Córdoba. Provocación contra la masiva huelga docente: un periodista comparó a estudiantes con tornillos

La columna fue realizada, cuando no, por Adrián Simioni, que es un verdadero cruzado contra los derechos del pueblo trabajador y defensor de las ganancias empresariales. En esta ocasión ataca el derecho a poder alimentarse todos los días. Para este caso se toma de un informe realizado por el Observatorio de “Argentinos por la Educación”, una ONG que tiene como principal figura al ex ministro de educación porteño del PRO Mariano Narodoswky, para comparar a estudiantes de primaria con tornillos sin rosca, aunque luego se encarga de aclarar, menos mal, que una escuela no es una fábrica de tornillos.

Hay una tendencia conservadora de querer mostrar a quienes aprenden, en este caso estudiantes de primaria, como sujetos pasivos, pero ya reducirlos a un objeto mínimo supera cualquier límite.

El columnista, para atacar el reclamo docente se pregunta si le darían aumento a los operarios que fabrican mal los tornillos. Cómo si esto fuera poco insiste señalando que “a pesar del fracaso exigen como si fueran los mejores”.

Simioni realiza una simplificación absurda y abstrayendo la realidad social que rodea el andar cotidiano de las aulas. Fue durante la pandemia que miles de docentes de las escuelas más postergadas iban casa por casa para realizar seguimiento a sus estudiantes que no contaban con conectividad.

Día a día, la docencia tiene que atender problemas como la falta de trabajo, alimentación y oportunidades, así como casos de violencia de género, o cómo vimos en Rosario la última semana, con los abrazos que realizan los docentes a las escuelas contra la violencia narco y la complicidad policial, que ya lleva asesinados a decenas de niños.

Así mismo, y a pesar de todas las tareas “extras” y de “polifuncionalidad” que realizan los docentes, se logran dar contenidos para que el conjunto de los y las estudiantes logre aprender los contenidos curricurales, Simioni debería acercarse a cualquier escuela de la periferia en vez de leer los resúmenes de los PDF.

Pero vayamos por un rato a la imaginaria fábrica de tornillos de Simioni, lo más probable es que lo que suceda es que esos productos salgan defectuosos por la falta de inversión y renovación tecnológica, los trabajadores seguramente llevarían años de contrato, estarían por consultora o directamente en negro. La fábula, siguiendo lo que es habitual en nuestro país, seguiría con que el empresario culparía de su falta de ganancia a “los costos laborales”, cerraría la planta dejando a todas las familias en la calle y, por último, fugaría su fortuna o compraría bonos de deuda en dólares para vivir de la especulación.

A favor de Simioni podemos señalar su coherencia, su actitud no es pasajera ni una moda. Su difusión de fake news y recortes parciales para defender políticas a favor de los empresarios viene mucho antes de que Milei empezara a salir en los medios.