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Red Internacional
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CORONAVIRUS Y CRISIS. Paraguay entre la catástrofe sanitaria y la crisis política

Las protestas fueron decreciendo este miércoles, cuando se cumplía la sexta jornada de movilizaciones contra el Gobierno de Mario Abdo Benítez. Sin embargo, la crisis sanitaria se agudiza y la crisis política no logra ser canalizada aún, a pesar del cambio ministerial en el gabinete.

Juan Andrés Gallardo

Juan Andrés Gallardo @juanagallardo1

Jueves 11 de marzo de 2021 10:45

Paraguay vivió este miércoles una nueva jornada de protestas contra el Gobierno de Mario Abdo Benítez, conocido popularmente como "Marito". Si bien la intensidad de las movilizaciones fue decreciendo con el correr de los días, sin una dirección clara, la crisis política aún no está cerrada y la catástrofe sanitaria se profundiza.

Autoridades de los departamentos de Asunción y Central, epicentro de la covid-19 y la zona más poblada de Paraguay, alertaron este miércoles de "estadísticas alarmantes" de casos y una extrema ocupación de camas, terapias y un posible colapso hospitalario.

La reunión entre esas autoridades con el nuevo ministro de Salud, Julio Borba, se produjo un día después de que el Gobierno comunicara el estado de alerta roja sanitaria a nivel nacional, en base a el incremento sostenido de contagios en los últimos días.

Horas después de esa declaración, el Ministerio registró 2.125 contagios, 1.250 hospitalizados en sala y 324 en cuidados intensivos, las cifras más altas de la pandemia desde que en marzo se detectara el primer caso.

El total de casos asciende a 171.985 y el de decesos a 3.360, en una población de unos siete millones de habitantes y en un escenario en el que las vacunas solo han sido aplicadas a parte del personal sanitario.

Paraguay está en la cola de la región en la campaña de inmunización, que solo afecta al personal sanitario tras la llegada de 20.000 vacunas donadas por Chile y 4.000 dosis de la Sputnik V.

Esa demora, y en especial la crisis sanitaria, con desabastecimiento de insumos médicos en los centros de salud pública, originaron un descontento del personal sanitario y de familiares de pacientes que derivaron en la renuncia del anterior ministro de Salud, Julio Mazzoleni.

La renuncia no frenó las movilizaciones en marcha, protestas que se realizan desde el viernes en el centro de Asunción con el reclamo de la dimisión de Abdo Benítez y del vicepresidente, Hugo Velázquez, del conservador Partido Colorado.

En medio de esas protestas, Abdo Benítez anunció el sábado cambios en su gabinete, confirmando el lunes a Borba, que ocupaba la cartera de forma interina desde la salida del exministro de Salud, Mazzoleni.

Otro de los cambios fue el del Ministerio de Educación, ocupado desde este miércoles por Juan Manuel Brunetti, en sustitución de Eduardo Petta.

Tras su juramento del cargo, esta mañana en el Palacio de Gobierno, Brunetti dijo a los medios que se reunirá en breve con Borda para evaluar la continuidad de las clases presenciales, que se reiniciaron los primeros días de este me.

El Gobierno insiste en culpar del aumento de los casos al relajamiento ciudadano. Pero la realidad es que las protestas que terminaron con la caída del ministro de Salud apuntaban hacia los verdaderos responsables. Un andamiaje de corrupción que no rindió cuentas sobre el uso de un préstamo de 1,800 millones de dólares que iba a ser destinado a generar recursos ante la pandemia pero que claramente nunca llegaron a destino.

Por el contrario la gestión del Gobierno de Abdo Benítez, aliado de Bolsonaro en Brasil, fue quitarle importancia a la enfermedad, no invertir en testeos e infraestructura sanitaria y menos aún garantizarse una porción de las vacunas, ya de por si escasas por el acaparamiento de parte de los países imperialistas.

A esto se sumó la revelación de casos de corrupción en sobreprecios a insumos para los hospitales y la falta de medicamentos que las familias tienen que terminar adquiriendo por su cuenta en el mercado informal a un precio mucho más elevado que el sugerido.

Esta combinación de elementos desató las protestas que obligaron a Abdo Benítez a hacer cambios urgentes en su gabinete. Sin embargo, estos cambios no implican modificaciones centrales en la política desastrosa que viene llevando adelante. Eso lo saben en las calles, pero también en el Parlamento, donde las fuerzas opositoras buscan hacer aprobar el inicio de un juicio político contra "Marito". El Parlamento es otra de las figuras desprestigiadas en la política paraguaya, por lo que el proceso de juicio político es tanto un intento de limpiar su imagen ante la población, como de encausar por vía institucional la crisis abierta, sacándola de las calles.

Pero la oposición no tiene mayoría en el Congreso, por lo que el pedido de destitución es simbólico y la decisión en definitiva queda en manos del gobernante Partido Colorado. El expresidente Horacio Cartes, maneja la mayoría de la bancada parlamentaria del partido, y ya salvó a Abdo Benítez de un intento de juicio político en el pasado. Podrá hacerlo de nuevo, pero la crisis política actual, que incluye una económica, sanitaria y social, es mucho más profunda. Puede salvar a Benítez por segunda vez y convertirlo en una figura decorativa dependiente de su mayoría parlamentaria o evaluar el futuro del actual mandatario si las calles se vuelven a encender pidiendo la cabeza de "Marito".


Juan Andrés Gallardo

Editor de la sección internacional de La Izquierda Diario

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