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Red Internacional
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Opinión. Palestina, entre la tormenta y las espadas

Análisis-crónica del editorialista que conoció de primera mano a la resistencia palestina.

Santiago Montag

Santiago Montag @salvadorsoler10

Domingo 8 de octubre de 2023 15:05

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A quien corresponda…

Las imágenes que nos llegan en estos momentos desde Palestina nos conmocionan a todos. Por momentos el shock es tan fuerte como los helicópteros rusos sobrevolando ciudades ucranianas, o las torres gemelas volviéndose polvo más de 20 años atrás. No estamos preparados para entender estas situaciones, ni nunca lo estaremos. Hoy estamos debatiendo varios aspectos de lo que vemos que nos cortan la respiración y quitan el apetito. No sabemos cuál tiene más jerarquía despistando nuestro juicio. Probablemente todo esté vinculado a la sucesión de los hechos. En primer lugar, Hamas (organización que gobierna Gaza) haciendo un boquete en el muro de separación que encarcela a 2 millones de palestinos, iniciando una operación (la tormenta de Al Aqsa) con herramientas de guerra asimétrica, apuntando a lugares clave militares israelíes como puestos de observación y atacando con parapentes (una "fuerza aérea" que no es captada por radares), lo que denota un acto estratégico planificado durante mucho tiempo.

Esto seguido de palestinos vestidos de civil sobre un Merkeva (tanque israelí) prendido fuego, representante del poder de Israel. Uno de esos Goliat que desde la primer Intifada vemos cómo los niños se plantaban de frente a tirarles piedras, mientras que estos abrían fuego sobre ellos. El muro que rompió Hamas es un símbolo de la opresión en ese territorio que es una "cárcel a cielo abierto".

Pero horas después nos llegan imágenes aberrantes que dan lugar a la reflexión. Vemos los bombardeos en zonas civiles destruyendo edificios en ciudades israelíes. El impacto no es comparable a los bombardeos israelíes en Gaza, pero impactan, y uno se pregunta, qué pasó con el Iron Dome (el sistema antimisiles israelí)? Acá surgen las preguntas sobre la seguridad que puede proveer el gobierno, en la actualidad, de Netanyahu, y que está pasando entre el ejército y la inteligencia que no lo previeron, etc. Pero todos nos concentramos en los edificios en llamas, luego en los civiles tirados en las calles o los videos que muestran militantes de Hamas arrastrando cuerpos. Duro.

Opino que nadie en su sano juicio justificaría estas acciones. Ni siquiera los protagonistas de aquel teatro. Podemos explicarlas, pero nunca justificarlas. Tengo muchas dudas de que los palestinos, incluso los gazatíes con todas las razones que conocemos, apoyen las aberraciones que vemos de Hamas. Es probable que ni siquiera las conozcan. Pero lo que se percibe es que la causa palestina aún está viva, a pesar de todas las derrotas que sufrieron.

Me atreveré a contar lo que vi y escuché de boca de los mismos palestinos cuando tuve la oportunidad de estar en tierra palestina. Sentado en un bar de Belén llamado la Citadela o Al Qalaa en árabe, conversaba con unos pibes palestinos, tenían en ese momento alrededor de 25 años de los campos de refugiados de Aida y Aroub en Bethlehem. Conversando me cuentan que no pueden aspirar a encontrar un trabajo fuera de Cisjordania. Les pregunto ingenuamente ¿por qué? ¿No se pueden ir?

  •  "No tenemos permitido pedir trabajar en Israel". La mayoría de los jóvenes, y sobre todo en los campos de refugiados, estuvo preso con cargos de terrorismo por tirarle piedras a la ocupación.
  •  “Todos nosotros estuvimos presos, varias veces entre uno y dos años cada vez. Los israelíes de entrada te tienen 48 horas sin dormir haciendo preguntas, te golpean y te sientan en posiciones incómodas. No te dan asistencia médica. Los dientes se te caen. Hasta que no tienes una infección grave no te sacan de la celda. Durante todo ese tiempo te interrogan e interrogan”.
  •  “No tenemos ningún problema con los judíos, respetamos su religión, no hay problema con los civiles. El problema es con la ocupación, con los militares, y por supuesto con los colonos.” añade otro.

    Luego un día acompañando a militante de Ta’iush una organización de israelíes que cubren los sucesos en Masafer Yatta al sur de Hebrón (o Al Khalil) donde proliferan los llamados “asentamientos ilegales” o “outpost”, hablo con un pastor palestino. El señor vivía entre las colinas de Masafer Yatta, como muchos otros, en una casita de madera con su rancho de ovejas. Era un beduino curtido por el sol. Allí vivía con sus 5 hijas y su esposa. Cada día era una lucha constante contra el hostigamiento de los colonos. Ese día lo defendimos poniendo nuestro cuerpo entre él y las piedras de jóvenes israelíes. Pero voy a ilustrar uno de sus días con su propio testimonio.

    "Una noche me despierto escuchando ruidos afuera. Cuando salgo estaba la casita donde dormían mis hijas prendida fuego. Las logré sacar y salvarlas, pero perdimos toda la casa. Esa noche además nos mataron todas las ovejas. Nos costó años recuperarnos. "

    Le pregunté ¿Cuál es tu sueño en la vida?
    "Dormir una sola noche tranquilo - respondió.

    A pesar de eso, me insistió en que no tiene problema con los judíos. Su deseo es que lo dejen trabajar en sus tierras. Esto me lo han repetido muchos de los beduinos que viven allí, tierras que tienen desde hace cientos de años. Incluso muchos de ellos fueron desplazados desde 1948 hacia esas zonas.

    Otro día viajaba desde Bethlehem hacia Jerusalén. Cada vez que el colectivo cruza el checkpoint los soldados te hacen bajar y mostrar los documentos. Palestinos primero, extranjeros después. Una de las veces una señora muy anciana vestida con un burka completo pero se le podía observar su rostro, fue detenida por los soldados, no pude comprender la discusión, pero quedó varada allí.

    Cuando visité la ciudad de Hebrón, Aláa, un amigo de allí, me llevó a recorrer donde vive, la “Hebrón 2”, una parte de la ciudad que está amurallada por checkpoints, donde se encuentra la tumba de Abraham. Allí viven menos de mil colonos y hay miles de soldados para cuidarlos. La ciudad es fantasma, pareciera como si dejaran pudrir a los 30,000 palestinos que aún la habitan. Cuando vamos a cruzar otro de los checkpoints internos de la ciudad veo una señora con su hija que están antes que nosotros. La niña debía entrar sola antes que su madre para ser cacheada en una habitación por un soldado con un arma más grande que la niña. La madre observaba desesperada la escena desde el otro lado del molinete como si fuese un matadero de vacas.

    Caminando por la calle nos cruzamos con una señora, Jamila. Nos invitó un té en su casa. Ella me hablaba en árabe mientras que Alaa me traducía. Me contaba las aberraciones que le hicieron los colonos. Con orgullo me contó que fue más de 20 veces presa por tirarse arriba de los jóvenes que escapaban de los soldados por insultarlos. Le pregunté como hacía para soportar esa situación. Me respondió “mi presencia física aquí es lo que más importa, qué lección voy a darle a mis hijos (en referencia a todos los jóvenes) si me voy, los viejos no podemos mostrarnos así, cada uno de nosotros en su lugar importa para cuidar nuestra tierra”.

    Si no logramos comprender esta situación es difícil entender algunas de las imágenes que nos llegan. De parte de los palestinos hay una acumulación de sucesivas aberraciones del ejército de Israel y sus colonos que no vemos en los medios de comunicación. De historias mínimas que guardan una camorra que puede estallar de cualquier forma hasta que no exista un acuerdo político que supere esta situación que parece irreconciliable y prácticamente avalada por todos los gobiernos del mundo desde que se instauró a la fuerza el Estado de Israel en 1948. Israel desde su existencia se propuso responder 10 veces sobre cada ataque que recibe por parte de los palestinos y de forma colectiva. Hoy estamos todos a la expectativa de ver cuál será el alcance que tendrá la anunciada operación Espadas de Hierro.


  • Santiago Montag

    Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.

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