Acercamos a los lectores de La Izquierda Diario esta líneas escritas por Sebastián Delasala, trabajador metalúrgico de Siderca
Jueves 7 de julio de 2016
imagen: CJVERSO
Número de Registro
A veces no recuerdo si mi nombre es justamente, un nombre como puede ser Julio, Pablo o Mario.
Hay un dicho: "eres lo que comes" Quizás podría afirmarse también que somos lo que hacemos y una gran parte de eso que somos y hacemos es trabajar.
Dime de qué trabajas y te diré quien eres. ¿Y quién soy yo?
¿Soy simplemente "Número" por nombre y "de Registro" por apellido?
Seguramente podría pensar que esto no es así. Que a lo sumo, sólo ocho horas de mi vida me llamo Número de Registro, que después salgo y soy Fabián o Marcelo o Jorge. Que tengo sueños, que me encanta ir a pescar -para despejar ¿viste?...-
Que disfruto de un asadito con mi señora y los chicos. Que cada tanto me doy un gusto, este verano me compré la pileta, esa que se infla el borde, no sabes lo fácil que se arma y viene con filtro y todo...
¡No querido, yo tengo una vida afuera! No pasa todo por el trabajo...
¿No pasa todo por el trabajo?
Siempre pienso lo mucho que mejoraría mi vida con un laburo dónde las reglas de juego sean claras entre trabajadores, dónde tiremos todos para el mismo lado, que en definitiva es poder ver a nuestras familias mejor en eso que llamamos "vida afuera". No existen dos vidas, una adentro del galpón y otra en la calle. Lamentablemente en el galpón dónde me llaman Número de Registro, no entendemos eso. No se lo reclamamos al sindicato porque no podemos ver esta realidad y el sindicato no quiere, no sabe o no le conviene que estemos despiertos y que entendamos que somos lo que somos gracias a lo que hacemos y de lo que trabajamos. La palabra de las bases debería ser el verdadero poder de los trabajadores y no que unos pocos decidan sobre las cosas por las que tenemos que luchar. Pero para tener voz, debemos vivir las veinticuatro horas como trabajadores. Mientras sigamos creyendo que con media hora en el comedor haciendo catarsis vamos a solucionar los problemas de nuestras vidas, mientras sigamos pensando que al cruzar el molinete nos devuelven automáticamente el nombre que nos puso nuestra vieja, estamos perdidos.
Sebastián Delasala