Organizaciones sociales, políticas y estudiantiles se dieron cita en la Plaza de las Tres Culturas, donde ocurrió la masacre, para encaminarse al Zócalo, mismo que estaba resguardado por el "citurón de paz" del gobierno.
La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Miércoles 2 de octubre de 2019
A 51 años de la matanza perpetuada por órdenes del presidente Gustavo Díaz Ordaz y su secretario de gobernación, Luis Echeverría, para frenar las manifestaciones estudiantiles que cuestionaban el autoritarismo del gobierno, miles salieron a las calles a exigir justicia.
Convocados por el Comité 68 Pro-Libertades Democráticas, quienes encabezaron la movilización, alrededor de 65 mil personas marcharon por el Eje Central Lázaro Cárdenas hacia el Zócalo capitalino. Entre las organizaciones y escuelas asistentes estuvieron estudiantes de la UNAM, el IPN, la Ibero, la UAM, UACM, del Colegio de Bachilleres, normalistas, los padres de familia de Ayotzinapa, la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, la Agrupación Juvenil Anticapitalista, el Movimiento de los Trabajadores Socialistas y el Sindicato Mexicano de Electricistas.
Con aguas y miles de playeras rotuladas por el gobierno de la ciudad, los llamados "cordones de paz" mostraron ser un enorme aparato civil para contener la protesta social notándose la presencia de "infiltrados", es decir, personal de seguridad vestido de civil. La presión empresarial sobre el gobierno capitalino, exigiendo la protección de los negocios del Centro Histórico, fue la principal causa de este operativo, pero ante el repudio que existe en la población capitalina contra los aparatos represivos del Estado, sacaron a los policías a las calles colocándolos a pocos metros del paso del contingente y resguardados por una valla de trabajadores estatales que fueron obligados a hacer la vigilancia de los contingentes, como se mostró en la participación de grupos vestidos de blanco a la par de la policía, durante uno de los encapsulamientos a estudiantes.
Muchos de ellos fueron convocados de las diferentes dependencias gubernamentales, incluso pasando lista. Algunos asistentes señalaron que también notaron la presencia de jóvenes de servicios sociales y beneficiarios de programas como Ponte Pila y PILARES. Con ellos, los acompañaban policías vestidos de civil, apostados durante toda la manifestación a ambos lados de los contingentes del "cordón de paz".
Se vivió así, un intento por institucionalizar el acordonamiento de la protesta, usando estos grupos también en el encapsulamiento implementado por la policía contra grupos de jóvenes en su arribo al Zócalo. A pesar de esto, la conmemoración de los 51 años de la masacre de Tlatelolco tuvo gran participación y la exigencia de justicia se escuchó en todos los contingentes, una demanda vigente que implica la responsabilidad del ejército en los hechos ocurridos esa trágica noche de 1968.
Sin embargo, Andrés Manuel López Obrador ha planteado que en su perspectiva sobre los hechos ocurridos, la responsabilidad de la masacre es de la guardia presidencial (quienes serían presuntamente los portadores del guante blanco) y no del Ejército Mexicano, una versión oficial común impulsada por Televisa y por historiadores oficiales por décadas. Sin embargo, es bien conocido, gracias a los documentos publicados por Julio Scherer, que este agrupamiento tenía presencia de soldados de múltiples secciones militares, así como policías judiciales y de la Dirección Federal de Seguridad. La responsabilidad de la masacre es compartida por todos los cuerpos represivos del Estado mexicano.
Es así que 51 años han pasado y, a pesar de ello, prevalece la impunidad incluso en el gobierno de la "Cuarta Transformación", que ha dejado en claro que no pretende transformar demasiado el podrido Estado que ha hostigado y reprimido por décadas a la juventud y a los trabajadores de este país. Sin ir muy lejos, y a propósito del movimiento del 68, el tercer punto de su pliego petitorio textualmente decía "Extinción del Cuerpo de Granaderos, instrumento directo en la represión y no creación de cuerpos semejantes", pero aún así fue visible la presencia de policías de la llamada Unidad Táctica de Auxilio a la Población y el Comando de Operaciones Especiales en el transcurso de la marcha.
Con estos conatos de represión y hostigamiento, el gobierno del Morena, con Claudia Sheinbaum y López Obrador al frente, pretenden contraponer a los "violentos" de la marcha con la "sociedad civil" "pacífica" que, bajo sus órdenes, resguarda la propiedad de quienes día con día se benefician del sudor de los trabajadores y jóvenes. Los mismos que en 1968, salieron a las calles codo con codo a mostrar su solidaridad contra el autoritarismo del gobierno, el mismo que hoy dice ser "la esperanza de México" y que con su Guardia Nacional extendida por todo el país, no se diferencia mucho del de aquel entonces.