El 20 de abril de 1981, Girlschool publicaba su injustamente olvidado segundo disco, Hit and Run. Reivindicación de la condición provocativa e importancia libertaria de la banda en el heavy metal.
Eduardo González Peña @gpeduardop
Martes 20 de abril de 2021 17:47
La formación de Girlschool de izquierda a derecha: Enid Williams (voces y bajo), Kim McAuliffe (voces y guitarra), Kelly Johnson (voces y guitarra) y Denis Duffort (batería).
Hit and Run (“Golpear y correr”) es una obra fundamental de Girlschool (“Escuela de niñas”) en la que demostraron que la gran reputación que sus integrantes se habían ganado a puro rock and roll, respondía a un talento sólido y dejaba en claro que ellas eran mujeres heavy metal en estado puro.
En la tapa original de Hit and Run, se observan las espaldas de las cuatro músicas. Ellas presentan un styling que sintetiza la simpleza roquera de los Ramones o de Motörhead (el styling predominante en sus presentaciones en vivo), con algunos elementos derivados del canon impuesto en el heavy metal por Judas Priest. El nombre de la banda aparece en forma de luces de neón y se encuentra quebrado por un choque en la pared que auspicia de soporte del cartel. El golpe fue causado por un automóvil, del cual parecen bajar las integrantes de la banda. El nombre del disco se forma con las marcas dejadas por los neumáticos en el frenado del vehículo.
No obstante, lo más interesante de arte del disco es el automóvil elegido. En esa elección, las integrantes de Girlschool demostraban que su intención, al momento de comportarse frente al universo heavy metal, era no hacer ninguna concesión exigida a su género. ¿Por qué hacemos tal interpretación? Porque el automóvil se trata de un muscle car, es decir, se presenta un automóvil “musculoso” equipado con un poderoso motor V8. Este tipo de vehículos tiene significado emblemático dentro del mundo del hard rock y el heavy metal, junto con las motos Harley Davidson. En este sentido, y más allá del universo del rock, los muscle cars eran una fórmula masculina de identidad, de libertad y de dominio sobre el espacio. Para las mujeres estadounidenses siglo XX, el país donde se desarrollan los muscle cars, las automotrices diseñaron los autos “compactos”, como el Ford Falcon y el Chevrolet Nova (conocido en la Argentina como 400). Estos autos se proyectaban como si fuera uno más entre otros muchos aparatos domésticos (el lavarropas, la heladera, etcétera). Su función era asegurar que la “ama de casa” tuviera una forma eficiente de realizar la logística del hogar. Es decir, estaban proyectados para simplemente permitir abastecer el hogar con los valores de uso necesarios para reproducir la vida familiar. En ese sentido, el de pertenecer al hogar, los autos compactos eran objetos ligados a las visiones hegemónicas de lo femenino, que ubicaban a la mujer como “reina del hogar”. En cambio, los varones reinaban en el exterior. En ese ambiente, los automóviles eran símbolos de prestigio y de poder masculino. Los muscle cars, sinónimos de potencia y de velocidad, llevaron al extremo esa simbología, al convertirse en los representantes de la “virilidad” de su dueño.
Ahora, toda esta provocación al canon machista, expresada en la portada del disco, toma sentido cuando se aprecia el nivel superlativo del heavy metal de Girlschool. Para empezar, podemos decir que las voces femeninas hoy están naturalizadas en el heavy metal y son muy apreciadas a la hora de aportar matices novedosos al género maldito. Pero si retrocedemos a 1981, las cosas no eran tan sencillas. Hit and Run, lo primero que debía vencer era la (muy) posible resistencia que podía generar una voz femenina en una banda heavy metal. Este tipo de resistencias se puede observar en el caso de Heart (banda de hard rock) y su tema “Barracuda” de 1977. Esta canción, que perfectamente podría haber sido de Led Zeppelin, en su momento fue atacado con argumentos típicos de las falacias ad hominem más vulgares (por ejemplo, “son lesbianas”).
La apertura la hacen con “C’mon let’s go”, tema que se inicia con una forma muy podrida de replicar la sensación de poder que genera “Eruption” de Van Halen. Luego se escucha “C’mon let’s go” (un grito de aire ramonero) como inicio de la declaración de principios que es la letra: Girlschool será una banda “de motores gritando rabia al rojo vivo”, que hará su propia vida, vivirán el hoy, estarán en su camino y nunca perderán. Sin dudas, es un himno que busca ser rápido, agresivo y no tener contemplaciones.
Le sigue “The Hunter”, aquí se baja un poco la velocidad, pero no el tono pesado. También es difícil (por lo menos para el que escribe) encontrar aires de otras canciones del hard rock y el heavy metal que se le asemejen. Especialmente, se destaca el talento y la complementariedad de las guitarristas. Se trata del tipo de tema que, con solo escucharlo una vez, la melodía y el estribillo se internalizan en un lugar de la memoria que se resistirá al olvido, por lo menos mientras se mantengan desplegadas las “alas metalizadas” (Velocidad 22 dixit).
Solía suceder, cuando la tecnología dominante para disfrutar de la música era el casete, que algunas bandas, luego de presentar un par de grandes temas, nos atormentaban con canciones “de relleno”. Esto no ocurre con Hit and Run. El tercer tema se llama “(I´m your) Victim”. Es un tema rápido y corto, como si fuera la mezcla del estilo de Motörhead con el de Ramones, donde se luce la cantante de turno y presenta un gran solo de guitarra. El cuarto tema es “Kick it Down”, que presenta una forma de ejecutar los riff que recuerda levemente a AC/DC, pero ejecutados a la velocidad típica del speed metal y con un lucimiento de la batería. El quinto tema es “Following the Crowd” y tampoco les daría ganas de adelantar el casete. Pero, lo principal, es que en él se demuestra que su intensión es no hacer todos los temas “iguales”. La sexta canción es un cover de ZZ Top, el archiconocido “Tush”, que Girlschool interpreta bajo su propio canon y donde Kelly Johnson desata su enorme talento como guitarrista.
El séptimo tema es que le da nombre al álbum. Se trata del tipo de canción que un oyente medio de hard rock no quiere que se termine. Su estribillo es muy ganchero y se destaca por sus muy buenos coros. Su letra trata sobre una reformulación de la percepción de la vida luego de una decepción amorosa, que construye una sola certeza sintetizaba en la frase “vivir el hoy”. Después nos encontramos con las rapidísimas “Watch your Step” (octavo tema) y “Yeah Right” (decimo tema). Como dato curioso, en el video de esta última canción, aparece Phil “Philthy Animal” Taylor, baterista de Motörhead, haciendo de una gritona ama de casa. En el medio de ambas canciones, se ubica la mucho más lenta “Back to Start”. El disco finaliza con “Future Flash”, el tema que tiene el solo de guitarra más logrado y largo del disco.
A nivel compositivo y musical, Hit and Run demuestra una evolución de Girlschool respecto a su primer disco. Esta evolución refiere a la mayor complejidad y matices más logrados en su música. Aun así, sus canciones no perdieron la condición de ser ejemplos claros de los tiempos ásperos que se vivían en los barrios londinenses de su tiempo. Su estilo es novedoso y denota que no buscan emular (conscientemente) a otra banda. Sin embargo, nadie “es consigo mismo”, por lo que se pueden detectar influencias. Así, antes que los esperables ascendientes de Black Sabbath o de Judas Priest, en Hit and Run predominan las influencias de Kiss, Motörhead y New York Dolls. A ellos se deben sumar bandas punk como Ramones, Dictators y Heartbreakers.
El disco llegó a ocupar el quinto puesto en las listas británicas. Es decir, no estuvo muy lejos de la posición ocupada por el maravilloso Killers de Iron Maiden, la banda líder de la New Wave of British Heavy Metal (Nueva Ola del Heavy Metal Británico o NWOBHM). Además, demostró que Girlschool era un grupo sólido, compuesto por guitarristas que sabían complementar sus talentos y una brillante baterista. Esto les permitió girar con Black Sabbath y con Rush. También, les abrió las puertas del Reading Festival de 1981, un festival que duró tres días y en el que Girlschool logró encabezar el cartel del primer día.
¿Por qué Girlschool estaba conformado solo por mujeres?
La circunstancia fundamental que explica que Girlschool fuera íntegramente femenina es que ningún varón quería tocar con ellas ¿por qué? Porque eran mujeres (sic). Ante ello, lejos de desanimarse, pergeñaron la idea de hacer un grupo compuesto únicamente por mujeres. ¿Cómo fue su génesis?
La conformación de Girlschool se puede rastrear hasta 1975. Ocurre en Wandsworth, un distrito al sur de Londres. Su embrión fue una banda escolar llamada Painted Lady (“Dama pintada”). Entre sus integrantes se encontraban Enid Williams (voces y bajo) y Kim McAuliffe (voces y guitarra). En aquellos años se dedicaban a tocar covers. De ese tiempo, tal vez lo más interesante es que la formación tuvo otra guitarra al mando de Kathy Valentine, quien más tarde sería parte de las exitosas The Go-Go´s.
En 1978, la banda pasa a conocerse como Girlschool cuando entran a ser parte de la formación Kelly Johnson (voces y guitarra) y Denis Duffort (batería). No fue un mero cambio de nombre, también se produjeron otras transformaciones de importancia: pasaron a componer su propia música y adoptaron un sonido más ligado al heavy metal.
Su primer single les abrió la posibilidad, en marzo de 1979, de ser teloneras de Motörhead, que iba a iniciar el Overkill Tour (su primera gran gira). Lemmy, en vez de invisibilizar el talento de Girlschool, como hubiera dictado el canon machista, las eligió para “refregar” el talento de sus músicas a la parte “pomposa” del mundo del rock. Respecto a ese talento musical, Lemmy afirmó en su biografía que Kelly Johnson, cuando estaba inspirada, llegaba a la altura de Jeff Beck. Y, en referencia a su comportamiento como rockera, la comparó con Keith Moon (lo que se debe entender como un halago tan grande como el anterior). Incluso, se conjugó Motörhead y Girlschool en una banda llamada (Motör) Headgirl (school). Esto ocurrió debido a la excelente relación y a la afinidad entre ambas bandas. La amistad entre Motörhead y Girlschool duró hasta la muerte de Kelly Johnson (2007) y de Lemmy (2015).
En la carrera de Girlschool también jugó un papel muy importante el sello Bronze. Antes del Overkill Tour y empujados por la necesidad de hacer del dinero más dinero, Bronze había puesto su radar sobre la NWOBHM. Allí “descubrieron” a Girlschool y las contactaron con Lemmy, que era uno de sus artistas principales; pero no por altruismo, ni por amor al heavy metal. Lo que ocurría es que Bronze advertía un cambio en la subjetividad del consumidor del rock y la compañía no estaba en condiciones de cosechar beneficios de ese cambio. Tal transformación se concretaría en 1980, con el éxito de obras como Back in Black (AC/DC), British Steel (Judas Priest), Ace of Spades (Motörhead), Heaven and Hell (Black Sabbath) y Blizzard of Ozz (Ozzy Osbourne). A esos éxitos se sumaron los aportes de la NWOBHM: el primer disco de Iron Maiden, Wheels of Steel de Saxon, Lightning to the Nations de Diamond Head y On Through the Night de Def Leppard. En ese ambiente, Girlschool será la gran inversión de Bronze para captar el flujo de ganancias que iba a generar la NWOBHM. Ello le permitió a Girlschool aportar otro gran clásico, llamado Demolition, al fructífero año 1980. ¿Qué mejor nombre podía tener el primer disco de la primera banda de heavy metal compuesta totalmente por mujeres?
Outsiders entre outsiders
A fines de los años setenta, los jóvenes músicos que componían NWOBHM eran outsiders (“rebeldes” o “inadaptados”), es decir, eran sujetos que se desviaban del grupo de reglas de hegemónicas. Tal vez sea la pluma de Bon Scott quien mejor describa la subjetividad rockera outsider: “Te puedes quedar con tu horario de nueve a cinco. Y tu camisa y tu corbata. Y quédate con tus principios morales. Porque todo es una sucia mentira. Te puedes quedar tu dorado apretón de manos. Y te puedes quedar con tus estúpidas reglas. Y toda la demás mierda que enseñan a los niños en la escuela. Porque no soy idiota” (AC/DC, Rock and Roll Singer, 1975).
Los integrantes de la NWOBHM planteaban formas disruptivas en sus valores, subjetividades, sensibilidades e imaginarios. Ello lo acompañaban con una estética y un sonido que eran radicales, singulares y distintivos. Así, su transgresión terminó por afectar la legitimidad de las reglas sociales imperantes en el universo del rock. En ese sentido, la NWOBHM construyó su propio estilo libertario y provocativo, pero no revolucionario, como antes lo había hecho el hippismo o contemporáneamente lo estaba realizando el punk. Al hacerlo, paradójicamente, establecieron nuevas reglas para definir las situaciones y comportamientos apropiados. Esas reglas diferenciaban las acciones aceptadas de aquellas condenables. Es decir, crearon un nuevo prisma para significar cómo trabajaban, consumían, amaban, se divertían, se sentían frustrados o hacían amistades. De esa forma, se alumbró una nueva configuración de relaciones sociales que reordenaron los contenidos posibles para la libertad. Sin embargo, la NWOBHM no produjo una ruptura con una de las dimensiones clásicas del universo del rock: continuó con el canon machista imperante en mundo del rock.
Por su parte, Girlschool (que era parte de la NWOBHM) se trataba de la primera banda de heavy metal compuesta totalmente por mujeres. Esta condición de género iba a contramano de todo el peso de las poses y clichés machista generales al mundo del rock. En ese sentido, las Girlschool continuaron la lucha provocativa y libertaria iniciada por Janis Joplin y las hermanas Ann y Nancy Wilson de Heart. Además, las Girlschool fueron contemporáneas a The Runaways de Lita Ford y Joan Jett; lo mismo que a Patti Smith, a Debbie Harry (Blondie) y a Chrissie Hynde (The Pretenders). Si bien no pretendemos hacer una lista exhaustiva de las artistas que fueron importantes en la ampliación de libertades para el género femenino, dentro de esa lucha no podemos dejar de nombrar a las Go-Go´s.
Entonces, si bien la NWOBHM estuvo compuesta por una serie de bandas rupturistas –como Iron Maiden, Saxon, Def Leppard, Diamond Head, Venom, Grim Reapery muchas otras–, fue Girlschool la que propuso y logró, mediante una novel subjetividad, la mayor radicalización en la transformación de los valores, las sensibilidades e imaginarios. Ellas fueron outsiders entre outsiders y se sobrepusieron a tal condición, rompiendo las limitaciones que generaba el canon machista imperante en el heavy metal.
¿Por qué libertarias y no revolucionarias?
Pappo alguna vez se preguntó “¿A dónde está la libertad?”. Para responder a esta pregunta, se puede recurrir a diferentes líneas interpretativas. Una puede ser apelar a una concepción de la libertad que la trasmuta en una entelequia metafísica. También, se puede utilizar las visiones ahistóricas, que ubican la libertad en un pasado mítico e indeterminado. Asimismo, podemos reducir la libertad a la mera falta de estorbos para la circulación del capital. Sin embargo, dentro de este espacio, se apelará a una visión realista. Es decir, recurriremos a un prisma cuya aspiración es conocer la verdad, sea cual sea su contenido, y que asume que la verdad es, posiblemente, más horrible y cruel que consoladora. Solo esta actitud permite hacer, de cualquier espacio social, un campo de la reflexión objetiva, es decir, científico. En ese sentido, el prisma más realista es el marxismo (por cierto, como una vez alguien me hizo notar, es una denominación injusta con el fundamental aporte de Engels al mismo).
Este prisma nos permite observar que, para el núcleo fundamental de la sociedad –la clase obrera–, la libertad tiene una doble cara: por un lado, son sujetos libres porque disponen sobre sí mismos; y, por otro lado, son individuos liberados de los medios de producción, es decir, son vendedores forzados de la mercancía fuerza de trabajo. Entonces, al momento de ingresar al lugar de trabajo, se finaliza la libertad del sujeto perteneciente a la clase obrera. A ello podemos agregar que, para los desempleados, a quienes se les niega la libertad de vender la fuerza de trabajo, las condiciones son aún más siniestras. Entonces, esta forma de significar la realidad nos permite comprender que las luchas libertarias no son revolucionarias: la única revolución es la que logre acabar con la dominación de clase.
Sin embargo, ello no nos impide reconocer que las luchas libertarias (o “antisistema”) han ampliado las libertades concretas dentro del modo de producción capitalista. Podemos (y debemos) darle valor a esas luchas que se dieron para ampliar las condiciones de posibilidad. En este sentido, no podemos desconocer que lucha de la NWOBHM, fue libertaria. Especialmente porque, de forma preeminentemente, sus músicos y músicas tenían orígenes sociales en los barrios obreros. Su ingreso al negocio del rock, les permitía luchar contra los efectos del desclasamiento, como hemos explicado en otro artículo sobre el cuarenta aniversario del primer disco de Iron Maiden, generado por la reinstauración del viejo darwinismo social, bajo la apologética de la iniciativa individual del neoliberalismo.
En esas condiciones, es fundamental subrayar la perseverancia de las músicas que formaron Girlschool y su confianza en su arte. Ellas nos demostraron, y nos demuestran, que no hay modos espontáneos, naturales y/o mecánicos de habitar y de comportarse frente al mundo, a los demás, a sí mismo y a la historia. Su fuerza moral las llevó a vencer la presión contraria a la expresión de su subjetividad, es decir, a enfrentar y triunfar sobre el consenso social conservador que determinaba lo admitido y lo prohibido. ¿Hay algo más rockero que eso?