Mientras Rusia, EE. UU. y la OPEP se disputan el mercado petrolero, miles mueren por la expansión del virus. El presente de una industria que podría aportar recursos para combatir la pandemia y poner su producción al servicio de las necesidades de la población.
Miércoles 8 de abril de 2020 00:00
La OPEP, los no convencionales y “el toma todo” de la perinola
Luego del comienzo de la crisis económica mundial del 2008, producto de la alta demanda de petróleo y ayudado por los conflictos geopolíticos en Medio Oriente, que merman la producción mundial, se disparó el precio del barril lo que permitió el despliegue de los famosos no convencionales: petróleo y gas alojado en arenas compactas, el Tight, y la roca madre, el Shale Oil. Debido a que estos métodos de extracción son más complejos que el convencional, necesitan más equipo, por ende, son más los costos. Para la industria del petróleo internacional, los no convencionales, son la figurita que les falta, ya que se calcula que lo explotado actualmente, en pozos convencionales, es solo un quinto del total de reservas de petróleo del mundo. El resto se encuentra atrapado en las arenas y rocas.
La suba del barril permitió que el segmento del no convencional creciera, sobre todo para uno de los principales consumidores del mundo, EE. UU. donde las nuevas reservas de no convencionales le permitieron dejar de ser tan dependiente de medio oriente e incluso empezó a exportar parte de su producción. Este nuevo “boom” de no convencionales, en países como el nuestro, permitió un desarrollo similar, Vaca Muerta, pero, a diferencia del país del norte, con menor margen de regalías para el país y más para las multinacionales, como lo estableció el acuerdo secreto entre Chevron y la recién “nacionalizada” YPF, que rubricó el gobierno de Cristina Fernández.
Los principales jugadores del mapa
1- Rusia, que posee la reserva de gas más grande del mundo y se encuentra como el octavo país en el ranking de reservas de petróleo convencional. Además se estima que es el primero en reservas no convencionales. Mientras que el precio se lo permitió, importo bastante petróleo, conservando sus reservas, pero en lo que el segmento del gas se refiere juega un papel central en la economía europea. El hidrocarburo suministrado a través de gasoductos rusos representa el 45% de todas las importaciones de gas, según un informe de la Comisión Europea.
2- La OPEP, (Organización de Países Exportadores de Petróleo) formada por catorce países entre los que se destacan Irán, Irak, Arabia Saudita, EAU y Venezuela. Su principal fuente de petróleo son los pozos convencionales, que son más fáciles de explotar y a menor costo, a diferencia del Shale Oil (no convencional) este es petróleo líquido que flota debajo de las rocas. Estos han dominado el precio del barril por décadas producto de tener un relativo control del volumen de producción a nivel mundial, con estrechas relaciones comerciales con sus socios de EE. UU. Pero en la última década estas relaciones se han visto alteradas. Las incursiones militares por parte del imperialismo norteamericano en Medio Oriente, sumado a los procesos que generaron estallidos sociales conocidos como “la primavera árabe” y las posteriores guerras civiles por la disputa entre distintas tendencias islámicas que reflejan la disputa geopolítica de las principales potencias, ayudo a desequilibrar el histórico y delicado balance de medio Oriente en cuanto a producción de petróleo se refiere.
3- EE. UU., que enfrentó los efectos colaterales luego de su intervención militar en Medio Oriente. Las relaciones históricas con los príncipes, jeques y sus ejércitos, se vio rota por primera vez. Tal es así que las empresas, hijas de la Standard Oil*, comenzaron a perder espacios en la principal zona de extracción de medio Oriente, perdiendo contratos importes como la explotación de la principal reserva de gas, en donde la francesa Total, fue la que recibió los derechos de explotación. Es por esto por lo que Chevron negoció apresuradamente los contratos en Vaca Muerta. Aquel panorama empeoraba la situación petrolera de EE. UU. pero con el precio del barril elevado su veloz incursión en los no convencionales le permitió volver al ruedo como un jugador principal.
La guerra de poder
Con un precio alto, EE. UU. ganó tanto mercado en el segmento no convencional, interno y externo que bajo este panorama la OPEP y Rusia buscaron voltear literalmente el precio del barril para que el no convencional deje de ser competitivo, y sobre todo, el de la tierra de los vaqueros. Aumentando la producción de petróleo, pero con una situación política en Venezuela y continuando las tensiones geopolíticas en el propio terreno de la OPEP, el precio se tornó incontrolable. Las crisis políticas se hicieron difíciles de manejar y obligaron a abordar acuerdos parciales que buscaron controlar el precio poniendo topes a la producción.
Si estos problemas comerciales, incluyendo la guerra comercial entre China y EE. UU., le faltaba algo, llegó el covid-19, desplomando los mercados mundiales, bajando la demanda de combustible hasta un 90%, en algunos segmentos. Mientras dichos acuerdos de la OPEP con Rusia comenzaron a vencerse este último mes y en medio de las reuniones por renovarlos, asistimos a un escenario insólito.
En medio de la crisis económico sanitaria mundial a la que asistimos, se desató la mas despiadada guerra por el predominio en el mercado petrolero.
Rusia y Arabia Saudita rompieron el acuerdo que tenían. Los rusos porque quieren evitar que con un precio alto del barril el éxito norteamericano de los no convencionales le comenzara a robar terreno en su fértil mercado europeo, además de las sospechas de que la rusa Rosneft funciona como testaferro del petróleo venezolano luego de las sanciones impuestas por el gobierno de Trump al régimen de Maduro. Los segundos aprovecharon dicha ruptura para aumentar la producción al máximo y también, darle un golpe a los no convencionales estadounidenses sabiendo que con la crisis económica generada por la pandemia es más difícil que se recuperen por los altos costos de producción y la gran cantidad de deuda, además al abrir la canilla y tirar el precio del barril por el piso, también se prepara como oferente atractivo para el mercado europeo que hoy predomina el Kremlin.
Este escenario de disputas geopolíticas y económicas entre potencias imperialistas puede tener un saldo terrible para millones de trabajadores de esta rama en todo el mundo. La mutilación del precio del petróleo a nivel mundial solo significara la baja de la producción, el freno de los equipos de trabajo y millones de despidos y suspensiones, además de reformas laborales de todo tipo para aumentar la rentabilidad del sector, acusando la baja brutal del precio y de la venta. No es una inocente guerra entre quienes manejan el mundo si no que seguramente tenga consecuencias terribles para una gran masa trabajadora.
Una vez más, vemos como los gobiernos al servicio de las grandes petroleras ponen por delante la mercantilización de los recursos básicos y esenciales, especulando con las consecuencias de la pandemia y los miles de muertos que genera. De este modo buscan hundir a enemigos políticos y capturar nuevas posiciones en el mercado, una vez mas hacen negocios con nuestros muertos.
Argentina, tierra de riquezas pero de ganancias ajenas
Como decíamos antes, el auge de Vaca Muerta, un paraíso de hidrocarburos no convencionales, le abrió las puertas a los grandes pulpos petroleros. Mientras el costo de producción de un barril en argentina es de aproximadamente 12 dólares, estas empresas con la mira en la baja del precio internacional del barril, comenzaron negociaciones con el gobierno de Macri y su ministro Aranguren flamante ex CEO de Shell, en ese entonces, para fijar un precio mas elevado del barril por un lado, y con los sindicatos petroleros con el "Caballo" Pereyra a la cabeza, para flexibilizar los convenios petroleros y bajar aún más los costos de producción a costa de los trabajadores.
En este período se consiguieron algunas prebendas importantes. Cuando el barril descendió por debajo de los 50 dólares, se negoció un subsidio que aseguraba la diferencia para alcanzar un precio promedio de 54 dólares. Si esto no bastaba para seguir garantizando ganancias exorbitantes, se firmó el nuevo convenio laboral de Vaca Muerta en donde además de eliminar muchísimos beneficios para los trabajadores como las horas taxis (el viaje a los pozos), cambió rotundamente las condiciones de seguridad e higiene, profundizando la desinversión en este campo llevando a decena de accidentes laborales con secuelas y más de diez muertes en menos de un año. De esta forma las petroleras siguieron siendo las grandes ganadoras.
Una sed que no se sacia
En estos días y con la crisis sanitaria abierta por el COVID-19, distintas cámaras empresariales del petróleo nuevamente pasaron a la ofensiva. Por un lado, pidiendo un subsidio del barril criollo que lo lleve a U$D 54. De actualizarse esto, algunos especialistas estiman que le costará a las arcas del estado 5.432 millones de U$S al año. Como contracara y a modo de extorsión por el primer pedido amenaza con pedir un Procedimiento preventivo de crisis acusando la baja brutal de la venta de productos derivados del petróleo producto del aislamiento obligatorio impuesto por el gobierno.
Que las grandes empresas, en complicidad con el estado, descargan las crisis sobre las espaldas de los trabajadores, es una moneda corriente, pero teniendo en cuenta la magnitud de esta crisis, que puede darle un golpe de knock out a una economía argentina que ya bailaba en la cuerda floja, las consecuencias pueden ser devastadoras, y mucho mas en una industria insignia como lo es la petrolera luego del descubrimiento de Vaca Muerta. Todo esto teniendo en cuenta, como comentábamos antes, que la estrategia de la OPEP de golpear a los no convencionales impacta de lleno sobre Vaca Muerta.
Si se hacen lugar a los ridículos pedidos de las cámaras petroleras que solo buscan mantener sus siderales ganancias, se pueden perder miles de empleos, y parar gran parte de la actividad petrolera. Esto por lo bajo ya esta sucediendo, en donde se despiden trabajadores de los equipos de obra que ya se están parando, producto de la baja de producción. Ofreciendo una misera indemnización que no supera los 33 mil pesos. Incluso la baja de la venta y el planteo de PPC ya le está planteando al sector dejar en marcha solo dos refinerías (de las 7 que tiene el país) dejando en una incertidumbre total a las decenas de miles de trabajadores.
Queda claro que nuevamente somos los trabajadores los que pagamos los costos de esta crisis, pero como esta crisis sanitaria nos esta demostrando seguir priorizando los intereses del mercado nos va a llevar al colapso económico y social. Si seguimos pensando que todo lo que no da ganancias, es pérdida y por ende hay que recortarlo, seguiremos en la línea que llevo al colapso de los sistemas sanitarios de los países que hoy están lamentando decenas de miles de muertos. Por esto mas que nunca tenemos que poner la producción de petróleo, la capacidad productiva del sector y los recursos de las empresas que reportan ganancias exorbitantes, al servicio de los trabajadores y el pueblo para combatir esta crisis sanitaria, económica y social.
Qué hacer con la industria
Uno se cansa de escuchar, que el empresario si no gana no puede sostenerse. Una vez, un periodista muy lúcido dijo que “las empresas son capitalistas en las ganancias y socialistas en las pérdidas”.
Ahora está a las claras que esta rama petrolera posee reservas suficientes para apalear la crisis, pero sobre todo, para poner esa cantidad inmensa de recursos al servicio de asistir a la crisis económoca-sanitaria que atravesamos.
Es de primer orden poner un impuesto progresivo a todas las empresas petroleras, que parte de los millones que amasaron durante todos estos años con nuestros recursos, sean puestos a disposición de palear parte de la crisis económica en la que estamos sumergidos. La capacidad de reserva de la industria podría estar dotando de combustible libre tanto a todos los eslabones de los sistemas de salud, ambulancias, vehículos que trasladen personal médico y enfermeros así como energía para la maquinaria necesaria para el desarrollo de test, medicamentos y vacunas.
Las refinerías netamente petroleras, con una ínfima cantidad de recursos podrían estar fabricando alcohol a toneladas, que incluso tiene dentro del proceso, como cualquier derivado necesario. Por otro lado los talleres de cualquier parte de la rama podrían estar destinados al armado de equipos sanitarios, como camas ortopédicas y respiradores artificiales que tan necesarios son en esta crisis.
Por otro lado debemos tener en cuenta la brutal crisis económica que vendrá mas temprano que tarde, producto de la parálisis de la economía que trajo el aislamiento obligatorio. En este punto tenemos que contemplar a los millones de trabajadores informales que se quedaron sin ingresos, descontando los miseros 10 mil pesos que da el gobierno.
Podés leer: [Video] Coronavirus: "Los gobiernos priorizan los mercados y no el sistema sanitario"
Podés leer: [Video] Coronavirus: "Los gobiernos priorizan los mercados y no el sistema sanitario"
Cuando decimos poner impuestos a las grandes empresas para las necesidades popular, también nos referimos a que las empresas petroleras, además de dinero, pueden aportar, por ejemplo, en el reparto de garrafas de gas para calefaccionar o cocinar a toda la población, teniendo en cuenta que se viene el invierno. Del mismo modo se podría poner la energía que produce la industria petrolera a muy bajo costo, como un recurso básico que permita por un lado el acceso irrestricto a los barrios populares, que son el sector mas golpeado, y por el otro que sea un bien que este a disposición de la población de conjunto (transporte, PyMEs, etc) que achique los costos de la crisis y no seamos, como siempre, los trabajadores el factor de ajuste. Por el contrario lo que vemos, es que están buscando frenar toda una rama económica, pero obviamente haciendo uso de privilegios que siempre tuvieron.
Los socialistas revolucionarios desde el FITU con Nico de Caño y Myriam Bregman a la cabeza estamos planteando que hay que planificar la producción y ponerla en función de lo realmente necesario, optimizando los recursos y cubriendo todas las necesidades básicas.
Leé la declaración: Medidas de emergencia de la izquierda frente a la crisis del coronavirus
Leé la declaración: Medidas de emergencia de la izquierda frente a la crisis del coronavirus
Necesitamos poner toda la capacidad productiva en función de un objetivo común que es combatir las consecuencias de esta pandemia, de esta forma, reconvertir la industria para asistir a los sistemas sanitarios que siempre fueron vistos de una forma comercial, debilitándolos, al punto de no poder hacer frente a situaciones límites como la que estamos viviendo. Además de utilizar los recursos energéticos propios de la industria para asistir a los sectores más golpeados producto de esta crisis. No podemos dudar mas viendo a sociedades colapsadas que realizan cuarentenas en un hacinamiento total, que se trabaja sin los mínimos elementos de seguridad y que expone a los sectores mas vulnerables, como lo son nuestros abuelos, para amontonarse horas en un banco para poder comer.
En esta nota queremos reflejar como la miseria del capitalismo sigue jugando su ajedrez mundial aprovechando incluso las condiciones de la propia pandemia.
No podemos depositar confianza alguna, en esos empresarios, gobiernos e incluso burócratas sindicales. Los trabajadores debemos tomar el futuro en nuestras manos levantando estas consignas. Solo trabajadores controlando la producción podemos poner los recursos al servicio de las necesidades populares y dejar de priorizar el lucro capitalista.