Las reaccionarias alianzas que viene tejiendo Lula con la derecha golpista para reemplazar a Bolsonaro en 2022, mientras el pueblo sigue pagando los costos de la crisis y la pandemia con sus vidas.
Sábado 22 de mayo de 2021 21:34
La semana pasada, el expresidente brasileño Lula da Silva se reunió con los líderes de los tres principales partidos que apoyaron el golpe institucional que sacó a la petista Dilma Rousseff del poder en 2016: el expresidente Fernando Henrique Cardoso del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el también expresidente José Sarney del Movimiento Democrático Brasileño (MDB) y el expresidente de Diputados Rodrigo Maia, del partido Democratas (DEM).
En medio de la pandemia que ya mató a casi 450.000 vidas, la carrera electoral a las presidenciales de 2022 ya está instalada. En los últimos meses el Supremo Tribunal Federal (STF) suspendió todas las condenas que pesaban sobre el expresidente Lula en el marco de la operación Lava Jato, con lo que el expresidente recuperó sus derechos políticos. Esas mismas condenas fueron orquestadas por el propio Poder Judicial arbitrario y golpista que manipuló las últimas elecciones que terminaron con la victoria de Bolsonaro.
Desde entonces Lula empezó su campaña electoral, haciendo lives y ruedas de prensa con un fuerte discurso contra Bolsonaro, pero sin dejar de exponer su política conciliadora, de alianza con la misma derecha que le abrió espacio al golpe institucional. En una entrevista, Lula planteaba que buscaría apoyo para su candidatura hasta en el “centrão”, ese reaccionario conglomerado de partidos que actúa en el Congreso con los métodos del podrido régimen brasileño.
Pero su vocación conciliadora va mucho más allá del “centrão”, como quedó patente en su seguidilla de reuniones con figuras de la derecha, como el expresidente José Sarney y Rodrigo Maia, entre otros.
El viernes pasado se conoció la reunión de Lula con el expresidente Fernando Henrique Cardoso, responsable de poner en marcha la fuerte ofensiva neoliberal durante los años ‘90, privatizando incontables empresas estatales del país. Esa reunión se hizo en la casa del exjuez del STF, Nelson Jobim. Con eso, Lula dirige los focos hacia su tribuna, buscando apoyo en esas figuras que apoyaron el golpe institucional e incontables ataques a los trabajadores.
Tras las reuniones, Lula declaró que no abrirá mano de su candidatura en 2022 contra Bolsonaro. La cuestión que queda planteada es si toda esa alianza con los golpistas y la derecha es una salida para la clase trabajadora.
La política de frente amplio que está encabezando Lula tiene la lógica de juntar a amplios sectores de la oposición para derrotar a Bolsonaro en 2022. Pero el mayor problema de este frente con burgueses y golpistas es redundará en aun más ataques a los trabajadores, como se viene haciendo en los últimos 5 años, y profundizar la miseria que ya afecta a millones de personas en Brasil.
Ese frente no tiene una perspectiva de terminar los ataques que ya fueron aprobados como la reforma previsional, la tercerización irrestricta y la enmienda constitucional de emergencia que congeló los salarios docentes por más de 15 años.
Lula ni siquiera habla de las reformas, justamente para resaltar sus guiños a la derecha y que no va a ser una oposición a ese plan de ajustes que se continúa en la reforma administrativa y más privatizaciones como la de Correos y Electrobras, recientemente aprobadas por el Congreso.
El expresidente petista no solo quiere volver a administrar el Estado capitalista, sino que quiere hacerlo en un régimen totalmente degradado, administrando los ataques, ajustes y privatizaciones.
Su política de conciliación con sectores que apoyaron el golpe institucional no será una salida favorable a los intereses de la clase trabajadora, que viene sufriendo los ataques y efectos de la crisis que fueron descargados en sus espaldas por los golpistas.
Esperar hasta el 2022 no sirve para derrotar la política sanitaria de Bolsonaro y enfrentar la pandemia que sigue matando a miles de personas todos los días en Brasil con nuevos colapsos en los sistemas de salud reportados a diario. La lucha contra el gobierno genocida de Bolsonaro, Mourão y todo el régimen golpista está planteada para ya.
El pueblo vecino de Colombia mostró un fuerte ejemplo de cómo enfrentar un gobierno reaccionario que quiere aplicar ajustes económicos y descargar la crisis en la espalda de los trabajadores: a través de la movilización y la lucha en las calles para derrotar los planes golpistas.
El 29 de mayo, la Unión Nacional de Estudiantes convoca a un día de lucha contra Bolsonaro y los recortes en la educación. Las centrales sindicales como la CUT, dirigida por el PT, convocan a un acto en Brasilia contra Bolsonaro y la reducción de la ayuda de emergencia para el 26 de mayo. Es una estrategia divisionista que los trabajadores tienen planteado superar, organizándose en sus lugares de estudio y trabajo, impulsando asambleas que exijan a las centrales sindicales la movilización unitaria bajo la bandera de Fuera Bolsonaro y Mourão y contra todo el régimen golpista: Para que la crisis la paguen los capitalistas.