El diario publicó un artículo sobre el trabajo infantil, en cuyo título se preguntaba si para la niñez es mejor trabajar que "robar o drogarse".
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Miércoles 12 de junio de 2019 09:13
La Nación lo hizo otra vez. “Trabajo infantil. ¿Es mejor que un chico trabaje, a que robe o se drogue?”. Ese fue el título de una nota que finalmente tuvo que cambiar, ante el rechazo que generó, por “Trabajo infantil. ¿Cuáles son los mitos que hay que desterrar?”.
La realidad es que el contenido de la nota no limitaba las opciones para la niñez empobrecida, al trabajo o el combo de drogas y delito. Sin embargo, la forma de titular que eligen los editorialistas no es inocente. Menos en los medios digitales, donde muchas veces los contenidos se viralizan solo a partir de los títulos. Para hacer que algo funcione y llame la atención de lectores y lectoras, las empresas de medios de comunicación apelan al sentido común más extendido. Abonan los prejuicios y la estigmatización.
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Este martes, apenas tres días después, el mismo diario publicó otro artículo sobre la pobreza titulado “Prejuicios. Miedo, hambre, villa y culpa: así definen los argentinos a los pobres”. En esta oportunidad, el diario presentó los datos obtenidos a partir de un estudio que encargó a la consultora Voices!. Según el informe, “los prejuicios están profundamente instalados en la sociedad: el 77% de los entrevistados reconoce que los pobres son discriminados por la población”. Con titulares como los que publica, ¿qué esperaba La Nación?
De acuerdo a la información recabada por Voices! mediante encuestas y focus group, un 58 % de la población cree que los jóvenes pobres consumen drogas y alcohol en exceso y son violentos. Sin embargo “cifras del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la UCA indican que solo el 9% de los jóvenes del estrato trabajador marginal tiene un consumo problemático de sustancias”, aclara el artículo.
Por otro lado el 46 % de la población entiende que las mujeres pobres deciden tener hijos para cobrar más planes sociales, a pesar de que “los datos oficiales muestran que el 51 % de las titulares de la AUH tienen sólo un hijo a cargo (el 28% tiene 2 hijos) y más de la mitad de ellas trabajan”. ¿De dónde saca entonces la población la idea de que la juventud pobre es drogadicta, delincuente y ventajera?
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Los grandes medios de comunicación deberían hacer un mea culpa. Si hay una realidad y los números dicen una cosa, pero la enorme mayoría de la población, según las encuestas, piensa otra: ¿Quiénes son responsables de la distorsión? Son los mismos medios que se ponen al servicio de por ejemplo, las campañas demagógicas de los políticos tradicionales. La baja de la edad de imputabilidad que criminaliza a la juventud y a la adolescencia, es un clásico de todos los años electorales que las empresas de medios agitan a mansalva.
¿Qué es más imposible?
Si hay algo que Cambiemos le debe a La Nación, es lo mucho que ha militado desde sus páginas el ajuste. Ahora, ante un panorama cada vez más desalentador para la juventud trabajadora y la niñez pobre, el diario dedica una sección a reflejar cómo personas de carne y hueso atraviesan esta situación. El problema es que hablan de los esfuerzos que hace la juventud para superar las miles de trabas que les ponen las patronales y el Estado, en clave meritocrática.
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“Fernando nunca se drogó, no es violento y tampoco un delincuente. Con todas las limitaciones de crecer en una villa - cortes de luz, inundaciones, inseguridad, discriminación - es el primero en su familia en terminar la escuela secundaria, se recibió de periodista y está por mudarse a un departamento nuevo a estrenar que compró de pozo, pagando cuota por cuota, producto de su trabajo en blanco en una empresa de maquinarias. Contrario a lo que piensa la mayoría de los argentinos, Fernando no es una excepción a la regla. En la Argentina cerca de un millón de jóvenes de contextos vulnerables como él lucha todos los días para progresar por medio del estudio o el trabajo”, dice La Nación.
¿Cuántos en la misma situación que Fernando quedan a mitad de camino y no logran ni terminar la escuela? ¿Es porque no hicieron suficiente mérito?
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Los últimos años vimos cómo se incrementó la miseria a medida que avanzó el ajuste del Gobierno, con la colaboración de gobernadores y legisladores peronistas. El endeudamiento del país por parte de Cambiemos, multiplicado tras el acuerdo con el FMI complica mucho más todo. Las condiciones de vida de los sectores más postergados empeorarán. ¿Qué chances tienen los millones que viven como Fernando?
Los grandes medios de comunicación como La Nación, colaboran con la reproducción de las ideas que justifican el crecimiento de las más crueles desigualdades. Nos dicen, al igual que los políticos tradicionales, que eliminar la pobreza y la desigualdad es imposible, mientras intentan mostrar que es posible “progresar”, “salir de la villa”, mediante esfuerzos increíbles desde la niñez.