A propósito de un intercambio sobre la izquierda y el progresismo en Futurock.
Sábado 30 de noviembre 11:14
“La izquierda perdió capacidad de pensar en el futuro”. Así tituló Futurock el reportaje que le hicieron esta semana al compañero Mario Santucho, editor de la Revista Crisis. En la mesa del reportaje se hablaba de “la izquierda y el progresismo”, sin mayor aclaración. Esto, en la Argentina donde la izquierda trotskista tiene una presencia y un peso estructural considerables y venimos de una experiencia llamada progresista, creemos que no ayuda a pensar mejor estos debates.
Así y todo vamos a tomar unos puntos centrales para intentar aportar. Los puntos son sobre las experiencias progresistas, incluyendo su origen, el por qué del ascenso de la derecha y el tema respecto de si la izquierda dejó de pensar o no el futuro.
Sobre el final Mario dice algo interesante sobre las generaciones que lucharon. Dice que en los ´70 se trató de tomar el poder para cambiar el mundo y fracasaron; que en los ´90 se intentó cambiar el mundo sin tomar el poder; y que en los 2000 se tomó el poder y no se cambió el mundo. Es interesante porque más allá del debate de los ´70 que excede a este artículo, la verdad es que quienes “tomaron el poder” en este siglo para dejar intactas las estructuras económicas y políticas neoliberales no lograron cambiar el mundo, ni siquiera lograron cambios parciales y duraderos. La cuestión es por qué. En el programa se buscan explicaciones y búsqueda de superación. Daremos nuestro punto de vista.
El surgimiento de los gobiernos “progresistas”
Mario señala que “en los ´90 se gestó una sublevación que está politizada, que está narrada por la izquierda porque gobernaba el neoliberalismo”, para explicar la oleada de gobiernos llamados progresistas o de izquierda, sobre todo en América Latina.
La cosa parece más compleja.
La realidad es que esos gobiernos surgieron luego de verdaderos levantamientos o jornadas revolucionarias contra los neoliberales. Muchos de quienes ni soñaban con ser “progres” tuvieron que tomar algunas banderas históricas de la izquierda y los organismos de derechos humanos y tomar medidas (limitadas), hacer concesiones que en otro momento no hubieran soñado. Lo hicieron para recomponer la autoridad dañada del Estado, ya que la receta de buscar el orden con los mecanismos de la derecha (Menem y cía) se mostraron inviables.
El llamado progresismo entonces es producto indirecto de esos levantamientos pero también de su contención y desvío contra las acciones independientes de las masas que ajustaron (insuficientemente) cuentas con los neoliberales.
El ascenso de la derecha
Cuando luego se preguntan por qué sube la derecha, Mario explica que “ahora, lo que pasó en los últimos 20 años es lo contrario, gobernó la izquierda y no logró transformar la sociedad como hubiéramos anhelado”.
Mario comparte la idea de que el ascenso de la derecha surge de una frustración. A diferencia de uno de los conductores que considera que se hicieron con “bastante éxito reformas que implicaban politización, una confrontación”, considera que no sucedió eso, o al menos “no del todo”. Que se trató de “un modelo que tuvo éxito en ciertas cosas que se planteó, como la redistribución de los ingresos, no de la riquezas”. Luego remata diciendo que “se agotó, dio lo que tenía que dar”.
Mario dice que “ Ahora, lo que pasó en los últimos 20 años es lo contrario, gobernó la izquierda y no logró transformar la sociedad como hubiéramos anhelado”
Un cambio dentro del capitalismo que hubiéramos anhelado ¿Quién lo anhelaba? Mario lo anhelaba honestamente. Las masas que los votaron tenían una ilusión también. Pero un intelectual debería preguntarse qué pasó con su anhelo”.
Mario no termina de decir cómo y por qué dio todo de sí y dio lugar a la derecha. Dice que “en la Argentina el kirchnerismo dejó de ser un movimiento de transformación en el 2008” cuando pierde la guerra con el campo y que esa fue “una discusión material muy estratégica sobre el modo de acumulación en Argentina que se perdió políticamente en la calle” y ahi empezaría “un momento ya de estabilización”.
Respecto de eso, primero hay que tomar nota sobre lo que ponían en evidencia algunos hechos previos al 2008. Para el caso, algunas luchas previas como las del Casino Flotante de Cristobal López, las del Indec, Hospital Francés, el Hospital Garrahan, los fileteros de Mar del Plata, la autopartista Dana, la textil Mafissa. En muchos de esos casos el gobierno intervino con una represión que podríamos llamar “bulrrichista” y en otros con patotas y judicialización. En la desaparición de Jorge Julio Lopez el “movimiento transformador” en el 2006 estuvo desde el Poder Ejecutivo del lado de la impunidad.
En esos años también desde el estado “pasivizaron” todo movimiento de lucha que tuviera vitalidad, no sólo los sindicatos donde tejieron alianzas con lo más rancio de la burocracia, sino también en parte de los organismos de derechos humanos y de los movimientos sociales lo cual no “ayudó” para que haya transformación alguna, solo que se la considere posible solo desde arriba.
Volviendo, luego del 2008 no queda claro por qué esa derrota del kirchnerismo hubiera sido una “discusión material muy estratégica sobre el modo de acumulación en Argentina que se perdió”, ya que no estaba en cuestión la propiedad de la tierra sino la carga impositiva sobre los “productores del campo”.
Más alla de esto, la realidad es que luego de esa crisis y sobre todo desde el 2014, lo que se agotó fue el ciclo económico y los “beneficios” de la devaluación de Duhalde. Ya no alcanzaba para todos. Y como decía CFK en un acto con Scioli, “"en la vida hay que elegir". La realidad es que luego de algunos amagues contra determinadas corporaciones e incluso medidas mas “audaces” (AFJP), lo que primó fue una impotencia ante el poder económico al no haber realizado ninguna transformación estructural. Estos son algunos de los límites del estatismo blando.
Cuando los obreros de Gestamp, Lear (2014) y Kraft (2009) se enfrentaron a los monopolios extranjeros, se optó por conspirar (en Kraft y Lear) con la embajada de EE.UU. contra los huelguistas. Es decir, aunque por momentos con retórica progresista, optaron como lo que son: capitalistas. Todo de la mano de Berni. Y así podríamos continuar con una lista de ocasiones donde pusieron de manifiesto su ’lógica’ de clase. Más adelante, ya bajo el gobierno del Frente de Todos, vimos una actuación similar en luchas como las de las familias sin techo de Guernica que Kicillof y Berni decidieron reprimir.
“No hay magia”: cuando la economía lo permite y la lucha de clases o el desprestigio del régimen lo precisa, surgen quienes permiten que algo “se derrame”. Cuando el ciclo cambia, se proponen de ajustadores de “buenos modales” o de “sintonía fina” y luego abren el camino a la derecha por la defraudación.
Es por todo esto que no se dió lo que Mario hubiera deseado, que luego del 2008 se pudiera “generar un proceso de radicalización, de democratización permanente y cuando no pasa eso lo que sucede es que el progresismo y la izquierda terminan defendiendo lo que hay.
Esto es realmente pedirle peras al olmo ya que sin terminar con la sumisión al imperialismo y sin expropiar la gran propiedad monopolista no hay solución y es solo la clase obrera junto al pueblo pobre quien puede dar esta lucha. Esta no es la vía buscada.
Al final del reportaje Mario dice que él es políticamente “anti capitalista”. Para qué sirve esa definición si al mismo tiempo los militantes o intelectuales anticapitalistas creen que dentro de los marcos del capitalismo se pueden tener legítimos anhelos de cambios.
Un futuro pesimista y escuchando
El período que se avecina es malo. 4 u 8 años de hegemonía de la ultraderecha, según Mario. “El triunfo de Trump es algo muy decisivo. Hasta ahora venía pensando que había un cierre de un ciclo de gobiernos progresistas pero que estábamos en una situación de inestabilidad. Trump confirma la idea que está inaugurando un ciclo de derecha”.
Partimos de coincidir con que es un momento complicado y difícil para las masas y el imaginario de la revolución aparece ausente o lejano. Pero lo primero a decir es que el ascenso de la derecha es una expresión y un intento de respuesta reaccionaria a la crisis del neoliberalismo, como se afirmaba en la mesa del programa en Futurock,, pero agregando que están lejos de haberse asentado, como lo estuvieron por un período largo en los ´90 donde lograron “hegemonías. débiles”. Tienen más apoyo por el rechazo al pasado que por lo que se proponen. En la Argentina, por ejemplo, los reaccionarios tienen planes realmente ofensivos como el de Milei: recolonizar, reconvertir al país, hacer lo que quiso la dictadura pero sin poder usar por ahora ni de lejos sus métodos. Aún no acumulan la fuerza que solo se puede conseguir en base a derrotas serias, para imponerse más allá de los aportes que le hacen todos los que transan con los libertarios.
Entonces aún se podría decir que la situación no está más abierta.
En la mesa se da cuenta de una discusión que con Juan Tolkatian que afirma que se abre “La era de las Contrarrevoluciones”... pero no de la revolución. Mario y los conductores rechazan esta afirmación correctamente como “extraña”. Si fuesen consecuentes con esto, llegarían a la conclusión menos pesimista y sin tanta sobreestimación de los logros (reales, evidentes, pero parciales) de la derecha.
Ahora si, a la búsqueda de “algo disruptivo”
Esta situación dice Mario, “me recuerda a los ´90. Estaremos en minoría, el consenso va a estar un poco contra nuestros valores. Aparecen los conversos. Pero el laburo que hagamos ahora va a ser muy importante para posibles nuevos momentos mejores”.
Mario da una definición correcta. “Seguir prendidos del recuerdo del ciclo pasado va a ser muy complicado. Lo que hay que pensar ahora es lo que va a surgir (y no está surgiendo) en oposición, en rebeldía, en cuestionamiento a una gobernabilidad que va a ser de ultraderecha. El miedo que tengo es que si seguimos en las claves del ciclo que se cierra, lo que surge nuevo va a ser despotenciado muy rápidamente No va a abrir un ciclo nuevo. Tiene que tener un corte, otras variables respecto lo anterior. Surgirá descontento y oposición. De ahí escuchar lo que va a surgir y los que venimos de un ciclo anterior tenemos que aportar”.
Es cierto que habrá que ver qué nuevos fenómenos se van a dar y que nadie tiene la bola de cristal y hay que estar abiertos. Pero de ahí a considerar que la clave será solo escuchar y ver no puede ser una solución. Pueden pasar muchas cosas, pero no todo. Ya podríamos grabárnoslo: los progresistas que no cambian las bases estructurales de la dominación imperialista no son más que avatares que duran períodos de vacas gordas y luego abren camino a la derecha, previo intento de derechizarse ellos mismos. Eso no va a cambiar.
Dentro de las perspectivas de debate afirma Mario que “lo que surge como impugnación decidida, diciendo ´esto está mal no va más´, es la ultra derecha . La izquierda no ocupa ese lugar. La izquierda trata de defender lo conquistado, lo establecido”.
Habría que definir qué es defender lo que logramos. Si nos referimos a conquistas de las masas (concesiones arrancadas por la lucha y no simples “principios sociales que X ha establecido”), es real lo que dice Mario cuando afirma que “hay cosas conservadoras que son muy potentes, son muy anticapitalistas” y pone el ejemplo de la cuestión indígena.
Defender conquistas es una tarea que no es conservadora en sí, pero solo si se liga a una serie de medidas y objetivos. En Jujuy ese factor y ese sector fueron claves en la revuelta que casi voltea una Reforma Constitucional reaccionaria. Faltó una mayor coordinación y un programa que no se ligara a la defensa de los territorios, del salario y las libertades democráticas, a una perspectiva anticapitalista como la expropiación del litio y un plan de acción para derrotar al régimen.
Vayamos entonces a nosotros, la izquierda. Tenemos ideas y obviamente está en cuestión si son actuales o no y también nuestra capacidad de convencer a sectores más o menos amplios. Partimos de que depende en gran medida si la lucha de clases se profundiza y actuamos correctamente o no. De allí que nuestros medios de difusión de ideas sean también una herramienta para el desarrollo de las luchas actuales en Argentina y con la Red de Diarios, en 14 países. Dar cuenta de esto, desde ya no puede ser justificativo para no continuar y profundizar todos los intentos de superación en todos los ámbitos que sea posible.
Luego tendríamos que analizar si las ideas de la izquierda revolucionaria son “capaces de pensar el futuro” o no. Partimos de una cosa que creemos que es lo que explica en parte el desarrollo del FITU: que precisamente mantuvo la independencia de clases y se abrió un espacio político propio. Esto se pudo ver -como antecedente incluso antes del FITU- en ese año 2008 cuando mostramos a millones que podía haber una izquierda que no fuera ni kirchnerista o semi kirchnerista ni tampoco gorila. Ese “espacio político independiente” se conquistó tambien en base a la intervención en decenas de luchas y en la construcción de agrupaciones y militancia en los lugare de trabajo y estudio.
Eso no quita que no haya que hacer más esfuerzos, romperse más la cabeza, tener más iniciativas para llegar a más compañeros y compañeras (que en parte es lo que buscamos hacer con La Izquierda Diario, que en Argentina llega a unas 3 millones de personas por mes, potenciándose mutuamente con la llegada de referentes con alcance de masas como Myriam Bregman o Nicolás del Caño) y toda crítica es bienvenida, si nos “presiona” a pensar y a actuar mejor. Eso intentamos desde LID tratando de revolucionarlo en todo lo que podemos, nuestros militantes periodistas nos abren a dialogar con compañeros que tienen otros puntos de vista (como el propio Mario que tuvimos el placer de reportearlo en El Círculo Rojo con nuestro compañero Fernando Rosso), o directamente con quienes estamos enfrentados políticamente. Tratamos de llegar a la juventud y desarrollamos ChatPTS usando la IA.
Así y todo, quisiéramos cerrar diciendo que tenemos “una idea” que no vemos conservadora:
Una sociedad donde la producción y todas las determinaciones sobre su futuro sean tomadas de manera democrática por las masas trabajadoras en función de sus necesidades y no de la ganancia capitalista. Que esto permita que el tiempo de trabajo necesario para la subsistencia de la sociedad, disminuya hasta el mínimo haciendo uso de la tecnología existente. Que el hombre y la mujer, liberen todas sus potencialidades creativas, que los genios no sean una excepción.
Valoramos toda reivindicación que tenga fuerza vital y lleve a un enfrentamiento con el régimen capitalista como la reducción de la jornada trabajo a 6 horas en las principales empresas como un paso para distribuir todas las horas de trabajo y así terminar con la desocupación, el sobreempleo y los trabajos de hambre.
O la monopolización bajo control de los trabajadores del Comercio Exterior para que se no pierda un dólar de lo que se produce aquí, y así que no haya nadie con hambre de manera inmediata, que no haya un niño sin salud, sin comida y sin escuela cuando los monopolios no puedan saquearnos más.
Nacionalizar los bienes comunes para que los controlen los trabajadores y comunidades y no sufrir contaminación y enfermedades evitables y que llegar a viejo no sea una injusticia invivible para millones de personas.
Para ello no hay otra manera que pensar en términos revolucionarios y bajo una perspectiva de lucha por un gobierno de los trabajadores y el socialismo. Lo otro es no poder pensar ni imaginar una sociedad más que dentro de los límites de la propiedad privada capitalista como si esta no fuera un límite infranqueable para que haya verdaderamente un futuro deseable.
Es esto lo que lleva a una mera repetición cíclica de gobiernos de derecha que atacan y progresistas que “toman el poder y no cambian el mundo”, abriendo paso a nuevas y más duras derechas.
¿Qué te parece ese futuro?