De acuerdo con la Secretaría de Salud, hay evidencia científica que muestra una disminución de casos, hospitalizaciones y fallecimientos por COVID-19. ¿Es momento de bajar la guardia?
Miércoles 4 de mayo de 2022
El gobierno del priísta Miguel Ángel Riquelme Solís se ha caracterizado por manejar los estragos de la pandemia de manera acelerada y sin consideraciones por la clase trabajadora. A mitad de la pandemia, decidió iniciar pruebas pilotos en comunidades rurales con el motivo del regreso a clases presenciales, pese a no tener las condiciones en infraestructura tales como agua y servicios de limpieza, además de no tener conectividad, mucho menos equipo tecnológico y tampoco, personal docente suficiente, además de faltar también médicos, enfermeras y trabajadoras sociales en las escuelas.
Ahora con el regreso a clases completo, el gobernador dio a conocer en rueda de prensa que las nuevas disposiciones de salud contra el covid-19, como parte de un nuevo programa piloto para todas las regiones de Coahuila, incluyen anular el uso obligatorio de cubre bocas en interiores.
Esta decisión se tomó posterior al análisis presentando por los Comités del comportamiento estadístico en casos positivos a Covid-19. De igual forma, en los acuerdos que presenta el Subcomité, existe una solicitud para supervisar el complejo Stellantis de la empresa Chrysler, automotriz que dará inicio al plan piloto de retiro de cubre bocas en 11 de sus plantas.
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Minimizando los estragos y aumentando el trabajo
El retiro gradual del cubre bocas dentro de las industrias y el regreso presencial al 100% de los alumnos en todos los niveles académicos, forma parte de la estrategia que el gobierno del estado ha mantenido durante toda la pandemia. Con el fin de reactivar el flujo económico y beneficiar al sector empresarial, dejaron que avanzara la saturación en los hospitales públicos, y nunca dotaron de los insumos, equipos de protección personal y medicamentos suficientes para el personal de salud y la población coahuilense.
La tendencia a minimizar los daños por el virus, la manipulación de datos oficiales, el reducir los aislamientos a menos de la mitad del tiempo establecido, además de reducir los permisos para cuidar familiares dependientes, entre otras medidas negligentes, han sido con el objetivo de acelerar el retorno a los centros de trabajo y las escuelas. Ante esta política gubernamental, miles de trabajadores junto a sus familias quedaron vulnerados en su derecho a la salud y expuestos por enfermedades crónicas. La realidad es que esta gestión de la pandemia se encauzó a engrosar las fortunas de los ricos y dejan de lado la salud de las y los trabajadores.
Si bien es cierto que las cifras de casos positivos en Coahuila han reducido drásticamente (actualmente existen 28 casos activos de Covid–19) las condiciones de salubridad en industrias, comercios, escuelas y centros de trabajo, no son óptimas y los riesgos ante nuevos brotes de Covid-19 o alguna otra enfermedad dentro del marco de la pandemia, incrementan las posibilidades de contagio.
Necesitamos más escuelas y mejores condiciones de trabajo
Si algo podemos concluir es que la pandemia dejó en evidencia una serie de deficiencias en el sector salud y educativo, así como la falta de recursos y la necesidad urgente de más escuelas y de mejores condiciones en los hospitales y centro laborales. También, quedó al descubierto la negligencia de los gobernantes y su complicidad con el capital para enriquecer a los empresarios, poniendo sus intereses por encima la salud de los coahuilenses.
De continuar con la negligencia y el cinismo del gobierno, es indispensable que los sindicatos que se denomina democráticos, como la UNT, la CNTE y la NCT, de la mano con trabajadoras y trabajadores de todos los sectores, sindicalizados y no sindicalizados, den la pelea por mejores condiciones en salubridad y equipo de protección personal para toda la clase trabajadora, además de prohibir los despidos y recortes salariales. Es urgente que en Coahuila y la región lagunera, mujeres, jóvenes y trabajadores comencemos a discutir sobre un programa obrero de emergencia, para que la crisis económica y sanitaria que se disparó durante la pandemia, no recaiga nuevamente sobre nosotros y nuestras familias.
Con la organización y la movilización independiente del pueblo trabajador en Coahuila y en todo el país, podríamos luchar por salarios que cubran la canasta básica, permisos retribuidos de ser necesario, la reducción de las jornadas de trabajo y el reparto de horas entre ocupados y desocupados para combatir el desempleo, laborar en condiciones saludables, además de exigir el aumento al presupuesto de educación y salud y equipos de protección seguros para desarrollar nuestro trabajo, así como tiempos suficientes para comer, pasar tiempo con la familia, actividades recreativas y descansar.