Como cada vez que se recupera una nueva identidad, nos vuelven a invadir la alegría, la emoción y el orgullo de mantener viva y constante esta historia de lucha contra la impunidad.
Miércoles 5 de octubre de 2016 16:58
Conocí a Alba Lanzillotto desde pequeña, en Abuelas. Ella fue secretaria de la institución y se la veía trabajando mucho siempre. Una tía muy activa durante cuarenta años, luchando por la restitución de sus sobrinos y por el juicio y castigo a los responsables de la desaparición de su hermana y su cuñado.
El nieto 121, hijo de los militantes del PRT-ERP Ana María Lanzillotto y Domingo Menna, secuestrados en julio de 1976 en Villa Martelli, fue uno de los casos por los que el Tribunal Oral Federal Nº 1 de San Martín condenó a tres represores por siete casos de mujeres secuestradas embarazadas y que dieron a luz en cautiverio en Campo de Mayo.
Es ese centro clandestino de detención se produjo la mayor cantidad de partos de embarazadas en cautiverio. Sin embargo sólo se ha condenado por siete casos mientras la gran cantidad de nietos apropiados continúan sin saber sus verdaderas identidades.
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Este caso muestra la inacción que viene teniendo la justicia, que dice que investiga pero, pese a tener acceso a todas las bases de datos y contar con todas las facultades que le da el Estado, hace años que no encuentra a nuestros más de 400 hermanos que siguen sin saber su verdadera historia.
Se está llegando al extremo de que los nietos apropiados siguen apareciendo sólo con la búsqueda de las Abuelas, pero sin intervención de la justicia. En este caso, pese a que el caso había sido investigado por el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín, nunca se desarrolló ninguna investigación seria para lograr su paradero.
En junio pasado José Luis Maulín Pratto, el nieto 120, logró que la justicia reconozca su verdadera identidad tras siete años de haberse enterado que había sido apropiado durante la dictadura. Ya desde 2009, y por propia iniciativa, José Luis logró reencontrarse con su familia biológica.
La alegría que genera este nuevo reencuentro reafirma la exigencia de juicio y castigo a todos los responsables civiles y militares del genocidio. Y a empresarios como los responsables de la Mercedez Benz, que donó al Hospital de Campo de Mayo un equipo de neonatología en 1975, donde nacieron cientos de niños que fueron arrancados de sus padres detenidos desaparecidos y apropiados por familias y amigos de los militares y miembros de las fuerzas represivas del Estado.
La restitución de la identidad de los nietos implica no sólo la desaparición de nuestros padres, sino también la imposibilidad de conocer y crecer junto a nuestras familias. Es el inicio de un proceso para comenzar a conocerse.
Como ya se denunció en este sitio, para recuperar más identidades de lucha es necesario organizarnos y reclamar en las calles que los jueces investiguen en serio las decenas de causas que duermen en los juzgados, impulsar una gran campaña por la creación de un banco nacional con la totalidad de datos, registros y archivos; de partidas de nacimiento de todas las provincias, de todos los expedientes judiciales de adopción, minoridad y todos los legajos, que correspondan al período comprendido entre los años 1975 y 1983, así como impedir su destrucción.
Es necesaria la sanción de una Ley Nacional que establezca la obligatoriedad de los registros públicos y privados de conservar dicha documentación y remitir copias a ese Banco Nacional de Datos.
Hay que crear una comisión independiente, integrada por las víctimas y familiares de víctimas del terrorismo de Estado, con pleno acceso a esta información, investigación y control de las causas judiciales donde se investigue la identidad de niños apropiados.
Es necesario exigir la intangibilidad del presupuesto de los entes y áreas encargados de la toma y custodia de los ADN, el aumento del mismo en función de las necesidades reales para su mantenimiento y ampliación y la reincorporación del personal despedido de esas áreas.
Hoy una vez más, no olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos.