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Tensión por deportaciones. Prepotencia imperialista: Trump arremete con sanciones y Petro cede bajo presión

Las políticas migratorias de Trump y las sanciones impuestas a Colombia exponen la opresión imperialista que se profundiza sobre la región. También evidencias los límites de la resistencia del gobierno de Colombia, identificado como progresista.

Lunes 27 de enero 09:22

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Las tensiones entre Colombia y Estados Unidos alcanzaron un punto crítico durante las últimas horas debido a las políticas brutales de la administración Trump en relación con las deportaciones de inmigrantes. El episodio no solo evidencia las dinámicas de poder y dominación imperialista, sino que también pone de manifiesto los enormes límites de las clases dominantes latinoamericanas y los gobiernos autodefinidos como progresistas frente a estas agresiones.

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Deportaciones y sanciones: el detonante del conflicto

El conflicto se desató cuando el gobierno de Trump impuso sanciones comerciales y restricciones migratorias a Colombia. La razón detrás de estas medidas fue la negativa inicial del presidente colombiano, Gustavo Petro, de aceptar vuelos con ciudadanos colombianos deportados. Las represalias incluyeron aranceles del 25 % a productos colombianos, restricciones de visados para altos funcionarios y sus familias, inspecciones fronterizas reforzadas y la suspensión de emisión de visados en Bogotá. Estas acciones reflejan la arrogancia imperialista de Trump, pero también evidencian los límites del gobierno de Petro para enfrentar esa prepotencia.

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El gobierno colombiano, en un principio, intentó responder a las presiones de la administración Trump con medidas como la imposición de un arancel del 25 % a productos estadounidenses. Sin embargo, esta postura duró poco: finalmente cedió ante las exigencias de Washington, aceptando la deportación masiva de migrantes a través de vuelos militares. Este desenlace no solo pone de manifiesto la desigualdad de poder en las relaciones entre Estados Unidos y los países de la región, sino que también expone la falta de determinación de las clases dominantes locales y sus gobiernos para resistir las imposiciones imperialistas.

La política agresiva de Trump ha tenido repercusiones en toda América Latina, despertando muestras de solidaridad hacia Colombia. La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, convocó a una reunión de la CELAC para este jueves, donde buscará discutir las acciones de Estados Unidos, reflejando el rechazo regional a estas prácticas. Sin embargo, estas respuestas no alcanzan a contrarrestar la magnitud del problema.

Un antiimperialismo desde abajo, desde las clases trabajadoras y los pueblos pobres

La política de la administración Trump no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia más amplia que busca reforzar la hegemonía imperialista de Estados Unidos mediante el endurecimiento de las políticas migratorias y un claro desprecio hacia los países del llamado Sur global. Esta agenda de dominación y subordinación no solo exacerba las tensiones internacionales, sino que también vulnera los derechos de los pueblos oprimidos.

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La historia del siglo XX y el siglo XXI ha demostrado que las clases dominantes de los países latinoamericanos son incapaces de desarrollar una verdadera resistencia a las ofensivas del imperialismo. El enfrentamiento fue, siempre, esencialmente retórico. Y en las últimas décadas, aun a pesar de los discursos progresistas sobre la “Patria Grande”, la subordinación a las políticas imperialistas en la región se sostuvo.

Precisamente por eso es imperativo que sean la clase trabajadora y el pueblo pobre de América Latina quienes tomen la iniciativa en la lucha antiimperialista, organizándose de manera independiente y uniendo fuerzas a nivel regional para enfrentar esta opresión histórica.

Al mismo tiempo, es necesaria una perspectiva internacionalista, uniendo estas peleas contra el imperialismo a las luchas de resistencia que tendrán lugar contra el Gobierno de Trump: de la clase trabajadora; del movimiento de mujeres y diversidades contra la avanzada machista-patriarcal; del movimiento contra el racismo. Para enfrentar y derrotar al imperialismo es necesaria la unidad de las clases trabajadoras y los pueblos oprimidos del mundo.