El pasado miércoles se publicaba un nuevo estudio sobre los abusos sexuales a menores en la Iglesia, que añadía 20 nuevos casos de pederastia. Estos suman 243 casos reconocidos con 550 víctimas sólo en el Estado Español. La amplitud del escándalo ya alcanza a 13 de las 70 diócesis del país.
Viernes 26 de febrero de 2021
Esta crisis para la Iglesia se abrió a finales de los 90, cuando salieron a la luz las miles de denuncias que había tenido la Iglesia durante el último tercio del siglo XX. Desde entonces, son miles las víctimas de abusos sexuales por parte del clero de la Iglesia Católica en distintas partes del mundo, siendo los casos más llamativos los de Australia, Estados Unidos y Chile. En total, cientos de miles de jóvenes fueron durante décadas víctimas de abusos sexuales por parte del clero, y los casos aumentan con el tiempo.
La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha sido una de las más reticentes a tomar medidas para ayudar a las víctimas y reconocer las denuncias. Durante años, ha conducido los casos con absoluta opacidad, alegando que no puede intervenir en cada diócesis y que, en última instancia, está en manos de éstas llevar a cabo las medidas oportunas. Obviamente es falso que haya tal descentralización. De igual modo, se demuestra que no han llevado, al menos, una línea moral contra la pederastia cuando en 2007 no reprendieron al obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, cuando dijo públicamente que «hay menores que desean el abuso e incluso te provocan».
Con la llegada del Papa Francisco esta tendencia conservadora parecía cambiar cuando derogó el secreto pontificio cuando este ocultaba abusos sexuales y mandó a abrir en las diócesis oficinas para que las víctimas pudieran ir a denunciar y fueran asistidas psicológicamente. Tales medidas además de insuficientes demuestran la absoluta falta de compromiso del Papado con el caso de pederastias: que la misma institución cuyos miembros abusan pretenda abrir oficinas para los casos de abuso es una ironía de pésimo gusto. Por otra parte, el Papa Francisco no dudó en canoniza a Juan Pablo II, quien se sabe reforzó encubrimiento de los casos durante su papado.
Ante tal cinismo, las víctimas denunciaron que todas estas medidas estaban hechas de palabra para lavar la imagen de la Iglesia, que no ha llevado a cabo una búsqueda activa y siguen ocultando las cifras de los casos y las supuestas medidas que toman contra los pederastas. De igual modo, la ineficacia de estas oficinas está en su letra pequeña: sólo cuentan los casos denunciados directamente por las víctimas, no las denuncias hechas por otros sacerdotes de las órdenes religiosas y los internados, los focos donde más casos de abusos hay.
Con todo esto, no es de extrañar la actitud conservadora y cómplice que tenía Luis Argüello, secretario general de la CEE, en la rueda de prensa dada tras estos nuevos casos. Ha asegurado que desde que le Iglesia tiene abiertas las oficinas sólo ha habido 8 nuevos casos y, ante la posibilidad de contabilizar el resto de denuncias no directas, confirma que la CEE no pretende hacer ningún informe ni estudio al respecto. Tras esta declara intención de no dar información ni abrir investigación alguna por parte de la Iglesia, ha rematado la entrevista diciendo que a la Iglesia le gustaría empezar a hablar de otras cosas, como la ley trans, el aborto y el régimen fiscal de la Iglesia.
Ante tal cinismo, las víctimas denunciaron que todas estas medidas estaban hechas de palabra para lavar la imagen de la Iglesia, que no ha llevado a cabo una búsqueda activa y siguen ocultando las cifras de los casos y las supuestas medidas que toman contra los pederastas. De igual modo, la ineficacia de estas oficinas está en su letra pequeña: sólo cuentan los casos denunciados directamente por las víctimas, no las denuncias hechas por otros sacerdotes de las órdenes religiosas y los internados, los focos donde más casos de abusos hay.
Con todo esto, no es de extrañar la actitud conservadora y cómplice que tenía Luis Argüello, secretario general de la CEE, en la rueda de prensa dada tras estos nuevos casos. Ha asegurado que desde que le Iglesia tiene abiertas las oficinas sólo ha habido 8 nuevos casos y, ante la posibilidad de contabilizar el resto de denuncias no directas, confirma que la CEE no pretende hacer ningún informe ni estudio al respecto. Tras esta declara intención de no dar información ni abrir investigación alguna por parte de la Iglesia, ha rematado la entrevista diciendo que a la Iglesia le gustaría empezar a hablar de otras cosas, como la ley trans, el aborto y el régimen fiscal de la Iglesia.
Esta pasividad y complicidad abusiva para encubrir miles de abusos sexuales en el mundo sólo puede darse en una institución con un poder político y económico como la Iglesia Católica, cuyas vinculaciones con el Estado (en particular en el Estado Español) son tan obvias. La transparencia y auténtica justicia de estos casos sólo puede venir de la mano de una separación total y efectiva del Estado respecto de la Iglesia, una eliminación de todos los privilegios políticos y civiles de la Iglesia y de una verdad compensación a las víctimas. Esto implicaría sacar a la Iglesia de las instituciones civiles, expropiar los bienes y propiedades fijas de la Iglesia y redirigiendo las subvenciones del Estado para fines sociales.