Esta semana se celebrará en China el "Foro de las Nuevas Rutas de la Seda" a la cual acudirán Piñera, la subsecretaria de Telecomunicaciones y empresarios como Andrónico Luksic. La construcción de un cable de fibra óptica transoceánico será el centro de las conversaciones, algo que EEUU mira con resquemor ante la influencia estructural que podría tener China o Huawei con este proyecto.
Lunes 22 de abril de 2019
No ha pasado más de una semana desde que el Secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, visitara Chile y se reuniera con Piñera. Un acto de injerencia política con el fin de advertir los peligros que ven ante las proyecciones que tiene el gobierno con su principal socio comercial, China (42 mil millones de dólares en transacciones, versus 24 mil mill. con USA).
En un escenario de Guerra Económica entre China y Estados Unidos, la discusión de las relaciones comerciales exteriores en América Latina toma un realce importante. Y Chile, como país dependiente y subdesarrollado, queda en medio de las tensiones imperialistas, donde la habitual subordinación política a los norteamericanos choca con la dependencia económica con el gigante asiático.
Es así como Mike Pompeo vino a "pautear" y advertir ante el riesgo de profundizar negociaciones con empresas como Huawei, con quienes el gobierno de Trump se encuentra en disputas judiciales enmarcadas, también, en la competencia por la hegemonía económica y tecnológica mundial.
Sin embargo, los chinos hacen su jugada en este ajedrez y ya tenían contemplado hace meses un rol protagónico para Chile en el Foro, donde Piñera junto a Putin (Rusia) y Xi Jinping serán quienes presenten los tres discursos principales en la cita internacional donde habrán representantes de cientos de países del mundo, así como empresarios de los mismos (Andrónico Luksic es parte de la comitiva chilena).
Una gira con fines estratégicos
En una gira que tendrá a Piñera como invitado, incluso, en la Escuela de Cuadros del Partido Comunista Chino (donde expondrá sobre las relaciones bilaterales que han tenido Chile y China en los últimos años), se zanjará la ruta para establecer la licitación para la construcción del cable transoceánico que uniría a Chile con Asia.
La instalación de dicho cable -que trae consigo la implementación del 5G- implica una ruta geográfica de interés empresarial que incluye el interés de varios países, entre los que están Australia, Nueva Zelanda y Francia (Polinesia francesa), que quieren ser paradas intermedias. Y más importante aún, otros cuatro países que buscan ser el otro extremo del cable: China, Japón, Corea del Sur y Singapur.
Desde el subcontinente sudamericano ya hay un acuerdo entre los gobiernos de derecha de Brasil, Chile y Argentina para ser receptores y facilitadores de estas relaciones comerciales (ya que el proyecto, para ser rentable debe incluir más que el mercado chileno). Acuerdos que, desde la administración de Trump, apuntan a China como único beneficiado.
Fibra óptica, Huawei y la guerra comercial
Este cable de fibra óptica de 26 mil kilómetros de largo sería, según Mike Pompeo, una oportunidad estratégica para los chinos que fortalecerá el desarrollo de la infraestructura China en la región, tal como se lo manifestó a Piñera.
Como parte de las señales políticas del gobierno de derecha se hizo un compromiso de no visitar las mediaciones de Huawei en China, cuestión que sólo será un problema formal para Piñera puesto que se tiene agendada una reunión con el Director Ejecutivo de Huawei.
Es así como se entrecruzan la subordinación política y la dependencia económica de Chile, en medio de dos polos de tensión que son estos países imperialistas.
De paso, varios de los países interesados en el mega proyecto también son parte del TPP-11 (Japón, Nueva Zelanda, Singapur y Australia), proyecto aprobado en el parlamento y que abre la posibilidad de intervenir "desde afuera" en los asuntos económicos, tecnológicos , de políticas públicas, educación pensiones, etc.
Ninguna vía de acuerdos comerciales con estos países imperialistas traerán solución a las necesidades de trabajadores, trabajadoras, mujeres o estudiantes. La expansión y renovación de acuerdos de tipo neoliberal ya han demostrado que sólo buscan mantener las ganancias de la elite chilena y mundial y que los costos de sus crisis son pagados por la clase trabajadora, ante lo cual ésta se debe proponer su propia organización con independencia de los empresarios y sus partidos y que, en alianza con estudiantes y el movimiento de mujeres, se proponga la lucha por la renacionalización bajo control de las y los trabajadores del cobre y los recursos naturales.