Pedro Sánchez ha asegurado este martes en declaraciones a la Cadena Ser estar dispuesto, si fuera necesario, a aplicar nuevamente el artículo 155 en Catalunya. Una posición en línea con su eje de campaña: españolismo, españolismo y más españolismo.
Diego Lotito @diegolotito
Juan Carlos Arias @as_juancarlos
Miércoles 2 de octubre de 2019
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, interviene en la presentación del lema de campaña del Partido Socialista. ULY MARTÍN / VÍDEO: EP
Sánchez ha dicho que advierte, no amenaza. Pero si “en las próximas semanas o meses” tiene que aplicar el 155, no le temblará el pulso. Algo que suena bastante a una amenaza más que a una advertencia.
Anta la eventualidad de una nueva aplicación del 155, la proporcionalidad será fundamental “para no dar más gasolina al independentismo”, ha asegurado el presidente en funciones. Una característica que no representa un escollo para el líder del PSOE: “con un Gobierno en funciones se puede aplicar, sin problema”, dijo sin inmutarse. Parece ser que lo permiten la muy “democrática” Constitución y las leyes españolas.
Eso sí, de aplicar nuevamente el 155, Sánchez trataría de hacerlo de manera “consensuada” con todas las fuerzas políticas, contando incluso con Unidas Podemos. No deja de ser curiosa la mención a UP cuando el propio Sánchez no ha parado de destacar, durante los últimos meses, las enormes diferencias respecto a la posición ante la cuestión catalana entre ambas fuerzas. Un elemento esencial que impidió, según el presidente en funciones, alcanzar un gobierno de coalición con Pablo Iglesias.
El hecho de que ahora baraje esta posibilidad de acuerdo con UP desnuda que, en realidad, nunca hubo grandes diferencias políticas sobre Catalunya. Recordemos que el líder socialista ya había apoyado la aplicación del 155 en consenso con el PP después del referéndum del 1 de octubre de 2017, del que se cumple su segundo aniversario. Una ubicación del PSOE en la trinchera reaccionaria del españolismo que no supuso ningún problema a Pablo Iglesias para sostener la idea de que un Gobierno con el PSOE sería progresista; si ellos mismos estaban en él, claro está. En efecto, durante fracasada la negociación de investidura, Pablo Iglesias dejó claro que ejercería una lealtad sin fisuras en el tema catalán ante si hubiese un gobierno de coalición con Sánchez.
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En sus declaraciones a la Cadena Ser, Pedro Sánchez ha remarcado su esperanza de no tener que llegar al extremo de tener que aplicar el 155 nuevamente. Pero en caso de tener que hacerlo, ha insistido en los “tres ejes” en que se basaría: la “firmeza democrática” para “proteger el Estatut” y “la obligación de restituir el autogobierno”; la unidad de “todas las fuerzas políticas nacionales” entorno al Estado y el Gobierno para actuar como un bloque sin fisuras ante dicha aplicación; y finalmente, la “proporcionalidad”, algo que “es fundamental” para que “la sociedad entienda cuáles son las decisiones que se toman”.
Finalmente, Sánchez ha incidido también en la exigencia de que los dirigentes independentistas condenen la violencia y “no jueguen con fuego”, además de señalar que Quim Torra debe dejar de "banalizar" la actuación de las Fuerzas de Seguridad del Estado y del Poder Judicial.
Un discurso que globalmente exuda un cinismo a prueba de balas, cuando lo que se está viviendo en Catalunya ahora mismo en una nueva ofensiva represiva del conjunto del aparato del Estado español -político, jurídico y policial-, mientras las imágenes de la brutal represión del 1 de octubre de 2017, fijadas en la retina de millones, vuelven a recordarse con rabia en el aniversario de aquella jornada histórica. Una ofensiva cuya punta de lanza son los procesos judiciales abiertos contra siete integrantes de los CDR, que pretenden atemorizar, debilitar y desmovilizar la lucha en las calles en los días previos a que se conozca la sentencia del juicio a los presos políticos catalanes, que todo indica va a ser una sentencia condenatoria muy dura.
El discurso de Pedro Sánchez se corresponde con una orientación consciente del PSOE hacia la nueva campaña electoral, en la cual se está encargando de remarcar sin lugar a dudas su veta españolista más reaccionaria. Evidentemente, el abandono de la polarización demagógica entre los campos izquierda/derecha de la campaña anterior, con la que el PSOE se fortaleció -con la inestimable ayuda de Unidas Podemos, no lo olvidemos- ante el fenómeno emergente de Vox, ahora le puede gestionar mejores resultados electorales. Y así estamos viendo al PSOE de siempre, garante del Régimen monárquico y la “cárcel de pueblos” que es el Estado español.
El Gobierno “en funciones” puede reprimir, pero no aprobar partidas sociales
Pero si todo esto ya es de por sí indignante, aún hay más. Porque la facilidad con la que Sánchez asegura que su Gobierno “en funciones” podría aplicar el 155 no deja de contrastar vivamente con los innumerables problemas políticos y legales, apoyados en un informe de la abogacía del Estado, que Pedro Sánchez y su Gobierno han estado aduciendo para no aprobar, por ejemplo, las partidas para sanidad, servicios sociales, obras públicas o educación que el Estado central debía a las Comunidades Autónomas.
En una situación de ralentización económica y de una probable entrada en recesión, con un índice de paro cercano al 14%, enormes bolsas de pobreza y precariedad laboral, Sánchez se escuda en la situación de bloqueo político y la interinidad del Gobierno “en funciones”. Pero para reprimir al pueblo catalán, ahí si que “no hay problema”.
Como dice nuestro compañero Santiago Lupe en sus declaraciones desde la masiva manifestación de este martes en Barcelona, “¿qué otra prueba hace falta para ver que el PSOE no es un partido de izquierda ni un partido progresista?”.
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Frente a las fracasadas estrategias neorreformistas, tanto del pablismo como el errejonismo, que no han hecho más que ayudar a que el PSOE se fortaleciera nuevamente con una suerte de obsceno “leftwashing”, hoy es más necesario que nunca replantear la hipótesis de la izquierda en todo el Estado: apostar por la construcción de una nueva izquierda que sea verdaderamente anticapitalista, radicalmente democrática y completamente independiente de los partidos del Régimen y los capitalistas.
Diego Lotito
Nació en la provincia del Neuquén, Argentina, en 1978. Es periodista y editor de la sección política en Izquierda Diario. Coautor de Cien años de historia obrera en Argentina (1870-1969). Actualmente reside en Madrid y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.