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Red Internacional
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Rectoría UNAM. ¿Qué esperar de la promesa de mejora a las condiciones laborales de profesores de asignatura?

En declaraciones recientes el rector de la UNAM, Leonardo Lomelí prometió mejorar las condiciones laborales de los profesores de asignatura y técnicos académicos, pero ¿por qué hace esta promesa ahora?, ¿Qué hay detrás de estas declaraciones?

Viernes 17 de mayo

En la ceremonia por el día del maestro, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Leonardo Lomelí Venegas, declaró que hay que hacer cambios normativos para mejorar las condiciones laborales de los técnicos académicos y profesores de asignatura, pues según el funcionario universitario “[hay] una deuda institucional con estos sectores y reconociendo su invaluable contribución a la universidad”.

Recordemos que, según datos de la UNAM, alrededor del 79% personal académico es de asignatura, es decir, se les paga por hora/clase y no tienen, en su mayoría, la estabilidad laboral, por lo que dependen que las autoridades de cada escuela y facultad les programen clases para cada semestre. Asimismo, se ha calculado que estos catedráticos reciben apenas 123 pesos la hora, por lo que se ven obligados a dar muchas clases o a buscar otros trabajos para poder llegar a fin de mes.

Lo anterior solo se puede entender en el contexto de que la Máxima Casa de Estudios está dominada por una casta dorada (en la que entra Lomelí), un pequeño grupo de funcionarios y académicos que absorben la mayor parte del presupuesto universitario con exorbitantes salarios y enormes prebendas (sueldos que rozan los 200 mil pesos al mes más toda una serie de privilegios como viajes, seguros de vida, seguros médicos privados, etc.).

Esta casta dorada encabezada por la Junta de Gobierno defiende con uñas y dientes la profunda anti-democracia que domina a la UNAM, pues estos privilegiados se eligen entre ellos para los puestos, y sus designaciones nunca son sometidas a consulta entre la comunidad conformada por estudiantes, académicos y trabajadores (el rector elije a cada miembro de la junta de gobierno, y esta a su vez, elije al rector, una estructura completamente medieval), por lo que pueden asegurar prebendas y estar en contra el derecho de la mayoría.

Sumado a lo anterior, encontramos a la Asociación Autónoma del Personal Académico de la UNAM, un verdadero sindicato blanco (organización creada directamente por las autoridades para controlar a los trabajadores) que se ubicó como la quinta columna de la rectoría de la UNAM y puso todos sus esfuerzos en mantener la precariedad de los profesores.

Esta situación estalló en el 2021 con el movimiento “UNAM no Paga”, cuando se dio conocer que un profesor recibió un cheque por unos cuantos pesos. Las movilizaciones colocaron en el debate público que la “Universidad de la nación” se sostenía sobre el sudor y la precarización de miles de docentes de asignatura. Las autoridades al principio negaron tal situación, luego tuvieron que aceptar que los pagos eran reales. Al mismo tiempo, se despidieron a decenas de profesores y profesoras que se habían quejado de los precario del trabajo, no obstante, a pesar del acto de represión, la problemática sigue sin resolverse, lo que mantiene el conflicto latente.

¿Qué podemos esperar?

No es una sorpresa que en el contexto del 15 de Mayo, Lomelí hable de mejorar las condiciones laborales de los profesores de asignatura y de los técnicos académicos, pues sabe que es una hoya de presión que en cualquier momento puede explotar y encontrar solidaridad de los estudiantes y del resto de trabajadores de base. Entonces ¿Qué podemos esperar de dicha promesa? La respuesta es Nada o poco. La casta dorada se ha caracterizado por hacer promesas demagógicas para calmar el ánimo de los maestros y lanzar algunas migajas (como concursos de oposición que en muchas ocasiones están amañados y destinados para los allegados de los jefes) para simular un cambio.

Lo que la UNAM quiere evitar a toda costa no solo es la organización al interior de la máxima casa de estudios, sino que este germen se extienda y articule con el descontento generalizado en el sector educativo y que la exigencia de basificación y dignificación de la labor docente se convierta en una consigna de carácter nacional.

Por todo esto es que, para lograr la democratización y la mejora de las condiciones académicas y laborales de los trabajadores académicos y administrativos de la UNAM, y de las demás universidades públicas de México, es necesaria la acción unitaria y combativa no solo del profesorado y de trabajadores administrativos, sino también del estudiantado. Solo así se logrará acabar con el control antidemocrático que ejercen las altas burocracias universitarias sobre los presupuestos y los planes académicos de las universidades del país.

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