“Corralito”, “deuda”, o el famoso “que se vayan todos” son asociados directamente a la crisis de diciembre de 2001 en Argentina. A 20 años del estallido social ¿qué pasó en aquellos días?
Claudia Ferri @clau.ferriok
Domingo 19 de diciembre de 2021
Historia : ¿Qué fue la crisis del 2001 en Argentina? - YouTube
Primero los hechos. El presidente era Fernando De la Rúa, que llegó al gobierno como candidato de la Alianza, una coalición entre radicales y la centroizquierda de Chacho Alvarez. Había ganado en 1999 como “el mal menor” ante la impopularidad creciente del gobierno de Menem.
Pero aunque se presentaron como alternativa, desde que asumió, continuó con la política de ajuste y entrega al FMI del gobierno menemista y el descontento no paró de crecer. Por aquellos años Argentina tenía una deuda pública de 200.000 millones de dólares, con intereses altísimos, y hubo una fuga masiva de capitales y empresas. El desempleo subía al 18 %, a la clase media le confiscaron sus ahorros en el corralito bancario y el 35% del país era pobre.
El 13 de diciembre la CGT, llamó a una huelga general. Los desocupados venían manifestándose desde hacía tiempo, cortando rutas en el interior del país. Pero el estallido social llegó con los saqueos a los supermercados y comercios, en las barriadas pobres de once provincias en donde los gobernadores reprimieron con todo.
El 19 de diciembre De la Rúa decretó un Estado de sitio que no le importó a nadie y cientos de miles se movilizaron y concentraron en las puertas de la Casa Rosada en un “cacerolazo” masivo e inesperado. Por primera vez se escuchó en las calles el grito de “que se vayan todos” provocando la renuncia de la cabeza económica del gobierno, Domingo Cavallo. El que había impulsado días antes el “corralito” la medida que le permitió a bancos privados como Banco Rio (hoy Santader) y CitiBank confiscar los depósitos de los sectores medios y por el que sólo podría retirarse en efectivo hasta $ 250 por semana por persona, incluyendo los sueldos.
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El día 20 fue la “batalla de Plaza de Mayo”. Comenzó con la represión de la Caballería a las Madres de Plaza de Mayo, mientras la ciudad se convertía en una verdadera batalla urbana que duró horas. Jóvenes, trabajadores, estudiantes y desocupados, militantes de los partidos de izquierda se enfrentaron con piedras a la policía.
De la Rúa renunció y huyó de la casa de gobierno en helicóptero, dejando 39 muertos por la represión y una crisis institucional de proporciones históricas.
Cinco presidentes en once días. De la Rúa, Ramón Puerta, Adolfo Rodriguez Saá, Eduardo Camaño y el último fue Eduardo Duhalde que logró acordar la salida política con todas las patas del régimen. A la par de esto, surgieron asambleas populares y cobraron fuerza los movimientos de desocupados combativos y las fábricas ocupadas como Zanon en Neuquén y Brukman en Buenos Aires.
Con todo esto. ¿Qué fue el 2001? ¿fue un golpe? ¿una revolución?
En primer lugar, hay que tener en cuenta el momento en el que se produjo el estallido. Lo que se estaba dando en Argentina era lo que el revolucionario italiano Antonio Gramsci definiría como una crisis orgánica.
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Es una crisis muy profunda, de hegemonía, es decir de quienes tienen el poder. Una crisis que es económica, política y social y que incluye al conjunto del Estado y de los partidos políticos tradicionales. Gramsci decía que estas crisis podían crear un terreno favorable para el surgimiento de fenómenos políticos, por izquierda y por derecha según la relación de fuerzas, el nivel de combatividad de la clase trabajadora, la división de los de arriba, entre otras cuestiones.
Lo que ocurrió aquel 19 y 20 de diciembre fue algo que podemos llamar “jornadas revolucionarias”. Porque pudo mostrar la potencialidad que tienen las acciones independientes de masas, en las calles, cuando los trabajadores y el pueblo pobre - en alianza con los sectores medios- salen dispuestos a pelear por su futuro. El canto repetido en todas las esquinas era “piquete y cacerola, la lucha es una sola”. Son jornadas donde la legalidad de la rebelión choca en cierta forma con la legalidad de la democracia burguesa.
El movimiento obrero no participó activamente en las Jornadas de 2001 y no pudo desplegar sus propios métodos de acción porque venía muy golpeada por las politicas neoliberales de los 90. Además sus direcciones sindicales boicotearon el llamado a huelga general para no aparecer en forma organizada, evitando que aparezca como un actor político relevante.
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Dejaron actuar al nuevo gobierno de Duhalde en los meses siguientes. No hay que olvidarse que el ex gobiernador boanerense fue, durante su presidencia, el responsable político del asesinato de los piqueteros Kostecki y Santillán en junio de 2002. El mismo que durante ese año dejaba al 50% de la población del país debajo de la línea de pobreza. Que hacía caer el salario un 40%, al PBI un 30% y que devaluaba el peso un 300%.
Estas medidas económicas fueron las que permitieron la recuperación de los empresarios, aumentando sus ganancias. Sobre todo el sector dedicado al agro, enriquecido gracias al precio de las materias primas (commodities) en el mercado internacional, durante el período de los primeros años del ciclo kirchnerista. No fue magia.
A 20 años del estallido del 2001, la idea de la rebelión popular sigue presente en la conciencia colectiva a pesar de los numerosos intentos que hubo todos estos años de borrarla. Sus lecciones, las experiencias de autoorganización que dejó y el rechazo a la desigualdad social son algunos de los elementos que suman para pensar el presente y el futuro.
Claudia Ferri
Historiadora, UBA. Columnista de la sección Historia de La Izquierda diario.