Estuvieron sobre la mesa el comercio bilateral y los problemas estratégicos con el imperialismo norteamericano y europeo. Una alianza que se consolida y desafía a Occidente.
Santiago Montag @salvadorsoler10
Jueves 16 de diciembre de 2021 09:44
El presidente Vladimir V. Putin de Rusia y Xi Jinping, el presidente de China, en 2019 en Brasil. Crédito: Ueslei Marcelino/Reuters. Fuente: New York Times
La cumbre virtual entre el presidente de Rusia, Vladímir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping, fue una primer respuesta frente a la iniciativa del presidente norteamericano Joe Biden que convocó hace pocos días a una Cumbre por la Democracia. Fue una maniobra geopolítica ofensiva para agrupar a distintos países – muchos de ellos con regímenes lejanos a una democracia liberal según los criterios occidentales representados por Europa y EE. UU. –. Biden intenta evitar el declive de la hegemonía de Estados Unidos, una tendencia marcada desde hace varios años profundizada luego de su retirada de Afganistán, buscando establecer un división tajante entre “buenos” y “malos”, “autoritarios” y “democráticos”, utilizando formas y discursos políticos que recuerdan a la Guerra Fría. Pero que en el fondo imprime una situación internacional de rivalidad estratégica con Rusia y, centralmente, China, que por obvias razones no fueron invitados a esa fiesta.
Por esto, en este escenario de enfrentamientos cada vez más complejos debido a la interdependencia productiva, cada paso de EE. UU. por evitar el desarrollo de la relaciones entre Rusia y China, o su consolidación como polo de poder, logra su efecto contrario. Por eso es que Vladímir Putin, y Xi Jinping, se apoyaron este miércoles mutuamente en los asuntos que les enfrentan con Occidente [1]. , sobre todo Estados Unidos, durante una cumbre virtual que se prolongó una hora y media. La videoconferencia fue catalogada como "una conversación entre dos colegas, dos amigos", por el asesor del Kremlin, Yuri Ushakov, en una rueda de prensa telefónica. Según el Kremlin, el mandatario chino afirmó que aunque Pekín y Moscú no forman una alianza formal, el nivel de sus relaciones es superior al de unos aliados.
¿Pero qué hablaron lo líderes de Rusia y China? Estuvieron sobre la mesa el comercio bilateral y los problemas estratégicos y diplomáticos con Occidente.
Comercio bilateral
En primer lugar se felicitaron por el "excelente nivel" de las relacione es bilaterales y destacaron un notable aumento del comercio entre ellos. Ambos se comprometieron a seguir trabajando para duplicar el intercambio bilateral hasta los 200.000 millones de dólares. Xi señaló a su vez que las relaciones entre China y Rusia han superado pruebas y han "mostrado vitalidad". "Los dos países se respaldan mutuamente en temas de interés clave, tienen intereses compartidos y actúan como piedras angulares del verdadero multilateralismo” dijo el mandatario chino.
Las relaciones comerciales entre ambos países se vienen sellando a partir de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Nueva Ruta de la Seda),impulsada por China desde 2013. Un proyecto geoestratégico que busca dar solución a distintas problemáticas internas de China pero que al mismo tiempo, si se desarrolla, puede ser un trampolín a construir una institucionalidad internacional que dispute la hegemonía mundial.
Para ello es que China necesita en gran medida los hidrocarburos rusos, así como su espacio territorial por donde pasa un enorme red de gasoductos y oleoductos y vías ferroviarias con destino a Europa. Un espacio que, en términos de David Harvey, puede ser utilizado para resolver la actual crisis capitalista a partir de soluciones espaciales infraestucturales que permitan, a partir de inversiones en infraestructura la creación de nuevos espacios de acumulación capitalista [2]. Por eso, uno de los temas que abordaron los líderes fue el gasoducto Fuerza de Siberia 2, para aumentar las exportaciones de gas ruso a China.
Enfrentamientos geopolíticos
En este contexto, Putin recibió durante la cumbre, el respaldo de su homólogo chino, Xi Jinping, a la exigencia rusa de garantías de seguridad que impidan el acercamiento de la infraestructura militar de la OTAN a las fronteras. Este avance es impulsado por Estados Unidos sobre un territorio clave de la influencia rusa en Europa oriental desde un punto de vista cultural (la capital Kiev es la madre de la cultura rusa), pero también geopolítico y económico: Ucrania.
Zbigniew Brzezinski, uno de los principales cuadros intelectuales estadounidenses en geoestrategia y neorrealista, plantea en su libro El Gran Tablero Mundial (1998) la importancia estratégica que tiene Ucrania para Estados Unidos en su enfrentamiento con Rusia. Para el estratega si Ucrania estuviese dominada por Occidente, se podría domar al gigante ruso, mientras que si Rusia controla Ucrania tiene chances de volver a convertirse en gran potencia mundial. Como explica Gabriel Merino [3] en este sentido, Ucrania es, el principal país para construir el proyecto de la Gran Nación rusa. Por esta razón es que desde 2014 cuando estalla la guerra civil en Ucrania entre pro-rusos y pro-occidentales, Estados Unidos ha apoyado de forma incondicional al segundo sector en sus demandas por entrar a la OTAN y a la Unión Europea, entre otras. Algo que tanto Francia como Alemania rechazan para desescalar el conflicto con Rusia, ya que tienen una gran dependencia de los hidrocarburos rusos (sobre todo Alemania vía el gasoducto Nordstream I y el II en construcción), además de una problema migratorio de refugiados en las fronteras entre Polonia y Lituania con Bielorrusia.
Además, el principal escenario que busca evitar Estados Unido es el posible acercamiento entre la UE (que busca conseguir mayor autonomía de EE. UU.) y Rusia (cuyo objetivo se circunscribe a los lineamientos eurasianistas de Putin así como la búsqueda de un mundo multipolar). De esta manera, la guerra en ese país y la escalada militar (Putin movilizó 175,000 soldados a la frontera con Ucrania) son una cuña para los distintos proyectos, incluso bloqueando la puerta de entrada a Europa a la Nueva Ruta de la Seda.
De todas maneras el respaldo de Xi a Putin en la cuestión ucraniana no significa que se vaya a traducir en un apoyo directo en acciones bélicas. Sino que se trata de una demostración de fuerzas simbólica (por el momento) ante las provocaciones de Estados Unidos.
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En el otro extrema del mapa, China enfrenta una situación de aumento de patrullajes militares en el Mar Meridional de China y en el estrecho de Taiwán. Si bien Rusia nunca apoyó públicamente los reclamos chinos sobre ese espacio, en el caso de Taiwán, plantea que la posición de China es legítima. Por su lado China nunca reconoció la anexión de Crimea por parte de Rusia. Si bien han realizado ejercicios militares tanto en el Pacífico como en el Mar Negro y el océano Índico, muestran algunos límites en la alianza, donde ambos buscan flexibilidad estratégica.
Tensiones diplomáticas
Por otro lado, Putin rechazó el boicot occidental a los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022, además prometió ser el primer presidente en asistir a la inauguración del torneo que se celebrará en entre el 4 y el 20 de febrero del próximo año.
"Confío que en febrero del próximo año por fin podremos reunirnos en persona en Pekín. Como hemos acordado, celebraremos negociaciones. Y después participaremos en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpico de Invierno", dijo el jefe del Kremlin a su colega chino.
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En este sentido, agregó que Rusia y China se apoyan mutuamente en los asuntos de cooperación deportiva, incluido el "rechazo a cualquier intento de politizar el deporte y el movimiento olímpico".
"No tengo ninguna duda de que los próximos Juegos Olímpicos de Invierno se celebrarán al más alto nivel. En China saben hacerlo", señaló el mandatario ruso.
Entre otros temas…
Aunque se muestren amigables, la historia de ambos países está atravesada por la rivalidad a lo largo de los más de 4250 kilómetros de frontera. Pero la situación de enfrentamiento con Estados Unidos los ha empujado a establecer intentos de nuevas instituciones para equilibrar el poder a nivel global. Entre estas se encuentra el fortalecimiento de la Organización de Cooperación de Shanghái (una especie de OTAN asiática) o la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), un acuerdo de libre comercio entre los países del sudeste asiático, que integra a China con Japón y Corea del Sur, los principales aliados de Estados Unidos en la región.
Por eso en la cumbre los dos líderes discutieron la formación de una "infraestructura financiera independiente", según Yuri V. Ushakov, para reducir su dependencia de los bancos occidentales y su vulnerabilidad a las medidas punitivas de Occidente que han aplicado sanciones económicas a ambos países (a Rusia por Ucrania y Siria; a China por Hong Kong y la persecución a los uigures). También propusieron una posible cumbre con India, la otra potencia asiática, lo que muestra un nivel de ambiciones geopolíticas más amplias (Putin viajó a Nueva Delhi para reunirse con el primer ministro Narendra Modi la semana pasada).
"Se ha formado un nuevo modelo de cooperación entre nuestros países, uno basado en fundamentos como la no interferencia en los asuntos internos y el respeto por los intereses de los demás", dijo Putin a Xi.
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La puja por quién establece las reglas del juego en la arena mundial está enmarcada en un escenario de multipolaridad relativa que está dando a lugar a lo que Estaban Actis y Nicolás Creus en La disputa por el poder global llaman bipolaridad emergente. En este sentido la alianza sinorusa busca establecer una nueva institucionalidad capitalista que compita a nivel global con el imperialismo norteamericano y la Unión Europea, hoy en declive. Este enfrentamiento aún está en pleno desarrollo.
[1] Concepto entendido desde el punto de vista geopolítico que circunscribe a los países anglosajones y de Europa occidental
[2] Ver Harvey, D. (2004), El Nuevo Imperialismo; Arrighi, G. (2007), Adam Smith en Pekín; Merino, Gabriel E. y Trivi, Nicolás (2019), "La Nueva Ruta de la Seda y la disputa por el poder mundial"
[3] Ver en Merino, G. E. (2016) “Tensiones mundiales, multipolaridad relativa y bloques de poder en una nueva fase de la crisis del orden mundial. Perspectivas de América Latina”
Santiago Montag
Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.