La visita de Putin a Pyongyang sella una nueva alianza entre Rusia y Corea del Norte. Un pacto militar y estratégico que preocupa tanto a Washington como a Pekín.
Miércoles 26 de junio 12:17
Vladimir Putin visitó Pyongyang la semana pasada, por primera vez en 24 años cuando fue invitado por Kim Jong-il, padre y predecesor de Kim Jong-un. En ese momento, Putin buscó restablecer las antiguas alianzas de la URSS, pero el tratado de cooperación que se firmó era considerablemente más débil que el que unía a los dos países del gran "Bloque del Este". Hoy, aislada en la escena internacional, al menos en Occidente, la Rusia de Putin busca forjar nuevas alianzas o fortalecerlas, y debe en parte volverse hacia los Estados "parias", otros Estados condenados al ostracismo por Estados Unidos y sus aliados, como Bielorrusia, Siria e incluso Irán. Sin embargo, un acercamiento con Corea del Norte constituye una gran ventaja para Putin, país que posee uno de los mayores arsenales militares del mundo, sobre todo en términos de piezas de artillería y misiles balísticos.
Renovar alianzas y arsenales
La visita de Putin a Corea del Norte representa la primera visita de un jefe de Estado al “reino ermitaño” desde la visita de Xi Jinping en 2019. Aislado más que nunca desde el efímero calentamiento de las relaciones con Estados Unidos y Corea del Sur bajo la administración de Trump, Pyongyang intenta restablecer sus alianzas tradicionales para romper este aislamiento, pero también para hacer frente a la escasez crónica de alimentos que afecta al país. Por eso el autócrata ruso fue recibido con bombos y platillos en la capital norcoreana, en una manifestación extravagante que movilizó a toda la ciudad.
Para Putin, esta visita es sobre todo una forma de regenerar su arsenal de armas a bajo costo. Si bien una gran parte del arsenal ruso ha sido destruido en Ucrania, Rusia necesita constantemente reponer sus existencias para mantener su ventaja sobre el ejército ucraniano, que se enfrenta a una escasez real. Si creemos en la diplomacia estadounidense y surcoreana, Pyongyang ya ha entregado a Rusia miles de contenedores llenos de proyectiles (se ha propuesto la cifra de 5 millones) y municiones, que han sido utilizados masivamente en el frente ucraniano. Las armas norcoreanas son anticuadas, obsoletas y a menudo poco fiables, pero abundantes.
A cambio, Rusia compartirá parte de su tecnología militar habitualmente celosamente guardada, posiblemente incluida la construcción de misiles con capacidad nuclear. También se espera que aumente las exportaciones de petróleo y gas baratos, así como envíos de alimentos y artículos de primera necesidad.
¿Acercamiento circunstancial o asociación estratégica duradera?
En 1961, se firmó un acuerdo de asistencia mutua entre la URSS y Corea del Norte, que incluía una cláusula de intervención militar automática si cualquiera de los países era atacado. Este acuerdo terminó en 1996, tras la restauración burguesa en Rusia y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Corea del Sur. Durante la visita de Putin en 2000 se firmó un tratado de cooperación bilateral, pero que no incluía ninguna cláusula de asistencia militar. Durante la reciente visita, este tratado fue actualizado y fortalecido, teniendo ambos regímenes mucho que ganar con esta alianza estratégica.
En su discurso en Pyongyang, Putin insistió en la necesidad de enfrentarse a Estados Unidos, que busca impedir la llegada de un “mundo multipolar”. Para ello, Putin prometió fortalecer el comercio y establecer sistemas de pago “no controlados por Occidente” (en referencia al sistema SWIFT), que eludirían parcialmente las sanciones impuestas contra los dos países. En marzo pasado, Moscú ejerció su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para poner fin al control del programa nuclear de Corea del Norte, lo que algunos analistas creen que fue una maniobra para evitar la vigilancia de las exportaciones de armas a Rusia.
A nivel geopolítico, las tensiones están en su punto más alto en el Mar de Japón y el Mar Amarillo, donde Estados Unidos, Japón y Corea del Sur aumentan los ejercicios militares, mientras Pyongyang acelera el desarrollo de su arsenal nuclear y pruebas de misiles balísticos intercontinentales, cuyo alcance abarca todo el territorio de los Estados Unidos. El tratado firmado aliviará enormemente a Corea del Norte, acorralada a todos los niveles, a pesar del anuncio de nuevos ejercicios militares conjuntos en el marco de JAROKUS, el pacto trilateral americano-japonés-coreano, y de la llegada del portaaviones Theodore Roosevelt a Busán en Corea del Sur.
Las tensiones con Seúl son particularmente altas; unos años después del breve episodio de deshielo de las relaciones y del encuentro entre los Jefes de Estado de las dos Coreas, el momento de apaciguamiento ya pasó. Prueba de ello son las 15 toneladas de residuos arrojadas en globo sobre territorio surcoreano en las últimas semanas y las canciones de K-Pop retransmitidas ininterrumpidamente en la zona desmilitarizada hacia el Norte.
En este contexto extremadamente volátil, el pacto debería ofrecer un respiro a Corea del Norte. Según los medios estatales norcoreanos, el acuerdo estipula que los dos países utilizarán todos los medios disponibles para proporcionar asistencia militar inmediata en caso de guerra, lo que lo convierte en el acuerdo más poderoso firmado después de la Guerra Fría. Sin embargo, las opiniones difieren en cuanto a la firmeza de este compromiso de seguridad y el alcance de la asistencia que se brindaría. En cualquier caso, el acuerdo supone un éxito seguro para Rusia que podría permitirle consolidar su ofensiva en Ucrania, mientras ésta resiste mejor desde el inicio de las entregas de armas y aviones de combate de Estados Unidos aprobado por el Congreso en mayo y la autorización para utilizar armas europeas y estadounidenses dentro de territorio ruso.
Un desaire para Estados Unidos… y para China
El tratado que acaba de firmarse entre Rusia y Corea del Norte suscita gran preocupación en Washington. Además de permitir la regeneración del arsenal ruso, este pacto ofrece a Corea del Norte la oportunidad de modernizar su equipamiento militar. Si bien dispone de uno de los mayores ejércitos regulares del mundo y ha adquirido armas atómicas desde hace varios años, la idea de ver al Ejército Popular de Corea dotarse de un arsenal verdaderamente eficaz aterroriza a Estados Unidos. Ya casi intocable, una Corea del Norte armada hasta los dientes podría representar un gran desafío en caso de una guerra en el Indo-Pacífico. Si Estados Unidos ha logrado reforzar sus alianzas en la región así como reforzar su presencia militar en el Mar de China, nunca ha podido resolver el problema que representaría una Corea del Norte aliada de China en una invasión a Taiwán. El proceso de protonormalización de 2018, iniciado en parte con este fin, no había dado frutos.
Sin embargo, este acuerdo no sólo preocupa a Washington. También en China este acercamiento se ve desfavorablemente por varias razones. En primer lugar, el propio Pekín se ha acercado a Moscú desde el inicio de la guerra en Ucrania, pero también a Pyongyang, a pesar de las reticencias iniciales de Xi durante sus primeros años en el poder, debido a la imprevisibilidad del régimen de Kim y a la percepción negativa asociada a aliarse con un "estado paria". La proximidad de facto que existe entre los tres Estados da la imagen de un eje trilateral, o una dinámica de bloque, que China está tratando de evitar a toda costa.
Para Yun Sun, director del programa sobre China del Centro Stimson de Washington "Pekín se ha mantenido cuidadosamente alejado de la aparición de un eje China-Rusia-Corea del Norte. [...] porque quiere mantener abiertas sus opciones". La China de Xi sigue siendo muy pragmática y actualmente busca aliviar las tensiones para centrarse en la recuperación de su economía. "Putin y Kim son fuerzas de inestabilidad en un momento en que China disfruta de un ambiente ordenado", según John Delury, profesor de estudios chinos en la Universidad Yonsei de Seúl. De hecho, Xi preferiría mantener relaciones bilaterales casi exclusivas con el régimen de Kim, con el objetivo de garantizar su subordinación y poder controlarlo mejor. Kim, por su parte, intenta liberarse de esta excesiva dependencia de China, de ahí la importancia del acuerdo con Rusia para su régimen.
La visita de Vladimir Putin a Corea del Norte marca un paso crucial en la reconfiguración de las alianzas internacionales en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas. Este acercamiento entre Rusia y Corea del Norte, aunque estratégico para ambas naciones, genera grandes preocupaciones en Washington y Beijing. Para Estados Unidos, la alianza fortalecida entre estos dos regímenes autoritarios representa una amenaza creciente, no sólo en términos militares, sino también para el mantenimiento de su influencia en la región. Para China, este acercamiento complica su propia estrategia de mantener el control sin comprometerse con alianzas demasiado visibles con "estados parias".
En última instancia, esta nueva dinámica podría intensificar la carrera armamentista en la península y en Japón, y aumentar las tensiones en el Indo-Pacífico, pero también ayudar a cambiar la situación en Ucrania.