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Red Internacional
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Asia Pacífico. ¿Qué hay detrás de la escalada en Corea?

Por primera vez en cinco años, las tensiones en la península de Corea están en aumento. Esto se produce en el contexto de una mayor acumulación militar estadounidense en el Pacífico, impulsado por una mayor competencia capitalista entre Estados Unidos y China.

Viernes 7 de octubre de 2022 20:13

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El 4 de octubre, en respuesta a la creciente acumulación militar de Estados Unidos en el Pacífico, Corea del Norte disparó misiles que sobrevolaron el espacio aéreo japonés, poniendo fin a cinco años de relativa estabilidad en la península coreana. Estados Unidos respondió disparando cuatro misiles frente a la costa oriental de la península. Es probable que las tensiones sigan aumentando, pero no está claro en qué medida.

La acción de Estados Unidos se llevó a cabo en estrecha coordinación con los ejércitos de Japón y Corea del Sur. En septiembre, Estados Unidos y Corea del Sur iniciaron sus primeras maniobras militares conjuntas a gran escala desde 2017. Las grandes protestas surcoreanas contra estos juegos de guerra fueron tapadas por los medios de comunicación estadounidense, que ahora crean alarmismo sobre las acciones de Corea del Norte. Estas maniobras y las tensiones regionales que está incitando deben entenderse en el contexto de la estrategia de Estados Unidos en Asia-Pacífico -centrada en la competencia económica con China- que se ve reforzada por la provocadora acumulación militar de tropas y equipos

Competencia capitalista y militarización en el Pacífico

Biden llegó a la presidencia con la tarea de restaurar la estabilidad capitalista y la hegemonía global de Estados Unidos. Dado que China representa el mayor desafío para restaurar esta hegemonía, contenerla es la principal prioridad del imperialismo estadounidense.

Los capitalistas estadounidenses y sus analistas de política exterior siguen debatiendo cómo debe ser la relación económica entre ambas potencias: cómo desvincular las dos economías, los costos y beneficios de seguir utilizando a China como fuente de mano de obra barata, cuánta influencia china puede tolerarse en diversas regiones, etc. Mientras el imperialismo estadounidense explora estas cuestiones, el país persigue la contención militar de China en el Pacífico para marcar una cuestión en la que las distintas alas del capital estadounidense estan de acuerdo: China no debe alejarse de lo que Estados Unidos considera aceptable.

Tanto la competencia económica con China como la estrategia de contención militar dependen en gran medida de las estrechas relaciones de Estados Unidos con Corea del Sur y Japón, sexto y cuarto socios comerciales, respectivamente. Además de los antiguos lazos económicos y diplomáticos con estos países, Estados Unidos tiene nuevas oportunidades para ampliar su contención militar de China, dado que recientemente llegaron al gobierno nuevos aliados de derecha en Japón y Corea del Sur. Estos dos nuevos regímenes están abiertos a enfrentar y contener más agresivamente el crecimiento del gigante asiatico en la región.

El presidente de Corea del Sur hasta principios de este año, Moon Jae-in, había equilibrado la relación del país con ambas superpotencias. Además, ha mantenido relaciones diplomáticas con Corea del Norte, lo que ha acercado a la península a la reunificación como nunca antes desde la Guerra de Corea. Además, el enfoque más unilateral de Trump en política exterior hizo mella en la relación que Estados Unidos y Corea del Sur habían mantenido durante mucho tiempo.

Con Biden en la presidencia, la relación se está recuperando. La elección del nuevo presidente, Yoon Suk-yeol, en marzo, refuerza aún más la influencia estadounidense y cambia la dinámica regional. Yoon prometió una ruptura con la política exterior de sus predecesores, prometiendo enfrentarse directamente a Corea del Norte y a China y contribuir a la militarización del imperialismo yanqui en el Pacífico. Está cumpliendo esa promesa, y Washington está aprovechando esta nueva oportunidad para restaurar su poder regional. Además, los planes de Yoon de desregular las industrias, liberalizando aún más la economía de Corea del Sur, son aún más ventajosos para la expansión imperialista de Estados Unidos.

Aunque el cambio hacia una administración más derechista en Corea del Sur es significativo, los intereses económicos de Estados Unidos y Corea han estado estrechamente vinculados incluso cuando ambos países estaban más distanciados diplomática y militarmente. El Acuerdo de Libre Comercio KORUS, que cumplió 10 años en marzo, dio a Estados Unidos mucho acceso a los mercados surcoreanos, y en julio las empresas coreanas se comprometieron a invertir 22.000 millones de dólares en la economía estadounidense en torno a sectores tecnológicos clave. El punto de apoyo del capital estadounidense en Corea del Sur siempre estuvo asegurado, pero ahora tiene aún más oportunidades de mantener a China fuera de la economía surcoreana, asegurándose de sacar el máximo provecho.

Pero el capital surcoreano y el nuevo régimen del país están lejos de ser estables. Al igual que Trump, Yoon agita a sus partidarios con una retórica anti-inmigrante y anti-mujeres. En general, es impopular. Los medios coreanos bautizaron a la campaña presidencial de 2022 como "la elección antipática" porque tanto Yoon como su oponente eran muy impopulares. Dado el dinámico movimiento obrero de Corea del Sur y las crisis a las que se enfrenta la clase capitalista del país, existe una oportunidad para que los trabajadores luchen contra el nuevo régimen con una perspectiva socialista y organicen una lucha contra el capitalismo.

La acumulación de Estados Unidos y sus escaladas

El movimiento de Estados Unidos hacia la confrontación con China a través de una fuerte acumulación militar está alimentando los conflictos regionales de larga data, todos los cuales tienen sus raíces en la competencia entre el capital estadounidense y el chino. Lo vimos en agosto, cuando el provocador viaje de Nancy Pelosi a Taiwán agravó el conflicto con China. Sin duda, no es la última vez que veremos escaladas en torno a Taiwán, ya que es un productor clave de semiconductores para el mercado estadounidense, lo que supone una ventaja esencial en la competencia entre ambas potencias.

Ahora vemos escaladas en la península a medida que la acumulación militar surcoreana, japonesa y estadounidense amenaza a Corea del Norte. Todo esto confirma que estamos en una nueva época de crisis, guerras y revoluciones. Este aumento de la competencia entre las grandes potencias mundiales y las emergentes sólo traerá más miseria y violencia para la clase obrera y los oprimidos de todo el mundo. La necesidad del internacionalismo de la clase obrera para resistir la competencia capitalista se hace más esencial cada día.

Una perspectiva antiimperialista para el Pacífico

Ya hay indicios de resistencia al imperialismo en todo el Pacífico. Como dijimos antes, muchos surcoreanos se movilizaron el mes pasado contra la presencia del ejército estadounidense en el país. Esto puede reforzarse si la resistencia de la clase obrera al régimen de Yoon une sus luchas internas contra el capital surcoreano con el movimiento antiguerra.

En cuanto a Japón, el rearme es ampliamente impopular en ese país, y podrían surgir protestas dinámicas cuando el gobierno intente reescribir su constitución pacifista. Ya hay comunidades en Japón que luchan contra el daño que imponen las bases estadounidenses.

Estas luchas en Japón y Corea del Sur también deben unirse a las numerosas luchas indígenas contra la ocupación militar estadounidense en el Pacífico, principalmente en Okinawa, Hawai y Guam. El papel de la clase obrera es esencial para desarrollar el antiimperialismo. Esto significa que un movimiento antibélico debe unir a los trabajadores de los distintos países en conflicto, especialmente en China y Estados Unidos.

Aunque hay una base para un movimiento antibélico dinámico en el Pacífico, es esencial que la clase obrera estadounidense asuma la lucha contra el papel del imperialismo estadounidense en la región. Esto no es sólo una tarea moral. Los capitalistas siempre buscan trasladar la carga de su competencia y sus consecuencias a la clase obrera, como vimos cuando la guerra comercial de Trump con China alimentó la crisis económica interna. Sin duda, las fuerzas del nacionalismo utilizarán estas crisis para enfrentar a los trabajadores y culpar a otros países. Pero es el capital en su conjunto el que divide al mundo con guerras y nacionalismo y hace que los trabajadores de todo el mundo sufran en el proceso.

Las renovadas escaladas entre las potencias del Pacífico muestran que un mayor conflicto está en la agenda. Cómo responderá la clase obrera internacional a estos conflictos es una cuestión abierta. La respuesta definirá en gran medida el resultado.