El pasado 17F las mujeres, jóvenes y pibas y pibes de todo el país nos encontramos en los tribunales y plazas de cada ciudad para exigir justicia por Úrsula. Salimos a las calles para que se escuche nuestro grito de Ni Una Menos. ¿Cómo enfrentar la violencia machista? ¿Quiénes son los responsables? Son preguntas que abren debates dentro del movimiento de mujeres.
Viernes 19 de febrero de 2021 10:46
En lo que va del 2021 la violencia hacia las mujeres se cobró la vida de una de nosotras cada 22 horas. El crimen de Úrsula fue una gota (más) que rebalsó el vaso. Porque ella hizo todo lo que había que hacer. Porque denunció. Porque buscó ayuda. Porque su femicida es un policía. Porque esa fuerza encubrió al agresor y reprimió a sus amigas, que gritaban su nombre.
El 17F miles de pibas, de mujeres, de jóvenes, de organizaciones feministas, sociales y políticas nos encontramos frente a los tribunales y plazas de todo el país. Nos convocamos, como ya hemos hecho otras veces para transformar el dolor en lucha a pesar de que nuestros sindicatos o centros de estudiantes no llamen a movilizarnos. La indignación y la rabia no conocen de pandemias y salimos a la calle igual porque hay que hacerlo y no podemos esperar más: estamos donde tenemos que estar.
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El movimiento de mujeres demostró muchas veces su fuerza. En el 2015 tras el femicidio de Chiara Paez cuando gritamos por primera vez #NiUnaMenos y el mundo se hizo eco de nuestra voz. En el 2018 con la marea verde donde peleamos en todas partes por nuestro derecho a decidir y nos plantamos ante el Congreso, los antiderechos y las iglesias. El 2020 terminó con una gran conquista: el aborto legal. Nuestra pelea continua para que el Estado garantice su efectiva implementación.
Todas estas luchas, todas estas peleas quieren ser capitalizadas y absorbidas por los gobiernos con el objetivo de neutralizar nuestra fuerza como movimiento de mujeres. Hasta el presidente Alberto Fernández días después de sancionarse la Ley de Interrupción Voluntaria del embarazo tuvo la caradurez de decir, frente a diferentes organizaciones de mujeres y ministras de todo tipo que completaban la foto, que se sentía muy feliz de ponerle fin al patriarcado. Sin embargo llegó el 2021, con 44 femicidios en menos de dos meses y el emblemático caso de Úrsula volvió a abrir un debate al interior del movimiento de mujeres. Si es el fin del patriarcado como dice Fernández: ¿Por qué se sigue reproduciendo la violencia machista? ¿Quiénes son los responsables en última instancia? Y, nosotras: ¿cómo nos preparamos para enfrentarla?
El problema de la violencia machista es un problema estructural del Estado capitalista y patriarcal. El conjunto de sus instituciones como la justicia, las leyes, la policía, el poder ejecutivo, ni hablar las instituciones religiosas y hasta la familia misma reproducen la opresión hacia las mujeres. Con la pandemia esta situación se hizo más visible. Las mujeres quedamos en nuestras casas a cargo de las tareas del hogar, el cuidado de los niños, enfrentando jornadas laborales -presenciales o de tele-trabajo- extensas. Así se profundizó la doble jornada laboral que tenemos y la desigualdad frente a nuestros compañeros varones. Muchas han denunciado que en los meses de mayor aislamiento se han visto obligadas a cumplirlo con sus agresores, sin encontrar respuestas de ninguna institución estatal para paliar su situación y agravándose esta si se trata de mujeres que han perdido su empleo. Como son las más de 50 mil trabajadoras informales, empleadas domésticas y niñeras que al comienzo de la cuarentena perdieron sus trabajos. Sobre estas desigualdades, opresión y explotación se asienta un sistema que necesita que trabajemos gratis en nuestras casas, para luego ir a trabajar -la mayor de las veces precarizadas- a alguna fábrica, taller o casa ajena. Esta opresión y explotación que vivimos las mujeres, es la base de gran parte de las desigualdades y violencias que vivimos por el simple hecho de ser mujeres. No hay ley, institución ni gobierno que pueda avanzar en modificar de lleno la opresión que vivimos en el marco del Estado capitalista-patriarcal actual.
En la concentración que se realizó en los tribunales de Rosario las organizaciones que componen el "Comité Feminista ante la emergencia sanitaria”, un reagrupamiento de organizaciones de mujeres mayoritariamente oficialistas cómo el Movimiento Evita, La Cámpora, Mala Junta entre otras, leyeron una proclama dónde se exigió justicia por Úrsula pero no sé señalaron quiénes son los verdaderos responsables institucionales de este crímen. A Úrsula no le recibieron la denuncia (una de las tantas) por ser fin de semana. No importó que denunció 18 veces a su agresor, la justicia la desestimó. El femicida era un policía. Todas instituciones del Estado que dejaron que esto llegue al peor final posible. ¿Qué hizo el gobernador Kicillof, aliado de Cristina Kirchner, el día después de este crimen? Un acto con tintes militares junto a Berni y cientos de efectivos de la policía bonaerense anunciando nuevos fondos para estos perros asesinos.
Por otra parte la proclama dice que para terminar con los femicidios es necesaria una reforma de la justicia con perspectiva de género. Es llamativo el planteo, cuando vemos cómo actúa la justicia frente a cada hecho de violencia de género, como si con cursos y capacitación o más mujeres ocupando ese espacio bastara. Al igual que la policía ¿se pueden reformar esas instituciones que siempre patean para el lado de los poderosos, los empresarios y los gobiernos? Lo vimos en Guernica, al reclamo de cientos de mujeres y sus familias por #TierraParaVivir se llevó adelante un feroz desalojo y represión con la fuerza de Berni, el gobierno de Axel Kicillof y el silencio de los Ministerios de Género creados en los últimos meses. Cuando se trata de defender la propiedad privada, no hay perspectiva de género en esas instituciones que incline la balanza en favor de las mujeres. ¿Puede alguien como Berni deconstruirse, cuando dirige una fuerza que viene de desaparecer a Facundo Castro con la complicidad judicial para que no se avance en la investigación? ¿Cuando tiene más de 600 efectivos denunciados por violencia machista? Esa policía, es la que comete uno de cada cinco femicidios que hay en el país.
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Más llamativo aún es el planteo que hace el Comité Feminista cuando dice que la “sociedad” es la responsable de prevenir la violencia hacia las mujeres. De lo contrario, dicen estas organizaciones -muchas de las cuales ocupan cargos en el Estado y sus ministerios- seremos cómplices de estas violencias. Es decir, las mujeres y las personas, individuos, miembros de la “sociedad”, somos los responsables de prevenir la violencia que recibimos o reciben nuestras amigas, madres, hermanas, compañeras. Ya no lo es el Estado con sus recursos institucionales y financieros. Somos nosotras, las mujeres. Y la “sociedad”.
Nuestra lucha es por que paguen todos los responsables del crimen de Úrsula y enfrentar las instituciones que encubrieron su asesinato y que se vaya Berni. La plata se la lleva el FMI mientras en Argentina se siguen destinando $11 pesos por mujer, el mismo presupuesto que destinaba el gobierno de Macri. Es cada vez más necesario y urgente que los sindicatos, los centros de estudiantes y las organizaciones de masas se pongan al frente de exigir una verdadera ley de Emergencia en violencia hacia las mujeres con fondos para la construcción de refugios, con planes de vivienda y trabajo genuino.
En esta lucha por arrancar más derechos al Estado tenemos que impulsar y desarrollar la movilización porque esa es una de nuestras grandes lecciones: todo lo conquistamos movilizadas, peleando en las calles. Hay que volver a poner de pie el movimiento de mujeres. Para asegurarnos nuestros triunfos es necesario pensar en otra dirección. No podemos estar atadas de manos a un gobierno que nos quiere para la foto y abre ministerios mientras reproduce nuestra opresión y la violencia hacia las mujeres se multiplica sin más. Las organizaciones que forman parte de este "Comité" eligen no denunciar al gobierno, no clarificar quienes son y dónde están los enemigos de las mujeres y en ese camino nos desarman como movimiento.
Las organizaciones de mujeres que somos parte del Frente de Izquierda Unidad tenemos la responsabilidad de pelear por un movimiento de mujeres independiente del gobierno que frente a estos crímenes señale a los responsables institucionales, que luche por nuestros derechos más elementales. Que busque unir a las mujeres que pelean por todos sus derechos y por acabar con la violencia machista a la lucha contra el ajuste que cae con fuerza sobre nuestras espaldas, contra la desigualdad, la opresión y la explotación.
Para las mujeres que somos partes de la agrupación Pan y Rosas, que levantamos un feminismo socialista y revolucionario, se abre un debate más que necesario en el movimiento de mujeres. Buscar responsables de la violencia que vivimos sólo en la justicia patriarcal o en la sociedad de conjunto lleva a no denunciar el carácter estructural del Estado capitalista y patriarcal como generador de la violencia y a no denunciar al resto de sus instituciones y al gobierno de turno que esté frente al Estado.
El femicidio de Úrsula mostró ante los ojos de todes el verdadero Estado, ese que existe cuando se apagan las cámaras y se terminan los discursos. Ese Estado, capitalista y patriarcal, no va a cambiar sólo a fuerza de leyes y ampliación de derechos aunque debemos pelear por todos ellos en tanto mejoren aunque sea un poco nuestras condiciones de vida. Como dice Andrea D’Atri, autora del libro "Pan y Rosas" y editora de la sección Géneros y Sexualidades de este diario, “el machismo no se puede liquidar de un plumazo en una sociedad fundada sobre la explotación del trabajo humano, la discriminación y la desigualdad”.
Pero nuestra pelea final está por terminar, de forma revolucionaria, con este Estado capitalista y patriarcal que sostiene un sistema de explotación y opresión a las mujeres y las disidencias. Porque en última instancia para poder terminar con la violencia machista y poder decir de verdad que “el patriarcado se cayó” tenemos que tirar abajo este sistema.