El Gobierno chino ha apostado a una política de "tolerancia cero" que incluye persecusión policial, represión y cierres totales. Sin embargo, la variante Ómicron parece estar sorteando estas medidas y filtrándose en las grandes ciudades, a dos semanas del inicio de los Juegos Olímpicos de invierno.
Lunes 17 de enero de 2022 09:54
Pekín endureció los controles de entrada a la ciudad tras hallar el pasado sábado un contagio por transmisión local de la variante ómicron del coronavirus a poco más de dos semanas de que comiencen los Juegos Olímpicos de Invierno en la capital china.
Detenctado en un edificio de oficinas, el Gobierno decidió cerrar el lugar con los empleados adentro como parte de su política denominada de "tolerancia cero".
Quienes entren en Pekín desde otros puntos de China deben someterse a un test de ácido nucleico en las 72 horas posteriores a su llegada a la ciudad, además de presentar una prueba negativa en las 48 horas previas al viaje.
Esta normativa estará vigente desde el próximo 22 de enero hasta finales de marzo, según indica la prensa local.
Pekín confirmó el sábado su primer caso local de ómicron a menos de tres semanas para que empiecen los Juegos Olímpicos de Invierno en la capital china -el próximo 4 de febrero-, evento que las autoridades tratan de proteger a toda costa.
Las autoridades pequinesas no han anunciado la detección de ningún otro caso este domingo ni hoy, lunes.
Expertos sanitarios afirmaron al diario Global Times que es muy posible que surjan nuevos casos teniendo en cuenta que se desconoce el origen de la infección, y que si se informa de más positivos las autoridades reaccionarán aumentando el alcance de las pruebas entre la población, además de imponer restricciones al tráfico y a la movilidad en ciertas áreas.
El contagio se produce a poco más de dos semanas para que comiencen los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, que se celebrarán bajo estrictas medidas de prevención: los atletas y trabajadores venidos del extranjero permanecerán en una "burbuja" aislados de la población local durante toda su estancia.
China se ha mantenido implacable en su política de "tolerancia cero" contra la covid, con estrictas restricciones a la movilidad, represión y persecución, confinamientos selectivos o completos para atajar los rebrotes y el cierre prácticamente total de sus fronteras.
Sin embargo, la variante Ómicron de alta contagiosidad parece estar perforando esta política aplicada por el Gobierno chino que en las últimas semanas puso en cuarentena a ciudades enteras de millones de habitantes, impidiendoles en muchos casos hasta salir de sus casas para evitar que el virus llegue a centros neurálgicos más poblados. La llegada a Pekin enciende todas las alarmas porque significa que el virus puede burlar las medidas gubernamentales y poner en jaque sus políticas.
China apuesta mucho a los Juegos Olimpicos de invierno y no tiene ninguna intención de cancelarlos. Se trata de una muestra de poder no solo en el terreno deportivo, sino cultural, diplomático y político. Su cancelación sería una verdadera catástrofe.
Pero el país tiene en puerta un riesgo aún mayor. China celebrará dentro de dos semanas su Año Nuevo, un momento en que millones de personas en el gigante que alberga 1300 millones de habitantes se movilizan por todo el país para ver a sus familias y seres queridos. Es por eso que los funcionarios han pedido que no se viaje si no es "estrictamente necesario" para eludir los desplazamientos masivos típicos de estas fechas. Una restricción que está por verse si funciona o si multiplica exponencialmente el contagio con la nueva variante.