, de la juventud pobre, de su criminalización y de control social en clave clasista.
Carla Lacorte, militante del PTS y del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH), en su libro La disciplina de las balas señala que desde las llamadas “leyes Blumberg” del año 2004, votadas en el Congreso a instancias del presidente Néstor Kirchner, hasta la resolución 956/19 de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich que legaliza las ejecuciones sumarias a manos de las fuerzas estatales, el gatillo fácil es una práctica sistemática que nada tiene que ver con acciones individuales de efectivos “locos” o “sacados”.
No, no son policías que “excedieron su deber”. Decenas de veces se repitieron esos argumentos en el juicio contra Cintia Duarte y Ezequiel Benitez, los policías que mataron a Lucas Verón, que se realizó hace pocos meses en La Matanza. En este caso, la defensa de los mismos subrayaba que “incumplieron su deber público”, “se equivocaron” e intentaron ganar simpatía con los presentes “pidiendo disculpas”. La familia de Lucas, durante el juicio, tuvo que escuchar de parte de Benitez, quien lo persiguió con el patrullero con las luces apagadas y lo chocó varias veces, que lo hizo porque “andar en una moto en ese barrio es sospechoso”.
Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, contó en reiteradas oportunidades cómo la policía del barrio intimidaba a su hermano: “A mí hermano un grupo de policías le ofrece salir a robar para ellos, le dicen tenemos un arma para vos, un vehículo, la liberación de la zona corre por nuestra cuenta. Luciano se niega”. Y es por eso que luego lo hostigan, lo detienen varias veces, lo torturan, lo hacen desaparecer.
Intendencia Fernando Espinoza y fuerzas represivas
En el Conurbano Bonaerense, el gobernador desde que asumió no hizo más que elogiar a la fuerza, robustecerlas con partidas presupuestarias, entregarles todo lo que piden y hacer la vista gorda cuando esa fuerza mata, tortura y comete infinidad de crímenes. También avala el rol de la Bonaerense "solucionando" el problema de falta de vivienda, desalojando en operativos ilegales las ocupaciones de tierra como La Matanza y Merlo recientemente, se combina con la persecución y hostigamiento a la juventud. En el presupuesto bonaerense para 2022, aprobado el 29 de diciembre de 2021, al área de Berni se le adjudicó $261.816.673.000. Más de mil camionetas, ocho helicópteros rurales, ocho ómnibus y 750 motocicletas.
Sin dudas, es el intendente de La Matanza el mejor alumno de esta política, que no comenzó con Kicillof.
Fernando Espinoza lleva años en el poder. En 2005 Alberto Balestrini asumió como Diputado Provincial y lo puso en su reemplazo como intendente. En 2007 ganó las elecciones y se mantuvo en el cargo. Luego de ser reelecto intendente en 2011, puso en pie la “carrera” policía en la universidad pública de La Matanza: los famosos “pitufos” como los llamaban los pibes en los barrios. Una de sus primeras medidas para enfrentar la pandemia de covid-19 fue un anuncio junto a Alberto Fernández y Sabina Frederic, de la triplicación de la presencia de Gendarmes en La Matanza. El 2020 lo mostró rosagante, con una inversión de 1.500 millones de pesos para seguridad, el plan incluyó 500 efectivos de los cuerpos especiales, la puesta en funcionamiento de 50 camionetas y 30 motos para reforzar las tareas de patrullaje de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Luciano y Lucas: dos pibes, la misma policía asesina
En enero de 2009, Daniel Scioli había reemplazado a Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, y Fernando Espinoza llevaba ya dos años al frente del Municipio. La noche del 31 de enero de 2009 será la fecha que estará marcada en la vida de muchos quienes nacimos y crecimos en este distrito. Esa noche Luciano Arruga fue secuestrado, desaparecido y asesinado. Tenía 16 años, era pobre, vivía en un barrio de viviendas precarias, y había sufrido constante hostigamiento de la policía de Lomas del Mirador.
La primera detención de Luciano se había producido el 22 de septiembre de 2008: aún tenía 15 años. En esa oportunidad, durante las doce horas que lo tuvieron encerrado en la cocina del destacamento lo torturaron de muchas maneras. Su madre Mónica y su hermana Vanesa fueron a reclamar por su libertad y desde la recepción se llegó a escuchar el grito “¡Vane, sacame de acá que me están matando!”.
Cuando su familia, luego de recorrer hospitales y comisarías, se dio cuenta que había desaparecido, el 31 de enero de ese mismo año, no dudaron en que la Bonaerense estaba detrás. A comienzos de febrero ya se había presentado el primer Habeas Corpus, que fue rechazado. El entramado se construyó de tal manera que es imposible negar.
El 17 de octubre de 2014, las pantallas de los primeros plasmas de las viviendas humildes de Lomas del Mirador mostraron la noticia horrorosa: apareció el cuerpo de Luciano, había sido enterrado en 2009 como NN en una tumba del cementerio de La Chacarita. Murió atropellado aquella madrugada de 2009 en plena Avenida General Paz a la altura del cruce con la Avenida Mosconi. Huía de algo. Mónica, mamá de Luciano, declaró alguna vez: "Vivó en la Villa 12 de Octubre. Y soy la orgullosa madre de Luciano Nahuel Arruga: un ‘negrito’ que no quisó robar para la policía y se fue con sus convicciones intactas.”
Lucas Verón vivía en otro barrio, veinticinco kilómetros más alejado de la General Paz, en Villa Scasso. Por esas calles por las que jugué cuando era una nena pequeña también, Lucas pasó los cortos 18 años de su vida. “El pibe de los caballos” le decían, porque participaba de corridas y desfiles tradicionales con su caballo. Otros le decía "El Japo" por la forma de sus ojos. Lucas festejaba su cumpleaños con amigos y familiares en su casa, con uno de ellos fue en moto hasta el maxikiosko cercano a comprar unas gaseosas. Un patrullero en el que iban dos policías bonaerenses, bajo el mando de Sergio Berni, comenzaron a perseguirlo a él y su amigo a los tiros, como suele hacer la maldita bonaerense. El oficial Benítez disparó a corta distancia, uno de esos tiros entró por el pecho de Lucas y acabó con su joven vida el 9 de julio de 2020, al inicio de la ASPO.
El juicio realizado a los dos policías que manejaban el patrullero ese día y asesinos de Lucas fue enagosto de este año. La familia demostró su inconformidad con las sentencias, ya que esperaban perpetua para ambos. Por la atrocidad del crimen cometido y el cinismo con que se manejaron ambos agentes y otros de la misma comisaría, plenamente conscientes del acto cometido. No condenaron al policía por cometer un asesinato voluntariamente, sino por “errores y excesos” en el “cumplimiento del deber”, aun cuando disparó directamente al pecho de Lucas y luego huyó con su esposa, la policía Cintia Duarte, quien encubrió todo lo ocurrido.
Graciela, madre de Lucas, se retiró del juicio asegurando que seguirá peleando por justicia por su hijo: “Si no salís a las calles la justicia no te la van a dar. Yo no creo que exista la justicia, pero tenemos que salir a las calles demostrar que no nos vamos a quedar callados, que esto no puede seguir pasando"
Debajo de enormes carteles de “La Matanza tierra de oportunidades” asentados patrulleros renovados hace poco tiempo, una flota especial de 600 vehículos que el intendente luce orgulloso. Las oportunidades evidentemente significan presupuesto para fuerzas represivas.
"Pasa a contarme de la hazaña, la de su cara en el cartel..." dice la canción de Salta La Banca dedidaca a Luciano. En Lomas del Mirador un banco de plaza dice “qué feo es ser yuta”. En Villa Scasso un poste ilustra la figura de Lucas con su boina y su ropa de montar.
Allí, en esos barrios donde miles de jóvenes buscan diariamente fuentes de trabajo, estudian, intentan crear arte, divertirse, salir con sus amigos. Y en el rostro de cada uno de esos pibes se trasluce la cara de Lucas y Luciano, esos chicos que nos sonríen en las remeras de sus familiares y amigos y nos siguen dando fuerzas para continuar peleando por justicia, por sus derechos, por una vida que merezca ser vivida. La lucha contra la impunidad y por un futuro libre de opresión sigue.