Todos y todas hablan de la educación pública durante un mes al año, al inicio del ciclo lectivo. Los distintos gobiernos capitalistas contribuyeron a esta crisis educativa. Un análisis desde la izquierda.
Destrucción, colapso, decadencia o crisis son las palabras que describen a la educación pública en los medios y en boca del presidente, gobernadores, ministros de educación y hasta intendentes con pretensiones electorales y dirigentes sindicales. Todos, tanto oficialistas como opositores, la describen de esa manera, no para revertir su curso sino más bien para profundizar su vaciamiento y ajuste, a la medida de los dictados del FMI [1].
El uso de la educación como bandera política no es nuevo, ya el kirchnerismo desde 2003 a 2015 también lo hizo. Pero como en otros temas, no pasó de un doble discurso. No es posible hablar de “igualdad de oportunidades” educativas en las sociedades capitalistas –peor aun cuando el sistema de conjunto está en decadencia, atravesado por una crisis económica política y social de dimensiones históricas–, sin cuestionar la propiedad privada de los medios de producción, ni romper las ataduras con el FMI y el Banco Mundial [2].
Todos y todas hablan de la educación pública durante un mes al año, cuando los docentes discuten paritarias. Entonces en la educación todo se transforma en CRISIS y a quienes se responsabiliza es a las y los docentes. Un operativo exitoso de desprestigio que acompaña el “justificado” ajuste, salarios a la baja, peores condiciones laborales y el intento permanente de recortar el presupuesto educativo.
La verdadera crisis: el ajuste de todos los gobiernos
La llamada crisis educativa es un tema recurrente en todo año electoral. El gobierno que dijo en 2015 que iba a construir 3000 jardines, a fines de 2017 solo había construido 264 de los cuales 138 son privados [3]. En los dos últimos años se sub-ejecutaron partidas por $ 7.775 millones. En 2017, de un presupuesto para construcción de jardines o aulas de $ 5.602 millones, sólo se ejecutaron $ 1.841 millones, es decir, el 32,9 por ciento de lo presupuestado. En 2018, el presupuesto fue de $ 6.063 millones y se ejecutaron $ 2.049 millones, es decir el 33 por ciento. Así, sólo se construyeron 150 de las 3043 aulas previstas. Si se hubieran ejecutado las partidas, se hubieran construido 540 jardines o 3.000 aulas [4]. Otro ejemplo es el Fondo Nacional para la Educación Técnica-Profesional que, en 2018, de una partida de 9.800 millones solo ejecutaron un tercio. Y este año, solo invertirán el 0,10 % del presupuesto cuando por la ley de educación técnica se debe destinar el 0,20 % del mismo.
Todos los gobiernos capitalistas contribuyeron a la crisis educativa. En su versión neoliberal de los ’90 con Menem, la Ley Federal de Educación dio un impulso decisivo a la educación privada en detrimento de la educación pública asociada a su plan privatizador y entrega al capital imperialista.
El kirchnerismo, pese a la retórica nacional y popular, mantuvo la educación neoliberal heredada. Los pilares de esta fórmula fueron el desfinanciamiento de las provincias y la extensión de la educación privada. Pero la educación y la salud no pueden ser un negocio, son un derecho humano elemental [5].
Este proyecto educativo mantuvo la descentralización educativa. Cada provincia debió hacerse cargo de la educación, generando una profunda y extendida desigualdad entre los sistemas provinciales en función de la disímil situación de cada provincia respecto a la recaudación y el gasto. Una clara continuidad con la “odiada” ley Federal de Educación de Menem. Mantener veintitrés sistemas educativos, con veintitrés presupuestos diferentes, es decir, el kirchnerismo no ha tocado una coma de la política de desentenderse del financiamiento educativo federal, lo que constituye la madre del desfinanciamiento de la escuela pública [6]. Hoy, estas leyes son las que permiten al macrismo profundizar el desfinanciamiento y el ataque a la educación. Por ejemplo, la descentralización educativa lleva a que en CABA se invierta 5 veces más en un alumno que en Jujuy y 6 veces más que en Formosa.
Por último, el pago de la ilegítima deuda externa fue una bandera del kirchnerismo. En 2009 su pago cuadruplicó lo destinado a educación. En 2010 destinó a la deuda cinco veces más que salud y educación juntas. Y en los años subsiguientes esto se mantuvo. En 2014, solo los pagos de los intereses de la deuda externa (es decir, sin contar los pagos del capital) se llevarán 77.000 millones de pesos (9 % del gasto público) mientras que para educación y cultura apenas se destinará 61.000 millones (7,1 % del presupuesto). Las comparaciones hablan por sí mismas.
La década kirchnerista preservó así la lógica noventista, que en 2015 dejó una educación pública que no ha modificado estructuralmente las condiciones educativas del país. Sino que profundizó su decadencia, asegurada principalmente por la descentralización presupuestaria y el financiamiento estatal, como nunca en la historia nacional, de las escuelas privadas (mayoritariamente religiosas).
El presupuesto educativo a cargo del Estado nacional en 2015, último año de gobierno de Cristina Fernández fue del 1,59 % y el resto hasta llegar al 6% lo pusieron las provincias (como estableció la ley Federal de Educación y se mantiene en la actual ley de Educación Nacional). Fue el único año que se cumplió el objetivo de alcanzar el 6%.
El gasto educativo desde 2016 hasta la actualidad no dejó de decrecer. En 2016 fue del 5,80%, en 2017 del 5,65 % y este año, llegará al 5,5 % con el aporte de las provincias.
Con el macrismo, se redujo el presupuesto educativo en un 17%. Además, como se incorporaron al sistema educativo 500 mil estudiantes se redujo la inversión educativa en más de un 20 %. También, por cada 3,3 pesos que se destinará al pago de la deuda externa, solo 1 se destina a educación [7].
Subsidios a escuelas privadas, la educación y la enseñanza no pueden ser un negocio
Durante la década K se destinaron más de 200 mil millones de dólares a la deuda externa y las escuelas públicas permanecieron en condiciones paupérrimas, sin un plan de infraestructura. Los subsidios a la educación privada no pararon de subir, en 7 años aumentaron casi 1.000 por ciento mientras que la inversión en educación pública fue menos de la mitad. Una prioridad… no muy prioritaria.
De esta manera, se consolidó la dualización del sistema educativo.
Además, existe una marginalización creciente de sectores de la población, que se refleja en que desde los ‘90 no bajan los niveles de la pobreza del 30 %, llegando el año pasado a que el 42 % de los niños y adolescentes sean pobres. Sobre esta situación, los distintos gobiernos han atacado a la educación pública sistemáticamente, lo que ha llevado a este colapso y deterioro de la calidad educativa.
Al mantenerse dos tipos de gestiones (privada y pública), se habilita que cualquier empresa privada, laica o religiosa, pueda ofrecer servicios educativos. Es decir, que se lucre con la educación, y además al ser subvencionada por el Estado va en detrimento de la educación pública [8]. Esta coincidencia no es casual, porque, aunque sostienen en concreto dos políticas, ambos, macristas y kirchneristas, al defender la Ley de Educación Nacional del 2006 expresan los intereses de sectores empresariales y la iglesia que obtienen jugosas ganancias con el negocio de la educación privada, que al decir de Mariano Narodowski “el brutal proceso de privatización de la educación argentina, ha sido el más exitoso de las últimas décadas” [9].
Lo que no dice Narodowski es que además de los subsidios que reciben más del 70% de las escuelas privadas laicas y religiosas, gozan de exenciones impositivas en IVA, ganancias y aportes patronales ya que las escuelas son consideradas entidades sin fines de lucro. Esto último se estableció hace más de 15 años y se prorroga año a año vía Decreto de Necesidad y Urgencia, es decir que tanto Cristina Fernández de Kirchner como Mauricio Macri lo continuaron. Por ejemplo, en Córdoba, las transferencias a los colegios privados llegaron a representar el 21,9 % del gasto total educativo en 2016 (la provincia que más subsidia a las escuelas privadas) y representan a nivel nacional el 13 % del total del presupuesto educativo [10].
Salarios de (y) pobreza
En relación al salario, entre 2015 y 2018, el promedio nacional del salario docente nacional cayó 14 % en términos reales y un informe de la Universidad de Belgrano sostiene que los salarios docentes se ubican en el puesto 36 de los 37 países relevados por la OCDE. Un dato vale más que mil palabras: un/una docente con 10 años de antigüedad en Buenos Aires, gana $18.000 por un cargo. Naturalizando la doble jornada laboral. Por eso exigimos la jornada laboral de 6 horas, 4 frente a alumnos y 2 de tareas pedagógicas, con un salario igual a la canasta familiar.
Pero el ataque al salario tampoco es nuevo, la misma paritaria nacional durante el gobierno anterior marcó un techo y no un piso, y dejó aisladas a provincias enteras que se encontraban luchando. Un ejemplo bien claro: el fusilamiento de Carlos Fuentealba en Neuquén en 2007. Y también la emblemática lucha de los docentes bonaerenses contra la gestión de Scioli y Cristina Fernández en 2014 con sus 17 días de huelga donde denunciaban que el gobierno pagaba la deuda a la Repsol y no destina un solo peso a la educación.
La segmentación del sistema educativo ha sido acompañada por la precarización creciente de la fuerza de trabajo: ya sea, a través de los planes, y contrataciones, como el FINES (que impulsó el kirchnerismo y el macrismo lo sostuvo), o directamente sin derechos laborales en la educación privada.
Cambiemos y la educación
Es evidente, entonces, que el gobierno nacional y los gobernadores son unos cínicos. Hablan de colapso, crisis, destrucción como si esto fuera obra y arte solo del gobierno anterior, cuando la situación de la educación pública se ha deteriorado en estos 4 años. No solo han reducido el presupuesto al más bajo de la última década, sino que -para colmo- lo subejecutan. Es decir, ni siquiera lo gastan totalmente.
Al mismo tiempo hay despidos en áreas sociales, recortes en el programa Conectar Igualdad, ajuste en la salud pública, la que debe articular con las escuelas para abordar todo tipo de situaciones cotidianas. Falta de implementación real y efectiva de la ESI. Este es el cuadro de crisis del que no hablan.
¿Quién puede pensar la educación fuera de la realidad socio-económica que vive la población trabajadora y el deterioro que representa para el nivel de vida del pueblo trabajador los tarifazos, la inflación, los bajos salarios, los despidos en los inicios del cuarto saqueo? El gobierno de Cambiemos, con la ayuda inestimable de los “dadores de gobernabilidad” que del peronismo y el rol de los “simuladores” interpretado por la burocracia sindical peronista, es responsable del ajuste impuesto por el FMI. Esto hace imposible pensar una educación pública de calidad, universal, científica, con óptimos resultados, etc.
Para que la educación sea de calidad, hay que derrotar los planes de los empresarios y el FMI
Por eso para hablar de educación, lo primero que hay que plantear es que hay que romper el pacto de coloniaje con el FMI y dejar de pagar la deuda externa. Sin esta medida fundamental no podremos conquistar una educación pública de calidad, laica y gratuita para el pueblo trabajador.
Sin atacar los intereses de los especuladores y los grandes empresarios, no habrá fondos para infraestructura y se seguirán cayendo techos en aulas pobladas de niños y niñas que junto a docentes y auxiliares de educación transitan el año escolar en escuelas cromagnon. El ejemplo lo tenemos aún patente, cuando en agosto de 2018 el desfinanciamiento se cobró la vida de Sandra y Rubén en Moreno, en un verdadero crimen social, que aún sigue impune, igual que la muerte de Miriam Azzolina en Lavalle, Mendoza, víctima la precariedad del sistema de salud y el nefasto Ítem Aula.
Para que la educación sea de calidad, hay que organizarse y luchar para que la crisis la paguen los capitalistas.
Ante la crisis educativa, ¿por qué educación luchamos los socialistas?
Los socialistas que en este sistema defendemos la educación pública gratuita y de calidad para el pueblo laborioso, lo hacemos en la perspectiva de cambiar la sociedad de raíz. Combatiendo a la vez la dirección capitalista de la educación y la enseñanza, promovemos la participación activa de docentes y estudiantes en la dirección, los contenidos y el presupuesto económico.
Exigimos al Estado que debe asegurar el financiamiento a la educación, pero rechazamos su injerencia en los contenidos, planificación y decisiones que deben estar en manos de la comunidad educativa, sindicatos, docentes y alumnos. Como plantea Marx:
Eso de ‘educación popular a cargo del Estado’ es absolutamente inadmisible. ¡Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias de enseñanza, y […] velar por el cumplimiento de estas prescripciones legales mediante inspectores del Estado, y otra cosa completamente distinta es nombrar al Estado educador del pueblo!”
La defensa de la educación pública está ligada a la lucha por imponer un gobierno de los trabajadores para terminar con la explotación y la opresión, para cambiar de raíz todo el sistema educativo.
La revolución rusa también es un ejemplo en el campo educativo. Desde los primeros días del Estado obrero, hace 100 años, la educación fue un tema muy importante para los bolcheviques. Lenin [11] junto al Narkompros, el Comisariado Popular de Educación, defendieron la nacionalización de todas las instituciones educativas y decretaron la separación de la Iglesia del Estado.
Impulsaron medidas revolucionarias como la anulación de la obligatoriedad de un idioma único del Estado; la enseñanza general y politécnica, gratuita y obligatoria hasta los 16 años; la distribución gratuita de alimentos, ropas y material escolar; la transmisión de la instrucción pública a los organismos democráticos de la administración autónoma local; la abstención del poder central de toda intervención en el establecimiento de programas escolares y en la selección del personal docente. Además, se impulsó una red de escuelas normales para formar maestros.
Como dice Fitzpatrick [12]:
… el Narkompros se mantuvo firmemente a favor del movimiento europeo y americano de aquella época, partidario de la educación progresiva: del fomento de la creatividad e individualidad del niño, del desarrollo de sus instintos sociales, de las relaciones informales entre alumnos y maestros, de los métodos de enseñanza activa, de la ampliación del plan de estudios para que incluyera el estudio del medio ambiente, de la educación física y estética y de la preparación en las habilidades y los oficios manuales. Estos principios fueron más de una vez considerados por Lunacharski como motivo de nuestro legítimo orgullo ante Europa.
A su vez se promovió un modelo de educación antiautoritaria y no escolástica, fomentando el desarrollo completo de la individualidad del niño y la niña, utilizando los métodos de la “escuela activa” de John Dewey.
Para los socialistas no se trata, como plantea la pedagogía burguesa de cómo educar a la persona para garantizar su adaptación a las condiciones sociales vigentes. Partimos de criticar las condiciones sociales de desigualdad en las que se da la educación y el cuestionamiento de la función reproductora del propio sistema escolar, aunque defendemos la educación como un derecho inalienable del pueblo laborioso.
Por eso ante la crisis educativa que ellos provocaron y que viene profundizando año tras año, gobierne quien gobierne, partiendo de la defensa de la educación pública, ya que a pesar de su deterioro y crisis es defendida por amplios sectores del pueblo trabajador y las clases medias como una conquista, luchamos por un sistema de educación estatal único nacional, gratuito y de calidad. Peleamos por la separación de la Iglesia del Estado, y por la derogación o anulación de todas las leyes que atacan a la educación, como la ley de educación nacional y la ley de financiamiento educativo del año 2006. Y queremos ser los/as propios/as docentes, estudiantes y las familias quienes debatamos cuál es el carácter de esta crisis y cuál la salida.
Los socialistas peleamos contra la irracionalidad que impone la clase dominante destinando millones a una deuda externa fraudulenta e ilegítima mientras en el sistema estatal de educación se hacinan alumnos y alumnas en aulas superpobladas y que se caen a pedazos y con innumerables otros riesgos, con docentes superexplotados que dejan literalmente la vida en la escuela, como otros trabajadores lo hacen en fábricas y empresas. Este esquema destruye la escuela pública y también nuestras vidas como trabajadores y trabajadoras. Peleamos en defensa de la educación pública al servicio de los intereses de la clase trabajadora y el pueblo. Entendemos que solo podrá darse íntegramente como parte de una lucha anticapitalista y socialista, una lucha para cambiar de raíz esta sociedad de explotación y opresión. Esa es nuestra pelea.
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