El nombre de la película es Pride: orgullo. Una película que emociona hasta las lágrimas, una película potente que no hay que perderse. Pride se basa en la historia del grupo LGSM (Lesbians and Gays Support the Miners), creado en 1984 en Londres para apoyar la gran huelga de los mineros británicos durante el gobierno de Margaret Thatcher.
Josefina L. Martínez @josefinamar14
Miércoles 28 de enero de 2015
Estrenada en los cines británicos en septiembre del 2014, en el 30 aniversario de la emblemática huelga minera, se transformó rápidamente en un éxito cinematográfico. Para el periodista y activista británico, Owen Jones, Pride fue la mejor película estrenada en 2014. Aunque aún no ha llegado a la pantalla del mundo hispano, presentamos a modo de anticipo una reseña de un film imperdible.
El film se basa en una historia real; la experiencia de activistas de la comunidad homosexual liderados por el joven Mark Ashton, un joven irlandés militante de los derechos de los gays, cofundador del colectivo ‘Lesbianas y Gays apoyan a los mineros’ y militante del Partido Comunista.
Corría el año 1984, y una Margaret Thatcher envalentonada luego del triunfo en las Malvinas atacaba, en esta oportunidad, a un enemigo interno. En marzo de 1984 la gerencia anuncia el cierre de la mina de Coronwood, en Yorkshire. Los trabajadores acordaron ir a la huelga y pidieron el apoyo del resto de los mineros de la región. Al cabo de seis días, Yorkshire, Escocia, Gales del Sur, Kent, Durham y Northumberland estaban en huelga, aproximadamente, 140.000 de los 187.000 mineros del sindicato National Union of Mineworkers. Esta disputa es considerada uno de los acontecimientos más importante de la historia británica de la posguerra. El conflicto atravesó todas las capas de la sociedad, abrió heridas en familias enteras, comunidades de trabajadores e incluso al activismo gay.
La primera escena nos ubica en las calles de Londres, durante la marcha del orgullo gay en junio de 1984, en una época donde la represión policial al movimiento homosexual era permanente. La huelga hacía sentir su peso. Durante una reunión de activistas en la librería y centro cultural gay – sede de este colectivo – vemos que Mark, enfurecido y conmovido por la huelga de los mineros, lanza una pregunta sencilla: “¿Han visto que la policía no está estos días delante de nuestros bares y no nos persigue tanto en las calles? ¿Saben por qué? Porque están ocupados con los mineros”, mientras muestra la fotografía de portada de un periódico sobre los enfrentamientos en los piquetes de huelga con la policía. No todos le siguen, sin embargo, logra ganar a un grupo y con unos baldes en mano deciden salir a recaudar dinero para el fondo de huelga de los mineros.
La propuesta de Mark para conseguir apoyo dentro del movimiento homosexual se sostiene en un planteo sólido: “Nosotros odiamos a Margaret Thatcher, ¿y saben a quién odia más Thatcher? A los mineros. Por lo tanto debemos apoyarlos.”
Owen Jones, en su columna del matutino The Guardian, destaca el hecho de que los años 80 eran una época de sufrimiento y lucha, tanto para el colectivo homosexual como para los mineros. Eran los años de la aparición del SIDA, la falta de tratamientos y ayudas estatales, y su estigmatización como “enfermedad rosa”, mientras un 60% de la población sostenía que la homosexualidad era “completamente mala”. Los mineros por su parte, eran para la primera ministra una prueba de fuego para probar la efectividad de sus leyes laborales de 1980 y 1984, mediante las cuales ninguna huelga sería considerada oficial a menos que se haya realizado una votación a escala nacional entre los afiliados al sindicato. Los trabajadores decían “nosotros estamos defendiendo nuestros puestos de trabajo y esta mujer nos quiere arrancar todos nuestros derechos”.
La película muestra la alianza entre estos dos sectores, superando prejuicios y desconfianzas mutuas. El encuentro entre los activistas del colectivo lésbico y gay y los habitantes de una pequeña comunidad minera del sur de Wales está plagado de momentos divertidos, desencuentros, tensiones, y mucha emoción, con el comienzo de un lazo de solidaridad profundo que rompe las barreras de los convencionalismos.
No obstante, la recepción del colectivo gay en la comunidad minera galesa no es un lecho de rosas, sufre reveses, rechazo y momento difíciles, incluso una campaña de difamación por los sectores más conservadores de la aldea galesa, que llegan a difundir artículos difamadores.
Un párrafo aparte merece el momento donde las mujeres de los mineros entonan la balada “Pan y rosas”, lideradas por la bellísima voz de Bronwen Lewis, luego del discurso de Mark prometiendo volver con colectas. Mark cierra su discurso con la consigna “¡Victoria a los Mineros! “ y desde el fondo de la sala emerge la tonada ante la sorpresa y emoción de todos. Ellas participan como activistas destacadas de la huelga minera, organizando el comité de lucha, consiguiendo fondos, compartiendo las decisiones, brindando casa y comida a los jóvenes militantes. Además son el sector más de avanzada en otras cuestiones, quieren saber ‘qué es eso de ser lesbiana’. Muchas de ellas, al finalizar la huelga, ven que sus vidas se han transformado y ya no volverán a ser las que eran antes.
El film, para los efectos dramáticos, se centra en la relación de hermanamiento con un pueblo minero de Gales, sin embargo, la solidaridad de la comunidad gay con los mineros en huelga se expresó en varias regiones del país. En los 80, sectores conservadores se referían a la comunidad homosexual como ‘pervertidos’. Pero el colectivo gay se apropia de este nombre, en una actitud de empoderamiento y de desafío contra la moral conservadora. Es así como organizan ‘Pits and Perverts’ (Canteras y Pervertidos) un festival a beneficio de los huelguistas en un club del barrio de Camden en Londres. Logran recaudar más de 5.650 libras (algo más de 20 mil libras al valor actual, 40 mil dólares), todo el dinero fue destinado a las familias de los mineros en huelga del sur de Gales.
Esta alianza vuelve a celebrarse en la última escena, que nos transporta a la marcha Pride del año 1985. Vemos a cientos de mineros y sus familias llegar en autobuses para hacerse presentes en la manifestación. A pedido de los organizadores la encabezan. Luego de los hostigamientos que venían sufriendo, la Marcha del Orgullo Gay de 1985 marcó un gran logro en la lucha por los derechos de los homosexuales y fue una de las más numerosas de Londres.
Con un elenco de primer orden y dirigida por Matthew Warchus, Pride es indudablemente un emotivo homenaje al grupo Lesbians and Gays support the Miners, pero también es una conmemoración de la heroica y difícil huelga minera. Este colectivo sigue activo y en el 30 aniversario de la huelga ha cobrado un mayor protagonismo en charlas y debates donde ponían los films Pride y ‘Still, the Enemy Within’, un documental digno de ver, en el que los mineros y la comunidad gay vuelven a ser los protagonistas de una lucha que marcara a toda una generación y transformara la vida de los trabajadores y las mujeres al calor de la experiencia de lucha.
Josefina L. Martínez
Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.