Una nota editorial del diario mitrista provocó un repudio masivo, incluso de sus propios periodistas. Frente al intento de “aleccionar” a la marea verde, hay que hacer temblar la tierra por los derechos de las mujeres.
Sol Bajar @Sol_Bajar
Viernes 1ro de febrero de 2019 18:37
Repudio de la redacción de La Nación al editorial de la patronal
Las trabajadoras y los trabajadores de La Nación, junto a su comisión interna, rechazaron este viernes el escandaloso editorial del diario de los Mitre, que promueve la maternidad infantil, forzada, como un hecho “admirable” en defensa “de la vida”, ocultando que obligar a gestar y a parir a una niña es una violación a sus derechos, una forma de tortura.
La Comisión interna de prensa de @LANACION rechaza el editorial de hoy de "Niñas Madres con mayúsculas". Una niña embarazada es una niña violada. #NiñasNoMadres.
— Trabajadores LN (@ComisionLN) 1 de febrero de 2019
El editorial que rechazan viene a colación de la escandalosa situación que tuvo que vivir una nena de doce años en la provincia de Jujuy. El artículo no menciona ese caso y, a cambio, refiere a dos “relatos” que habrían sido obtenidos por “la crónica periodística” pero que hasta donde puso saber La Izquierda Diario, sólo figuran en la imaginación de José Claudio Escribano o de quien haya redactado esta verdadera canallada.
El hecho, como trascendió nacionalmente, es que luego de ser víctima de una violación, la niña jujeña fue obligada por el Estado provincial a seguir el embarazo, y que en lugar de garantizar su derecho a la interrupción legal -que protege entre otras cosas el Protocolo de atención a los abortos no punibles-, fue sometida a una cesárea y fue obligada a parir a una beba que murió a los dos días sin que se salvara ninguna vida, porque a nadie le importó.
“Sorprende el reciente testimonio de algunas niñas madres a edades en las que mejor habría correspondido que estuvieran estudiando y atendiendo su formación”, dice la nota editorial, que también sostiene que se trata de “lo que es natural en la mujer, lo que le viene de su instinto de madre”. Así como hace décadas hicieron apología de la tortura, de la apropiación de bebés, del robo de su identidad y de la desaparición de personas, ahora hacen apología de la violación y de la maternidad que impone este sistema a miles de niñas y adolescentes: 2.787 cada año, según datos aportados por Economía Femini(s)ta.
Una aberración que en este caso atrasa en más de un siglo: el tiempo que hace que el Código Penal reconoce a las mujeres, producto de una larga lucha, su derecho a no ser madres en casos de violación.
Porque de eso estamos hablando: de cada una de las nenas de entre diez y catorce años que en Argentina se convierten en madres cada 180 minutos, que cada tres horas pasan de jugar e ir a la escuela a tener que parir y criar a un bebé que no quisieron ni buscaron. Al menos ocho niñas por día.
Por eso hablamos de “maternidad forzada” y no del “acto de heroísmo” con el que pretende romantizar este flagelo el diario La Nación. Deberíamos hablar también, por eso, de la apología de la violencia y de la revictimización que esconde -una vez más- la línea editorial de esta empresa periodística.
Pero sucede que el artículo no se queda ahí. Como si estuviera escrita por alguno de esos grupos fundamentalistas a los que se conoció en el debate por aborto en el Congreso (a los que pertenece, entre otros, su periodistas estrella Mariano Obarrio), asegura además que es “admirable y emocionante ver desplegarse el instinto materno” que “despedaza al pañuelo verde” en las nenas a las que esa maternidad se les impone como destino, o como mandato, o como la lógica “contraparte” de otro supuesto “instinto” que “no puede” controlar el “impulso” de poseer sus cuerpos, como si fueran cosas.
Algo de ese discurso “divinamente” patriarcal sale a la luz también con el escándalo por encubrimiento que sacude al Papa Bergoglio ante las miles de denuncias por abusos sexuales de parte de curas y obispos de la Iglesia católica de todo el plantea.
“Admirable y emocionante”, dice sin embargo La Nación, y afirma que esa imposición que garantizan las propias instituciones del Estado, el Poder Judicial, el parlamento, los partidos clericales que sostienen este régimen social, sus gobiernos de turno, sus aliados de las jerarquías religiosas, superan al “error inducido del ’yo decido sobre mi cuerpo’” que ha instalado en Argentina el movimiento de mujeres y la enorme marea verde por el aborto legal.
Porque de eso también hablamos: del intento de bloquear el desarrollo, en medio de un año electoral, para ese enorme movimiento que estuvo a punto de conquistar el derecho a decidir y a no morir y sólo pudo ser derrotado con la alianza entre los partidos del régimen -del oficialismo y de la oposición del PJ-, que entre otras cosas fueron “sororos” con la cúpula de las iglesias, y astutos para esconder hasta el último momento a los dinosaurios que tienen dentro del placard.
Recordemos si no a la senadora kirchnerista que con su voto “no positivo” para el aborto garantizó que no prosperara esta medida elemental. Todos ellos son los responsables del femicidio silencioso que constituyen las muertes de mujeres por los abortos clandestinos.
Si La Nación se anima a lanzar este editorial de odio hacia las mujeres es porque sabe que hay un “clima político”, protagonizado por el oficialismo pero también por la oposición peronista que es más que permeable a estas diatribas misóginas y apologéticas de la violación de niñas y adolescentes.
“Bienvenida a los felices niños”, dicen sumándose a la campaña que relanzó desde Jujuy el gobierno de Morales, como antes lo había hecho su par tucumano, el peronista Juan Manzur.
Con el beneplácito de la Iglesia y el soporte que le dio la votación del Senado, todos estos sectores garantizaron también que el 2019 empiece con la postal de nuevas muertas por la clandestinidad, de nuevas niñas madres violadas y embarazadas.
Esa es la verdad que esconde su doble moral . Hablan de “salvar” a "las dos vidas” pero condenan a las mujeres a la muerte cuando no quieren ser madres, mientras que cuando quieren serlo les prohíben ejercer plenamente el derecho a la maternidad.
Pensemos si no en los abortos espontáneos que provocan las condiciones de trabajo en las líneas de producción, sin derecho a las licencias, o a riesgo de ser despedidas; pensemos en las jefas de hogar que tienen que trabajar dos o tres jornadas para tratar de llegar a fin de mes, sin poder disfrutar ni acompañar todo lo que quisieran la crianza de sus hijos.
Bajo esos preceptos, para las mujeres no hay opción: la única posibilidad sería aceptar la decisión de los curas, de los dinosaurios del Senado y de los editorialistas de turno, o poner en riesgo la vida todos los días para poder “ganar” clandestinamente un pedacito de libertad sobre algo tan elemental como es poder decidir sobre el propio cuerpo.
El precedente que hoy buscan instalar desde Jujuy para avanzar sobre el reclamo del movimiento de mujeres no puede ser derrotado con el llamado a la “unidad” de los pañuelos verdes y celestes que promueve el kirchnerismo. Esa es una conclusión que dejó planteada la propia lucha por el derecho al aborto. Ante el intento de aleccionar a la marea verde, el llamado a la movilización en las calles, el reclamo a las conducciones sindicales para paralizar el país el próximo 8M, cobra como venimos planteando una actualidad cada vez más urgente.
Sólo haciendo que la tierra tiemble de verdad y confiando sólo en la propia fuerza, la de las mujeres, les trabajadores y la juventud, podremos arrancar las demandas y derechos que nos niegan. Eso es lo que plantea la agrupación de mujeres Pan y Rosas y el PTS en el Frente de Izquierda, que hoy será parte de activa de las movilizaciones que tendrán lugar en distintos puntos del país.