Milei aseguró, antes de asumir, que iba a privatizar todo lo que pueda ser privatizado. Pero ¿qué implica realmente esto y a quiénes beneficiaría?
Claudia Ferri @clau.ferriok
Lunes 4 de diciembre de 2023 18:35
La privatización es un proceso que se da en el que un servicio o empresa estatal pasa a ser propiedad de una empresario, que puede ser nacional o extranjero. Pueden ser vendidas o entregadas en concesión por una cantidad de años.
Se pueden privatizar servicios públicos, trenes, líneas aéreas, clubes, hospitales. Y partir de esto, pasan a ser un negocio. No importa el servicio que brinde, si genera un beneficio social o no; porque la clave de privatizarlos es que sea conviertan en entidades rentables. En otras palabras, que den ganancias a sus dueños.
Algunos ejemplos. Sin dudas podríamos decir que sería muy beneficioso para la sociedad que el subte o los trenes tengan servicio nocturno para quienes trabajan o se mueven en durante esas horas, pero como no es un negocio reantable no se hace. Mucho menos construir un puente o ruta que conecte un pueblo con escuela o instalar gas en una comunidad rural.
Las privatizaciones fueron una de las recetas que “sugería” el FMI en los años 80 y 90 a los países endeudados.
En Argentina una ola de privatizaciones llegaron en los 90 con Carlos Menem junto con una serie de reformas estructurales en el plano económico y laboral con el apoyo en el Congreso tanto de peronistas como de radicales.
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Todo pasó a manos de grupos de empresarios. Petróleo, gas, aguas, aviones, electricidad, teléfonos, ferrocarriles, peajes, correo, puertos, incluso el sistema de jubilaciones. Y los resultados fueron pésimos:
Los servicios fueron más caros con tarifazos, la calidad casi siempre empeoró. Además de las famosas estafas de las telefónicas, están los cortes luz todos los diciembre y enero. No hay que olvidarse de los trenes privatizados que terminaron en la masacre de Once. Estas empresas recibieron subsidios millonarios, que pagamos todos, y fueron a directo a sus bolsillos.
Además las privatizaciones dejaron 500.000 despidos que vivieron unos meses con la indemnización y después se quedaron sin trabajo y sin plata.
Además los empresarios y el Estado los estafaron porque nunca les dieron la “participación” que les tocaba según el contrato.
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Menem lo hizo pero los siguientes gobiernos mantuvieron casi todas las privatizaciones, sus negocios y el pésimo servicio.
Si un gobierno decide tomar medidas privatizadoras es porque quiere que un ultra minoritario sector de la sociedad -los empresarios- acumule más ganancias y usen a su antojo los bienes comunes que son de todos y todas. En los hechos privatizar beneficia únicamente a esta casta privilegiada. Por eso hay que resistirla con todo.
Claudia Ferri
Historiadora, UBA. Columnista de la sección Historia de La Izquierda diario.