Charlamos con el autor del recientemente publicado "Lo mucho que te amé". La ingenuidad del hincha, sentimiento vs negocio, Independiente, cine y literatura, café de por medio.
En una conocida confitería de Castelar al oeste del Gran Buenos Aires, el escritor argentino habla de su pasión por Independiente: “Si el Rojo ganó, la vida parece hacérseme fácil y es como si todo se hubiese acomodado o compensado”. El ganador del premio Alfaguara por su novela La noche de la usina habla de su relación con el éxito y destaca la importancia de no creérsela: “Ganar un premio no quiere decir que uno haya sido mejor que los demás, sino para los que te fueron evaluando y por eso me parece importante no subirse al pony en la victoria”. Fiel a su estilo reflexivo, el ganador del Oscar por su libro adaptado al cine El secreto de sus ojos, dice que en nuestro país el fútbol va de la mano con la sociedad e invita al pensamiento sobre las formas en que vivimos este deporte.
¿Cómo ves el momento actual que vive el fútbol argentino?
Cuando lo analizás lejos de los partidos de tu club uno puede denotar el caos de la AFA, la incapacidad de organizar una liga seria, las marchas y contramarchas de las sanciones a los clubes y el no cumplimiento de sus estatutos, pero cuando se acerca la fecha en la que juega tu equipo lo único que te importa es que ruede la pelota y tu equipo gane. No me escapo a esa ingenuidad.
¿Cómo convivís con lo que pasa en nuestro fútbol, por ejemplo con no poder ir de visitante?
Yo creo que pertenezco a esa ingenua mayoría de hinchas que nos bancamos cualquier cosa, por ejemplo que no te dejen ir de visitante. Somos tan ingenuos, cándidos y acríticos que aceptamos lo que nos den y con tal de tener algo que tenga que ver con nuestros equipos nos bancamos lo que sea y terminamos normalizando cosas como no poder ir de visitante donde en Primera División se cumplieron seis años.
¿Hay nostalgia en el hincha argentino cuando mira para atrás y ve el presente?
No sé si en mi caso, yo creo que la ingenuidad de la nostalgia es una operación de adulto y por lo general es más una aproximación infantil de niños de presente perpetuo. Cuando Independiente pierde yo no hago evaluaciones del pasado diciendo: "¡Uy, mirá como nos iba antes y mirá ahora!", para mí Independiente perdió y la vida no tiene sentido como también todo es felicidad si gana. Si Independiente ganó, la vida parece hacérseme fácil, como si todo se hubiese acomodado o compensado. En cambio la nostalgia habla más de una distancia y para ponerte así tenés que alejarte del presente y yo creo que los futboleros no nos distanciamos. Somos incapaces de tomar distancia, cosa que nos haría bien en buena medida.
¿Vemos el negocio que hay en el fútbol y como hinchas decidimos abstraernos de eso cuando juega nuestro equipo?
Nos movemos con una ingenuidad de chicos que miran una obra de títeres, ellos saben que son títeres y saben que detrás hay alguien pero mientras se mueven los títeres y se juega la obra los chicos suspenden su incredulidad y nosotros hacemos lo mismo. Es algo así como una cuestión de fe poética, así como cuando vos ves una película o leés un libro y creés que eso es cierto, en el fútbol aplicamos la misma fe poética.
¿Esa ingenuidad nos hace creer que los jugadores profesionales lo viven como nosotros?
Cuando yo hablo de fe poética para el fútbol profesional me da la sensación que decidimos leer esos partidos como los nuestros y decidimos atribuir a los protagonistas esos valores que nos mueven a nosotros y necesitamos creer que juegan por amor. Hay un cantito que se canta en todos lados a los jugadores: “Que salen a ganar, quieren salir campeón, que lo llevan adentro, como lo llevo yo”. Eso es mentira, yo no lo puedo cantar porque es demasiado evidente que no es así, pero representa algo muy genuino para los hinchas donde necesitamos pensar que los jugadores lo viven como nosotros, que a ellos les importa lo mismo que a nosotros. En un punto probablemente a muchos jugadores les pase y muchos jugadores profesionales cuando están jugando, están jugando y no pensando en qué perfil poner para la cámara, que también los debe haber pero tal vez no sean la mayoría.
En una entrevista decís que el fútbol es como un iceberg donde hay un 90 % que es lo genuino del hincha y el 10 % que es el negocio. ¿Por qué es tan fuerte ese 10 %?
Porque uno está recontra representado mediáticamente. Tal vez es ingenua mi mirada en esto de pensar en darle más importancia al 90 % que al 10 %, pero suponte que Argentina se queda afuera del Mundial, en ese momento todo es dolor y tragedia, pero a la media hora hay cualquier cantidad de personas jugando al fútbol. Te amargaste, te deprimiste y después armaste el bolso y te fuiste a jugar. Esa imagen para mí es muy importante de que el fútbol sigue y creo que es la mejor noticia, y aunque sepamos que detrás hay alguien que maneja los números, lo valioso sigue siendo eso que depositamos por un rato y después nos lo llevamos a nuestro propio juego.
¿Qué opinas de la crítica a Messi y la comparación constante con Maradona?
De por sí la comparación no me gusta y me parece muy difícil. Me cuesta comparar a Messi con Cristiano Ronaldo, peor aún con alguien que jugó hace 30 años. Lo que me parece que pasa con Messi es que hay una verdad evidente y concreta: no ganó un mundial, y yo lo lamento y estoy seguro que él también, pero debo advertir que todo mi juicio está teñido al respecto por esa circunstancia. Si Messi en esa corrida por izquierda en la final del 2014 define del palo para adentro y no del palo para afuera la vida es otra, yo soy campeón del mundo por tercera vez y la vida me sonríe, Messi me llevó de la mano y dí la vuelta en Brasil. Si eso hubiera sucedido nuestro juicio no tendría la frialdad que tiene hoy para criticarlo y lamentablemente puede pasar que tengas al tipo que mejor juega al fútbol de los últimos 10 años o más y no saliste campeón.
¿De qué manera se traslada al fútbol la polarización histórica de nuestra sociedad?
Lo que hace el fútbol es mostrar un modo de ser que va más allá del deporte y nuestro modo de pensar el fútbol es un reflejo de cómo nos pensamos como sociedad y nuestro modo de convivir, si somos facciosos, exagerados, individualistas, anárquicos, caóticos e intolerantes y ese es nuestro modo de convivir difícilmente vamos a armar un fútbol suizo, y nuestro modo de jugar o de interpretar el fútbol tendrá las mismas características, y si a eso le sumás un presente en el que las discusiones sociales, con los caminos que eligen los medios, la semántica y la dinámica de las redes sociales que para mí tiene una cosa muy básica, muy pobre, inmediata y sanguínea bueno, ¡bingo!
¿El fútbol tiene algo de sinsentido?
Nos pasamos la vida pensando en que las cosas tengan sentido, no solo le buscamos sentido a las historias, le buscamos sentido a la vida y a lo que vivimos y en el fútbol también. La ventaja que tiene el deporte y el fútbol es que sus sentidos son más fáciles y sencillos. Ganamos y punto.
¿Por qué crees que en tus cuentos de fútbol muchos nos vemos representados?
No lo sé, tal vez porque están construidos desde el lugar del afecto y de la experiencia, nosotros los futboleros amamos mucho un club y hemos jugado al fútbol cuanto hemos podido y cuanto se nos ha permitido la falta física o de talento, y mis cuentos están construidos desde ahí. Sus protagonistas generalmente no son grandes estrellas, ni jugadores consagrados. No suelen ser historias rutilantes sino todo lo contrario, son partidos de pueblo, jugadores ignotos y desafíos olvidados por todo el mundo hasta por sus propios protagonistas y creo que nuestra vida como futboleros está más poblada de esas cosas que de grandes momentos.
¿Costó no correrte del eje de tu vida cotidiana cuando llegaron las películas, el Oscar y el premio Alfaguara?
No. Capaz porque me agarró de más grande, no sé qué hubiera pasado si me agarraba a los 20 en lugar de a los 40 cuando empezó realmente el vértigo. El secreto de sus ojos se estrenó hace exactamente 10 años, yo tenía 40, si hubiera tenido 20 el impacto en mi vida hubiera sido otro, me hubiera agarrado más inmaduro o menos seguro, no sé. Digamos que a lo mejor siempre tuve en claro qué cosas me interesan de la vida y esas mismas cosas son las que me siguen interesando. Además yo tenía una muy buena vida antes y a veces puede pasar que tengas un golpe de suerte que te arranque de un mal lugar y te lleve a un buen lugar, pero también podes tener un golpe de suerte en un momento que vos estás bien y entonces si yo tengo mi familia, mi trabajo, mi lugar para jugar al fútbol y todo funciona y empieza a pasar todo esto, en todo caso mi trabajo emocional fue cómo combinarlo para que eso no cambiara.
¿Qué diferencias trazas entre haber ganado el Oscar y después el Alfaguara?
El Oscar es una cosa fenomenal que viéndolo en la distancia me sirvió mucho para ampliar mi plataforma profesional. No solo porque mis libros empezaron a viajar por el mundo sino porque se me abrieron posibilidades de trabajar en el mundo audiovisual como guionista, entonces tuve un impacto estupendo desde ese punto de vista. El premio Alfaguara es distinto porque yo me siento escritor de literatura más que guionista y no sé por qué, pero lo siento así. Este premio tuvo un impacto emocional muy particular, es un premio estrictamente literario que ganó gente que yo respeto mucho con libros que a mí me gustaron mucho. Siempre digo en chiste que el Alfaguara es “mío, mío, mío” y el Oscar es “nuestro, nuestro, nuestro”, porque lo ganamos entre muchos y está buenísimo que haya sido sobre una historia que yo escribí, pero también estuvo Campanella, los actores, los productores y los técnicos porque así es el cine, donde cada uno a su manera me ayudó mucho; pero un premio literario vos lo sentís más propio desde un punto individual que un premio colectivo como el mundo del cine.
Entrevista publicada originalmente en Globalonet.
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