Santiago Maldonado hubiera cumplido 30 años el pasado 25 de julio. Hoy se cumplen dos años de su desaparición forzada seguida de muerte. El pedido actual, es para que no se cierre la causa y haya justicia completa.
Jueves 1ro de agosto de 2019 16:55
Santiago era oriundo de la localidad de 25 de mayo en La Pampa. En el 2008 se fue a estudiar arte a la Universidad de La Plata, donde lo habían apodado "Lechuga" y cursó hasta el 2011 cuando empezó a viajar. Ya no vivía en casa de sus padres pero siempre regresaba ahí para planificar un nuevo viaje.
Si bien no era militante de ninguna agrupación, ni partido político, se identificaba con las ideas anarquistas. Esos ideales de joven libertario, lo llevaron a solidarizarse con la comunidad mapuche que vivía en terrenos que habían sido comprados por el empresario Benetton en Esquel.
Esos terrenos, son territorios ancestrales mapuches, la comunidad llamada Pu Lof Resistencia Cushamen, se instaló con el propósito de recuperar el territorio. En ese contexto de lucha mapuche desaparece Santiago.
Fue en un operativo de la gendarmeria, cuando desalojaba el corte en la ruta 40, que realizaban los activistas mapuches. Los corrieron hasta las orillas del río Chubut donde lo vieron al "Brujo" como lo apodaron en esa comunidad, trepado a un árbol.
Soraya Maicoño integrante del Pu Lof Cushamen en declaraciones a los medios dijo: "Lo vimos a Santiago aferrado a un árbol, sin cruzar el río. Entonces se escuchó: ´Estás detenido´. Después se escuchó: ´Ya está, ya está´, pero no sabemos si eran palabras de Santiago o de los gendarmes"
Ahí comenzó la búsqueda de Santiago Maldonado, un joven de 28 años que se dedicaba a tatuar, hacía artesanías, viajaba y conocía al mundo a su manera. Estaba viviendo en El Bolsón, en una casa prestada al lado de la biblioteca popular a la vera del río Quemquemtreu.
Era un pibe soñador, idealista firmemente anticapitalista, sus días iban desde la concurrencia a alguna charla sobre historia, hasta la plaza de los artesanos para vender su arte y tatuar. Muchos lo señalan como un adulto con corazón de niño y una persona muy tierna. Hoy cientos de personas llevan en la piel dibujos tatuados por Santiago, eso también es una marca imborrable.
Siempre andaba con una carpeta con sus diseños de tatuajes. Los días previos a su desaparición lo vieron en varias actividades como recitales, incluso había sido su cumpleaños y también se lo vio festejando con la gente cercana.
Una campaña mediática muy fuerte se instaló alrededor del caso, tratando de ensuciar la vida personal de Santiago, un ejercito de trolls se dedicó casi exclusivamente a destruir la imagen del joven y a la vez intentó destruir la moral de su familia, especialmente de su hermano Sergio, quién se dedicó de lleno a su búsqueda junto a su compañera Andrea Antico.
Santiago soñador y un poco místico, decía que en vidas pasadas había sido vikingo y que para los vikingos era importante morir en las batallas, para reivindicar el orgullo de ser un guerrero.
Del otro lado de la cordillera también era conocido, precisamente en Chiloé donde en el 2016, participó de actividades en solidaridad con los estudiantes y en proclamas del pueblo mapuche. Ahí también se encuentran historias sobre Santiago, de su alegría por sobre todas las cosas, de sus intervenciones en las reuniones que participaba, de su amor a la naturaleza, de su fascinante versatilidad artística porque también hacía un poco de freestyle y cantaba.
La desaparición de Santiago tuvo un impacto político enorme, pero por sobre todo, fue una construcción de la memoria en la actualidad, reflexionó en una oportunidad Adriana Meyer periodista que siguió y escribio mucho sobre el caso.
Trascendió las fronteras del país, el mundo preguntaba ¿Dónde está Santiago Maldonado? y exigía su aparición. Finalmente su cuerpo fue hallado en el río Chubut, extrañamente río arriba, algo que según las leyes de la naturaleza es muy poco probable que ocurra.
Sergio Maldonado en más de una oportunidad manifestó las irregularidades en los peritajes, el espionaje que sufrió el y su familia, seguido de la decisión de contratar peritos de manera privada que garantizaran el trabajo, de saber qué pasó, con su hermano.
Así fue como el 17 de octubre de 2018 apareció de la nada, el cuerpo de Santiago y el permaneció 8 horas al lado del cuerpo encontrado, sin poder tocarlo, ni verificar que fuera su hermano, pero con la firme convicción de que no podía dejar todo en manos de la justicia.
La búsqueda de Santiago, hizo que conociéramos a un joven hasta ese momento anónimo como tantos otros, con las mismas cualidades, solidarios, de muchos amigos, amantes del arte, de la naturaleza y de los viajes, pero sobre todas las cosas, del espíritu rebelde propio de la juventud, que no se resigna a vivir la vida tal como se dice que tiene que ser vivida y por eso acompañaba el reclamo mapuche.
Hoy a dos años de su desaparición, todavía es un caso que causa conmoción. En la actualidad la familia de Santiago sigue pidiendo el acompañamiento de la sociedad para exigir justicia completa y que no se cierre la causa.
Steve, el Santiago Maldonado francés
Recientemente en Nantes, Francia, un país que atraviesa una dura crisis contra el gobierno de Macron y que dio a luz al movimiento de los chalecos amarillos, encontraron el cuerpo de Steve Maia Canico, un joven activista y artista.
Después de varias semanas de intensa búsqueda, su cuerpo fue hallado en el agua y la policía está implicada ya que su desaparición se dio en un contexto de represión a un grupo de jóvenes que festejaban el día de la música en la costa del río Loira en Nantes.
Santiago y Steve nunca se conocieron pero tuvieron un desenlace fatal a una temprana edad, los dos artistas y activistas, los dos jóvenes con toda la vida por delante, víctimas de la represión estatal que apunta a la juventud como principal enemigo.
Por eso es importante recordar y hacer memoria para que la chispa de los Santiago, los Steve, los 43 de Ayotzinapa y la de cada joven que se enfrente y no se conforme con lo que le toque, siga viva y sea una llama que crezca cada vez más.