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Red Internacional
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¿HACIA UN ALTO EL FUEGO? Primer caso de Covid-19 en Yemen: el próximo desastre

Yemen conoce su primer caso de Covid-19 y el virus amenaza con extenderse rápidamente por todo el país, devastado por una guerra de la que son responsables las potencias regionales y el imperialismo.

Lunes 13 de abril de 2020 17:25

El viernes pasado, Yemen anunció su primer caso de Covid-19 en la región de Hadramaut. Es un hombre que trabaja en el puerto de Ash Shihr. Son muy malas noticias para un país devastado por cinco años de guerra civil, la peor epidemia de cólera en los tiempos modernos y ahora luchando con una epidemia de dengue. Todo esto sin mencionar los millones de personas que dependen de la ayuda internacional (80% de su población) o que sufren de desnutrición.

En Yemen, la guerra destruyó el sistema de salud cuando el país ya era el más pobre del mundo árabe antes del conflicto: se estima que solo el 51% de la capacidad de salud de Yemen está funcionando, el país tiene en promedio 10 profesionales de la salud por cada 10,000 habitantes y solo 500 respiradores artificiales para sus 28 millones de habitantes. Como si eso fuera poco, durante la guerra, los trabajadores de la salud y las instalaciones hospitalarias se convirtieron en el blanco favorito de los ataques de los distintos campos en conflicto.

El riesgo de rápida propagación del virus en el país también es posible por el hecho de que hay 3.6 millones de personas desplazadas, que a menudo viven en campamentos o en viviendas precarias sin acceso a agua corriente o productos básicos de higiene como el jabón. No hace falta decir que, en medio de la vergonzosa "guerra" por los equipos médicos que libran las grandes potencias, el pobre Yemen no tiene ninguna posibilidad de convertirse en un destino prioritario para estos productos esenciales. Todas estas condiciones hacen de Yemen un "caldo de cultivo" para la propagación asesina del Covid-19.

Arabia Saudita entre hipocresía y oportunismo

Ante esta perspectiva dramática, Arabia Saudita, que lidera la coalición internacional contra la rebelión hutí en Yemen, decidió el 9 de abril aplicar un alto el fuego unilateral de 14 días. La ONU, los países del Golfo y las potencias occidentales se apresuraron a felicitar a Riad por este "gesto humanitario". Una hipocresía total. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) -respaldados por EEUU que también opera en el territorio- se encuentran entre los principales responsables de la destrucción en el país y la muerte de miles de yemeníes.

La realidad es que Arabia Saudita, y las otras petro-monarquías del Golfo, tienen interés en poner fin a esta guerra que se ha convertido en un atolladero. Como podemos leer en un artículo de Al-Monitor, un Yemen permanentemente desestabilizado representa un peligro para toda la región, especialmente en medio de una pandemia: "Para Arabia Saudita y los países del Golfo, Yemen, el país más pobre del mundo árabe, es demasiado grande para dejarlo caer. Un estado en quiebra crónica en Yemen significaría una península y una región en crisis perpetua, ya sea causada por guerra, terrorismo, refugiados, enfermedades o todo al mismo tiempo (...) Para el Príncipe Heredero [de Arabia Saudita] Mohammad Bin Salman, la guerra en Yemen debe resolverse para que pueda centrarse en sus reformas económicas y sociales y eliminar un elemento de fricción en las relaciones entre los Estados Unidos y Arabia Saudita".

Sin embargo, el contexto pandémico y la amenaza de una catástrofe sanitaria que se cierne sobre Yemen no es la única razón que empuja a Arabia Saudita a encontrar una solución rápida, aunque sea temporal, sino también la crisis económica en el horizonte. De hecho, Arabia Saudita, cuya principal fuente de riqueza es el petróleo, se encuentra en medio de una "guerra de precios" con Rusia, pero también con las empresas norteamericanas del sector. Los miembros de la OPEP + y Rusia llegaron a un acuerdo el jueves para reducir la producción y aumentar el precio del crudo. Pero, según los economistas, el futuro sigue siendo sombrío para los países exportadores, sólo se ahorraría un poco de tiempo. En este contexto, continuar librando una guerra costosa, económica y políticamente, para el régimen saudí se convierte en una carga. De hecho, durante varios meses ha habido indicios de que la estrategia saudita parece haber evolucionado en el conflicto, inclinándose gradualmente hacia una "desconexión". La amenaza del Covid-19 parece ser una oportunidad ideal para intentar un resultado negociado sin que parezca una capitulación ante el enemigo.

Del lado de los rebeldes hutíes, apoyados por Irán, aún no han respondido al alto el fuego de la coalición internacional. Pero los sauditas y sus aliados occidentales planean presionar a Irán para que imponga un alto el fuego duradero, lo que posiblemente podría ayudar a Teherán. De hecho, aunque esta guerra "indirecta" sirve a los intereses del régimen iraní, Yemen no es en absoluto un país estratégico para Irán. En otras palabras, si bien Irán ha apoyado una guerra completamente reaccionaria durante cinco años, hoy puede estar interesado en utilizar un alto el fuego "humanitario" para mejorar su imagen internacional. Sin embargo, esto no significa que lograrán convencer a los hutíes, cuyos sectores podrían ver cierta ventaja en continuar con las acciones militares.

Las potencias occidentales son directamente responsables

Esta dramática situación en Yemen no cae del cielo. Es el resultado de la guerra civil, pero también de años de dominación imperialista en la región. Yemen ya era uno de los estados más pobres del mundo mucho antes de que comenzara el conflicto en 2014. El dominio colonial británico, los boicots económicos, las diversas guerras civiles y las guerras entre Yemen del Norte y Yemen del Sur desde la independencia, la interferencia saudita de otras potencias regionales, la desastrosa unificación de Yemen del Norte y del Sur dirigida por camarillas burocráticas y corruptas, entre otros, son sólo algunos elementos que han preparado esta situación a lo largo de los años.

Pero la responsabilidad de las potencias imperialistas en la guerra actual también es directa. No olvidemos que el origen del conflicto actual radica en el acuerdo entre el gobierno yemení y el FMI para reducir los subsidios al petróleo para pagar las deudas del país. Esto provocó protestas populares que luego fueron secuestradas por diferentes facciones de las clases dominantes, lo que condujo a una guerra completamente reaccionaria que dejó más de 100.000 muertos. Todas las potencias occidentales han apoyado política y militarmente -además de realizar jugosas ventas de armas- a Arabia Saudita, que lidera la coalición internacional apoyando al gobierno de Abdrabbo Mansour Hadi. Esta coalición no sólo es responsable de miles de muertes en el país, sino también de un bloqueo criminal económico y humanitario.

Sea como fuere, la situación en Yemen es dramática. El Covid-19 llama a la puerta y amenaza con matar a miles de personas. En el futuro inmediato, desafortunadamente, desde el punto de vista de la amenaza para la salud, sólo queda esperar que el virus no se propague en el país, incluso todo parece indicar que es cuestión de tiempo que el país se hunda en el desastre. En este sentido, la lucha de los trabajadores en países imperialistas como Francia por una reconversión de la producción para luchar contra la pandemia también sería la mejor manera de ayudar a las personas más vulnerables frente a Covid- 19. De hecho, si los trabajadores en los países imperialistas logran imponer la producción en masa bajo el control obrero, de máscaras, respiradores, camas, alcohol en gel, etc. Esta producción también podría destinarse a los países más pobres como Yemen, que están en mayor riesgo. La pandemia requiere una respuesta integral y los capitalistas están demostrando que no pueden hacerlo, prefieren condenar a miles y miles de personas expuestas al virus. En los países imperialistas, las lecciones de esta crisis sanitaria deben llevar al movimiento obrero a poner fin a la política criminal que está llevando a cabo en todo el mundo “su” burguesía.