La UIA celebró el día de la industria con reclamos al gobierno y un planteo antiobrero para la crisis. Para Marcos Peña "el país está mejor que hace un año". Ninguno de ellos representa al pueblo trabajador. Hace falta un paro general contra el ajuste.
Viernes 2 de septiembre de 2016
El pantano económico que da vistas de continuar al menos durante todo el segundo semestre se expresó ayer en el acto por la celebración del día de la industria organizado por la Unión Industrial Argentina (UIA). Al mismo tiempo, el acto organizado por el mismo motivo por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) sufrió un desplante por parte de los funcionarios del gobierno nacional que habían prometido hacerse presentes.
China y mucho más
En el cierre del acto por el Día de la Industria, Adrián Kaufmann pidió que “no se considere a China como una economía de mercado”, luego de que expusieran el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro de Producción, Francisco Cabrera.
Esta oposición a una posible admisión de China como economía de mercado por parte del Gobierno argentino fue ayer el reclamo principal de la UIA, en la víspera de la reunión que el presidente Mauricio Macri tiene previsto mantener hoy con su par del país asiático, Xi Jimping. Pero detrás de este reclamo visible, el ánimo de los organizadores traslucía una disconformidad más amplia y un planteo de mayores ataques contra los trabajadores, para conseguir mayor productividad por medio de aumentar la flexibilización laboral.
En su discurso, el titular de la entidad habló del aumento de las importaciones, de la presión tributaria y del costo de los créditos, entre otras dificultades que preocupan a este sector del empresariado. Kaufmann consideró que “China presenta para la Argentina una verdadera encrucijada, que ya trajo consecuencias”. El dirigente fabril ya había advertido sobre este tema mediante una carta enviada a la canciller, Susana Malcorra, en la que señalaba las consecuencias negativas que, a su juicio, representaría que la Argentina reconociera a China como economía de mercado.
Estas advertencias fueron desechadas por el embajador argentino en Beijing, Diego Guelar, quien aseguró que se le debe admitir ese status a China y cuestionó el reclamo de los industriales argentinos.
En su discurso ante Peña y Cabrera, Kaufmann diferenció el caso de China del de Brasil, “que afecta el 50 por ciento de las exportaciones argentinas con valor agregado”, por ser el primero “un tema estructural”, por sus ventas a precios bajos, y el segundo “uno coyuntural”. Agregó además que con Brasil hay diálogo permanente.
Para Kaufmann “el año pasado llegamos a un déficit con China de 12 mil millones de dólares, con un aumento de las compras industriales provenientes de ese país, que afectan a las empresas locales”. Advirtió que “no se puede continuar la primarización de nuestras exportaciones”. El titular de la UIA puso como ejemplo “la agroindustria, que es un sector muy competitivo: en 2007 exportábamos a China un 50 por ciento de porotos de soja y un 27 por ciento de aceite, mientras que en 2015 las ventas de porotos de soja treparon al 70 por ciento y las de aceite cayeron al siete por ciento”.
Kaufmann Brea señaló también que la industria acumuló en los últimos cinco años una caída del 6,5 % en términos per cápita y este año “la tendencia continúa”. Observó que esto se debe en buena medida a los "desequilibrios heredados" y al contexto internacional adverso, pero también pidió políticas más firmes.
El discurso de ayer condensó de este modo el malestar que prima en el sector patronal fabril, que de conjunto se ve perjudicado por la caída del mercado interno -el destino del grueso de la producción para la mayoría de las ramas- y por el incremento de los costos, que tuvieron en el tarifazo y el salto de las tasas de interés dos capítulos fundamentales. Este incremento de costos no logra ser compensado por el paquete de medidas impulsado por el gobierno para reducir impuestos y lanzar créditos más baratos.
Por supuesto, los reclamos de los empresarios en defensa de sus negocios no dieron cuenta en absoluto de que los grandes perdedores de esta situación que son los trabajadores, que vienen sufriendo despidos, tarifazos, altos niveles de inflación y precarización laboral por parte de los empresarios de estas mismas firmas. Muy por el contrario, piden que se avance en avasallar los derechos obreros para mejorar sus negocios.
Dentro de este panorama general, también hay claros ganadores, muy vinculados a la exportación o que pudieron mejorar sus ingresos en las ventas locales gracias a la devaluación, al mismo tiempo que vieron caer sus costos salariales en dólares. Es el caso de las automotrices, que aunque no ven repuntar la actividad porque sigue cayendo la economía en Brasil, mejoraron su ecuación respecto del año pasado. Lo mismo puede decirse de Arcor, firma de la cual es titular el presidente actual de la UIA, y que es número uno en exportación de golosinas en América Latina. Agreguemos que a las firmas que exportan el gobierno les regaló a final de 2015 la eliminación de retenciones a las ventas al exterior. En la celebración de ayer, había entonces muchos perdedores de la economía macrista de estos ocho meses, y algunos que tuvieron algo (o mucho) para celebrar con el shock de estos meses. El gobierno buscó llevarles algunas buenas noticias.
Para Peña hay “mejores condiciones”
Antes de Kaufmann, habían hablado Marcos Peña y Francisco Cabrera. Peña le pidió a los industriales que “sean protagonistas” y que expresen “optimismo” en el futuro, al tiempo que aseguró que la Argentina “está en mejores condiciones para crecer estructuralmente que hace un año”.
“Está claro que las cifras de la recesión y el contexto internacional generan motivos de preocupación en el corto plazo, pero creemos que si miramos de un año a esta parte, la Argentina está en mejor situación para crecer estructuralmente”, señaló Peña, luego de que se informara oficialmente que la actividad industrial tuvo una caída en julio del 7,9 por ciento comparada con el mismo mes de 2015.
Cabrera, por su parte, consideró que la Argentina tiene que “generar mejores condiciones de competencia” y que su industria debe “integrarse al mundo de manera inteligente, cuidando el empleo”, a la vez que se debe impedir los “abusos de posición dominante” que se registran en ciertos sectores de la economía. Una advertencia, esta última, que va en línea con otros gestos recientes del gobierno para meter mano para "ordenar" el libre juego del mercado, que hasta hace poco era considerado intocable para el gobierno de Cambiemos.
Asimismo, reiteró que “el desafío más importante” que tiene el Gobierno y los sectores fabriles “es generar trabajo de calidad” y adelantó que desde su cartera se está “trabajando en una reforma sustantiva del sistema de ART (Aseguradoras de Riesgos de Trabajo)”.
Para el funcionario, uno de los factores que impiden eso y que provocan “falta de demanda de empleo”, que es “el problema estructural de la economía argentina”, es la “falta de productividad” que presentan distintos sectores. Cuestiones que los empresarios y el gobierno de CEOs suelen traducir casi exclusivamente en una necesidad de mayor flexibilización para bajar el “costo” del trabajo, arrancando más producto por igual salario, a costa de los trabajadores.
Para la CAME, una celebración “complicada”
La CAME realizó su propio acto por el Día de la Industria, donde su titular, Osvaldo Cornide advirtió que la celebración es “bastante complicada”, a raíz de la situación que enfrenta el sector. La entidad empresaria organizó un acto en su sede porteña, sin la presencia, previamente anunciada, de la vicepresidenta Gabriela Michetti, del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y el de Interior, Rogelio Frigerio. Sí estuvieron el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, entre otros.
Durante su intervención, breve, Cornide pidió “no desproteger a la industria cuando en el mundo hay un exceso de producción que los países desarrollados quieren colocar” en mercados de países emergentes.
El faltazo de los funcionarios causó sorpresa en los organizadores, que dudaban sobre si pudo obedecer al reciente informe de la entidad que indicó que la producción de las PyMES industriales cayó 7,8 por ciento interanual en julio, o a la protesta en la Plaza de Mayo que incluyó el reparto de manzanas y peras y se conoció a nivel internacional.
La entidad mercantil también presentó días pasados un amparo colectivo en la Justicia en contra del fuerte incremento de las tarifas de gas, dispuesto por el Gobierno y que la Corte Suprema frenó pero sólo para usuarios residenciales.
Ratazzi, por un dólar a 18 pesos
El titular de Fiat, Cristiano Rattazzi, aprovechó el día para reclamar con un dólar más caro. Estimó que el tipo de cambio está “retrasado hace mucho”, por lo que el dólar debería subir a “17 ó 18 pesos” para mejorar la competitividad fabril mientras se “reacomodan todas las otras variables que hacen a la competitividad de la economía”.
Señaló también que la inflación está bajando, pero aclaró que no dejará de ser un problema para la economía hasta tanto no se ubique entre 3 y 5 por ciento anual, pauta que el Gobierno prevé recién para 2019. Olvidó mencionar que su pedido de volver a devaluar para mejorar las ganancias que hacen empresas como la suya con lo que exportan, no hará otra cosa que recalentar todavía más los precios.
El origen del fuego cruzado
El gobierno de los CEO avanzó con todas las medidas que por largo tiempo venían reclamando las patronales industriales: levantamiento del "cepo", la devaluación, arreglo con los buitres y quita de retenciones (o baja para la soja).
El ataque al salario implicó en el primer semestre una pérdida del poder de compra del 12 %. La desocupación alcanza casi el 10 % y hay más de 6 millones de trabajadores con problemas de empleo (entre desocupados, subocupados y en "negro").
En esta realidad influye la "herencia" del gobierno anterior, pero también el efecto de las políticas oficiales, que implicó ya la destrucción de 115.000 puestos de trabajo registrado desde diciembre, como reconoció días atrás el Ministerio de Trabajo. Otros tantos deben haberse perdido entre los no registrado (en "negro").
El resultado del ajuste fue una recesión que está afectando los negocios de una parte de los industriales mercado internistas. Para el Gobierno "algunos empresarios se pasaron de rosca con los precios", como afirmó Cabrera días atrás.
Si la situación económica tiene al borde de un ataque de nervios a las patronales, al gobierno lo ha conducido a una herejía buscando incorporar elementos intervencionistas en su política para tratar de domesticar las fuerzas del "mercado", para que no se lleven puesto su proyecto político.
En esta encrucijada económica y en el enfrentamiento discursivo entre Gobierno y patronales no hay campos progresivos. Ambos bandos buscan los mecanismos para atacar derechos laborales para salir de la crisis que ellos generaron.
La UIA es la misma que llamó al Golpe de Estado en 1976 y hoy tiene un decálogo de propuestas anti obreras que tiene gran eco entre los funcionarios del gobierno. Permanentemente se quejan del clima asambleario, de la indisciplina laboral, del ausentismo que los propios datos oficiales desmienten, del costo por los juicios laborales y por accidentes de trabajo. Su estrategia es lograr mayores niveles de precarización y flexibilización laboral para bajar aún más los salarios.
En lo inmediato buscan evitar la reapertura de las paritarias. Al respecto, Daniel Funes de Rioja, el segundo de la Unión Industrial Argentina y presidente de la Coordinadora de Industrias Alimenticias (Copal) señaló que "está claro que mayores costos afectarán más la competitividad, lo que implica una eventual negociación más compleja".
Mientras la burguesía se debate cómo volcar el peso de la recesión sobre los trabajadores, es necesario impulsar medidas para que la crisis la paguen los patrones. De cara a la audiencia pública por el tarifazo de gas, es necesario impulsar un gran paro nacional con movilización.
Redacción
Redacción central La Izquierda Diario